Capítulo 13

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DALTON

Cassia permanece detrás de mí. Parece dispuesta a seguirme hasta la entrada, pero me detengo cuando todavía estamos a varios metros. Ella choca suavemente contra mi hombro y durante un segundo hacemos contacto visual.

—¿Por qué te detienes?

—Quédate aquí —me veo en la obligación de repetir. La expresión de Cassia indica que no está conforme, pero no cedo. Realmente no es consciente del lío en el que podría meterse—. Busco a Benji y nos largamos. ¿De acuerdo?

—Está bien —bufa.

Atino a marcharme, pero regreso hacia ella.

—Quieta —murmuro, mientras sostengo el capuchón de la sudadera y la cubro de inmediato. Me quedo satisfecho al darme cuenta que, gracias a la escasa iluminación, es prácticamente imposible reconocerla—. Así está mejor. No te lo quites.

El timbre resuena en el interior de la vivienda. Nunca imaginé que regresaría. Todavía puedo ver el remolque al fondo del patio trasero donde teníamos que dormir porque a mis padres a menudo les parecía buena idea dar fiestas en casa. Uno de mis hermanos se asoma a través de la puerta, de inmediato puedo olfatear el aroma a alcohol mezclado con el humo de los cigarros y marihuana. Esta casa no ha cambiado nada. Aún es un completo descontrol.

—Hola, hermanito —murmura Tyson, gemelo de Gunner. Tienen dos años más que yo—. ¿Qué tal estás, eh? Al fin te dignas a visitarnos.

—Vine por Benji. Sé que está aquí.

—Primero deberías presentarnos a la belleza que te acompaña. Tiene unas piernas increíbles —pronuncia, luego emite un silbido asqueroso. Me posiciono frente a él y bloqueo la vista—. Tranquilo, Dalty. ¿Por qué no entran? Los invito a unos tragos —insiste. Luego, voltea hacia el interior y exclama —Eh, Gunner. Mamá. ¡Miren quién llegó!

Gunner se asoma primero. Tiene los ojos enrojecidos y achinados.

—¿Es real? —pregunta a su gemelo. Tyson asiente—. Bienvenido, Dalty —ríe. Y sin vueltas, se escabulle al interior. Está perdido. Flotando. Dudo que sea consciente acerca de dónde está parado.

—Muévete, Tyson. Déjame hablar con tu hermano que hace años no lo veo —mi madre lo aparta tirando de su brazo. De forma irremediable él regresa dentro, ella ocupa su lugar y me mira con asombro—. Has vuelto, Dalton. Mírate, te has convertido en un hombre —Theresa trata de colocar sus manos sobre mis hombros pero me rehúso al instante. Detesto que me toquen, en especial que lo haga ella—. Oh, vaya. Tan arisco como de costumbre. ¿Cómo rechazas a tu madre, eh? ¿Qué, no tienes corazón? Miráme cuando te hablo, Dalton —intenta sujetar mi rostro pero aparto su mano con rapidez.

—Déjame en paz, Theresa —exclamo abrumado. Mi respiración se vuelve pesada.

Estoy aterrado sobre el estado de Benji. Él solo hecho de imaginar que lleva horas en el interior de esta casa, junto a estas personas, me da escalofríos. No sé que intentan lograr con esto. Mientras tanto, Theresa me observa como si fuera un monstruo.

—Pensé que venías a redimirte. Creí que te habías dado cuenta que eres un Sawyer y qué como tal, terminarás formando parte del negocio. Ya veo que me equivoqué. Siempre tan inútil... Cobarde. Tu padre siempre tuvo razón.

—¿Dónde está Benji? —indago tras ignorar sus palabras denigrantes. Harto, paso de ella y me atrevo a colarme en el interior—. ¡Benji! ¡Benji, ven aquí!

Las heridas que sanamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora