7. Fantasma

226 26 23
                                    

Island Song, Adventure Time.
Fantasma, Gustavo Cerati.

Recuerdos

Boruto había conocido a Sarada en su academia de artes marciales, cuando tenía doce años.

No le cayó para nada bien esa niña que lo miraba mucho, ni mucho menos me agradaron sus lentes rojos ¿Quién rayos usaba lentes de ese color? ¿Qué se creía?

La academia no permitía frecuentemente las peleas mixtas, pero cuando las había ellos siempre luchaban con todo hasta hacer sangrar la nariz de otro. Sarada en una ocasión le rompió el tabique de la nariz y él le esguinzó el tobillo derecho.

—Eres un hijo de puta. —le escupió cuando la llevaron al hospital. Boruto también notaba que ella usaba un lenguaje no acorde a su edad, parecía que interactuaba o veía más a adultos que a niños, tal vez veía series que manejaban un contenido similar a él, que lo hacía ser bocazas.

Boruto no pasaba mucho tiempo con su padre desde que se volvió presidente de la empresa automovilística Byubi. Desde entonces se había estado saltando los cumpleaños de sus hijos, tres años consecutivos. Era imposible que su relación cada vez no se volviera más complicada. Su madre le recordaba que él lo hacía por ellos, para que nunca les faltara nada y tuvieras una buena educación y futuro. Pero a los adultos a veces se les olvidaba que su hermana y él eran niños, y lo que necesitaban era atención y afecto, no ausencia y dinero vacío.

Pero bueno, hizo amigos en la academia, conoció a Mitsuki, quien era excelente en la lucha pero extraño al hablar. Su madre le dijo que a veces habían niños que no sabían comunicarse correctamente, y él dijo que estaba bien mientras le enseñara la serpiente que tenía de mascota.

También conoció a Shikadai e Inojin, unos niños que eran hijos de amigos de su papá e iban a la misma escuela. Los conocía y le habían caído mal en primera impresión, más que nada porque Inojin era rubio y Boruto quería ser el único rubio en la academia, y Shikadai porque era un flojo que nunca quería pelear.

Si veía a sus demás compañeros, prefería a la pesada de Sarada y al rarito de Mitsuki.

—Tienes el yeso ¿por qué vienes? —estaba cruzado de brazos al frente de ella, quien estaba en las gradas mirando todo.

—Deberías estar en reposo. —prosiguió Mitsuki, un poco preocupado.

—Puedo hacer reposo mientras los veo pelear. —A Boruto le irritaba todo de ella, sus cejas fruncidas, su cabello corto y esos malditos lentes.

—No quiero que me veas pelear —estaba siendo desagradable a propósito—. Lárgate. —no sabía por qué.

Su profesor tuvo que llamarlo y hablar con él.

—Mira, Boruto —el rubio miraba el suelo con las manos en los bolsillos, molesto. Ella era una soplona—. Te voy a decir esto porque sé que puedes ser prudente. Sarada no tiene a nadie que la cuide en casa, ella prefiere estar aquí que allá. —Konohamaru le hablaba como si fuera un tonto.

—¿Y sus papás qué? ¿No la quieren? —escupió.

—Sarada no tiene papá, Boruto —golpeó su nuca y el niño se quejó—. Deja de comportarte como una mierdecilla, ella no hace nada malo. —lo sabía, pero no podía dejar de comportarse así.

—Ella podría entenderte —las palabras lo golpearon fuerte, Konohamaru estaba al tanto de la presencia ausente de su padre en su vida—. Deja de atacarla cuando sabes que podrían llevarse muy bien.

No le iba a hacer caso, porque obviamente el plan inicial era de él. Por eso estaba sentado al lado de ella, esperando que llegara su mamá a recogerla.

ULTRAVIOLENCE (borusara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora