"Cuestión del futuro II"
Emma
Es una noche oscura y opresiva, el aire se siente pesado, como cargado de una tensión que parece palpitar en cada rincón. Observo a Axel de pie frente a mi, sus ojos reflejan una mezcla de dolor y determinación. Se que ha llegado el momento de enfrentar la verdad, pero mi corazón late con fuerza, como si intentara advertirme que estoy a punto de cruzar un umbral del que no podré regresar.
—Emma —dice Axel con voz temblorosa—, lo nuestro se acabó
Las palabras salen de sus labios como un veneno, y en puedo ver que en su interior, una parte de él anhela retractarse, pero esa parte ha sido ahogada por la rabia y el deseo de venganza.
Lo miro con incredulidad, mis ojos llenos de lágrimas que parecen reflejar un océano de recuerdos perdidos.
—¿Qué estás diciendo? —pregunto con un hilo de voz, como si cada sílaba fuera un intento desesperado por aferrarme a lo que hemos reconstruido juntos.
—Lo planeé todo —continúa Axel, y casi puedo ver cómo la oscuridad que ha albergado en su corazón comienza a salir a la luz—. Cada momento, cada risa... todo fue parte de un plan. Quería que sintieras lo que yo sentí —su voz se eleva, cargada de una intensidad que resuena en la habitación como un eco aterrador.
La opresión en mi pecho cambia; la confusión da paso al dolor y luego a la ira.
—¿Por qué? ¿Por qué harías esto? —doy un paso atrás, como si las palabras pudieran golpearme físicamente.
—Porque tú lo hiciste primero —responde Axel, y noto cómo su propia furia lo consume.
El ambiente se vuelve pesado y silencioso. Puedo ver cómo las sombras se acercan, envolviéndome en un manto oscuro mientras Axel comienza a desvanecerse ante mis ojos. Todo lo que he querido sanar y reconstruir ahora se convierte en humo, y cada palabra hiriente que el pronuncia, me atrapa en un abismo.
—Te quité todo —murmura—. Pero al final... solo me quedé yo.
Y así, me encuentro sola en la oscuridad de mi propia creación, atrapada en una pesadilla sin fin donde la venganza nunca llenará el vacío dejado por el amor perdido.
Despierto con un sobresalto que casi hace que se me caiga el teléfono, porque me he quedado dormida con él en las manos. Al parecer, he tenido una pesadilla.
Me incorporo en la cama, aún medio ensoñada, y miro de reojo hacia el balcón de Axel. Ha dejado las puertas abiertas y el aire fresco de la madrugada se cuela entre ellas. El cuarto está iluminado solo por pequeños reflejos de la luna llena. Miro la hora en el móvil: 05:10. Es la hora perfecta.
Adoro despertar a estas horas y sentarme en mi balcón con una botella de agua, esperando a que amanezca. Es refrescante y relajante. En varias ocasiones, tomo un cuaderno y una plumilla para escribir lo que la noche me inspira. Pero otras veces, como esta, solo me quedo mirando el cielo oscuro, profundo e infinito.
Tiro de una banqueta que hay frente al espejo y la llevo hasta el balcón. La luna está hermosa y a veces oculta su belleza tras alguna nube pasajera. También me gustan las nubes; tengo la manía de hacer fotos a cada pedazo de nubarrón que me parece gracioso y las edito para convertirlos en stickers, a veces animales y todo tipo de formas que me permito imaginar. Tengo una carpeta llena de fotos así en mi teléfono. A veces las miro y las envidio. Ahí están ellas, blancas como el papel, livianas, flotando sin preocuparse por su destino. En ocasiones llego a imaginar cómo se sentiría ser una nube y a veces incluso lo anhelo.
Mi mente viaja a la noche anterior y no puedo evitar recordar la primera vez que Axel y yo hicimos el amor; fue un momento que nunca olvidaré.
Era una noche de verano, y el aire estaba impregnado de la fragancia de las flores del jardín. La luna brillaba con fuerza, iluminando nuestra habitación con un suave resplandor plateado. Habíamos pasado la tarde juntos, riendo y compartiendo historias, y la tensión entre nosotros crecía con cada palabra.
Cuando finalmente nos encontramos a solas, sentí cómo el mundo a nuestro alrededor se desvanecía. Todo lo que importaba era él y ese instante lleno de promesas. Él se acercó lentamente, y su mirada me hizo sentir como si todo lo demás no existiera. La forma en que sus labios rozaron los míos fue un destello de magia; era como si el tiempo se detuviera.
La conexión fue intensa, casi eléctrica. Nos dejamos llevar por la pasión y la ternura, explorando cada rincón del cuerpo del otro con una mezcla de deseo y vulnerabilidad. Recuerdo su risa suave entre susurros, cómo me miraba con esos ojos llenos de confianza y amor. Fue un momento en el que nuestras almas se unieron en una conexión perfecta, donde nada más importaba.
Cuando finalmente nos abrazamos, sintiéndonos exhaustos pero felices, supe que había algo especial entre nosotros. Habíamos cruzado una frontera que nos unió aún más, creando un vínculo profundo que resonaría en nuestros corazones para siempre. Esa noche fue solo el comienzo de una historia llena de exploraciones y descubrimientos juntos.
Subo los pies y me abrazo las rodillas. Tengo la piel fría por el aire fresco que hace afuera, y me encanta. Tengo un fetiche con eso; aunque pueda sonar raro, disfruto sentir la piel fría. También me gustan los días nublados y fríos, pero sin lluvia. Detesto todo lo húmedo o mojado que pueda existir; excepto beber agua: somos mi botella de agua y yo contra el mundo.
Dan las seis y ya se observa la claridad del amanecer desde el balcón de Axel. Bajo a la cocina y saco una botella de agua mineral de la nevera. Doy dos sorbos y algo sobre la encimera, debajo de un jarrón vacío, llama mi atención: es un sobre misterioso con un sello que conozco a la perfección.
Miro hacia el pasillo, temiendo que Axel aparezca y me pille cotilleando en sus cosas. Pero lo juro: ver ese sello me da muy mal presentimiento. Pongo la botella de agua nuevamente en la nevera y con sumo cuidado de no hacer ruido estrecho aquel sobre entre mis manos. No puedo evitar acariciarlo con terror.
Lo abro.
Lo leo.
Y me siento desvanecer.
No quiero ser egoísta, pero no puedo evitar sentirme traicionada al ver la aceptación de una empresa italiana para diseñadores gráficos. Recuerdo a Axel mencionándola una y mil veces cuando empezamos a salir. Si ese sobre está aquí, solo significa una cosa: él ha enviado una solicitud en algún momento. Y solo hay un boleto de avión dentro del sobre...
No puedo evitarlo; las lágrimas comienzan a abrazarme el rostro y mi mente viaja a la tarde del día anterior, a la invitación de Axel para ver la maratón, las palomitas. Lo raro es que lo noté en algún momento.
—Tengo que contarte algo.
Así que era esto lo que tenía que contarme, que me iba a dejar después de todo lo que hemos pasado y el esfuerzo que hemos hecho por reconstruirnos. No puedo negarlo. Me duele. Me destroza pensar que Axel haya planeado un futuro en el que no estamos juntos. Es injusto.
Dejo el sobre donde mismo y regreso a la habitación, recogiendo mi ropa silenciosamente para no despertarlo, con lágrimas en los ojos y una sensación de asfixia en el pecho.
Lo miro una última vez. Su cabello está desordenado y las puntas acarician su frente. Tiene los labios entreabiertos y respira regularmente. Está profundamente dormido. Mejor así; si se va a otro país a cumplir sus sueños, es mejor no vernos antes de que suceda.
Sollozo estrepitosamente y me cubro la cara con las manos. Doy media vuelta y desaparezco de su departamento. Esto es cuestión del futuro. No puedo permitirme que él deje pasar una oportunidad como esta.
Si alguien te detendrá, Axel, no seré yo.
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La teoría de las constelaciones ©(✔️)
Short StoryEn una constelación donde el orgullo puede ser más fuerte que el amor, Emma y Axel se reencuentran en la encrucijada de sus sentimientos. Después de dos años de una hermosa relación que se desvaneció por malentendidos y rencores, el orgullo decide s...