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A Zee le costaba dormir por el dolor en su herida.

No era sólo dormir lo complicado. Hablar y comer le generaba una gran incomodidad, y era peor cuando tenían que hacerle curaciones. El doctor Han muchas veces sugería darle una pequeña cantidad de láudano para relajarlo, pero Zee estaba cansado de sentirse aturdido. Necesitaba la mente despejada totalmente para poder pensar y procesar todo lo que había ocurrido en menos de una luna.

La muerte de su padre no sólo fue un golpe duro. Lo destruyó casi tanto como enterarse del aborto de Nunew. Con su padre muerto, él asumiría entonces como Emperador, y ahora no se sentía un poco preparado para esa tarea. Menos cuando sentía tanta culpa, esa odiosa culpa devorándole el corazón.

¿No fue su culpa que su padre hubiera muerto? Si no hubieran lanzado ese ataque tan rápido, si hubieran esperado más, entonces no habría sido asesinado. No sólo eso: Nunew tampoco habría perdido a su bebé. Indirectamente, Zee le provocó el aborto luego de insistir en atacar directamente y abandonar el asedio. La noticia de la muerte de su padre y que hubiera sido herido descompensó por completo a su prometido, ¿cómo no? Un embarazo en un doncel era frágil y los nervios de Nunew se destrozaron con lo ocurrido. Zee provocó todo ese desastre por su propia desesperación.

La muerte de su padre, la de su hijo, y su cicatriz...

Zee era el único culpable de eso.

Esa idea se repetía durante todo el día en su cabeza, y a veces por la noche, cuando el dolor no lo dejaba descansar. Ni siquiera quería mirar su reflejo en el espejo, porque eso sólo terminaría por deprimirlo más. Todo el mundo le decía siempre que era uno de los hombres más atractivos que alguna vez vieron, pero ahora, ¿dirían lo mismo con esa enorme y fea cicatriz? No es como si al final el aspecto fuera importante, sin embargo, no podía evitar que eso le afectara.

Sus ojos se movieron cuando escuchó un gemido suave a su lado. Ya era de noche, pero Zee no había dormido un poco, y ahora menos.

Nunew tembló, acurrucado a su lado y durmiendo. Elevó su mano y acarició los cabellos del muchacho, como si eso pudiera calmarlo de sus pesadillas. Nunew había tenido muchas últimamente, y despertaba siempre agitado y lloroso. No le preguntaba de qué trataban, porque él podía imaginárselo.

Lo vio temblar otra vez.

―Ssshhhh... ―murmuró, agotado y cansado―. Está bien, Nu...

Como si su voz le atrajera, Nunew se movió más contra su cuerpo, pegándoselo y en busca de consuelo. Eso pareció tranquilizarlo.

Cerró sus ojos para tratar de dormir un poco. Le fue difícil, ya que él también tenía sus propias pesadillas: el momento en que él y sus hombros subían al barco donde iba la familia real de Tainan, el fuego a su alrededor, el guardia personal del rey acercándosele con su espada en mano y el ruido de sus armas al chocar. Ese bastardo se aprovechó cuando se distrajo al notar la flecha impactando en el hombro de su padre, y de pronto el dolor estalló en su rostro. Si no hubiera sido por Max, que saltó para protegerlo, de seguro habría muerto.

Cuando la mañana llegó, Nunew se movió a su alrededor para limpiarle la herida. Zee lo miraba y notaba su aspecto, y su estómago se apretaba en dolor, porque su Nu parecía haber desaparecido: no había luz a su alrededor, las sonrisas se desvanecieron y esos llorosos ojos le observaban siempre con sufrimiento. Había tanta culpa en esos preciosos ojos que su corazón dolía con fuerza.

―Nu ―murmuró, y Nunew parpadeó, como sacándole de sus pensamientos. Le había estado ayudando a comer, pero se quedó quieto cuando Zee le dijo que ya estaba satisfecho―, has estado muy callado.

―Lo siento, mi Prínci– Emperador ―se corrigió a último momento.

Eso era lo otro. Le llamaba poco por su nombre, usando sus títulos la mayor parte del tiempo. A Zee no le gustaba eso.

👑 JEWEL 🤴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora