Me llamo Yuta Nakamoto, y solía ser un chico común y corriente. Mi vida era bastante normal y aburrida, hasta que un día todo cambió. Estaba en un paseo escolar, uno de esos que sabes que será aburrido desde el principio. No quería ir, pero mi madre insistió tanto que al final cedí. Si tan solo hubiera sido más firme, quizás no estaría en esta situación.
El paseo fue tan aburrido como esperaba. Estaba sentado solo en el autobús, mirando por la ventana y deseando estar en casa. De repente, un estruendo sacudió el vehículo y todo se volvió oscuridad. Cuando desperté, no estaba en el autobús, ni siquiera en mi propio cuerpo. Era un bebé, en un lugar completamente desconocido.
Al principio, pensé que todo era un sueño extraño. Pero los días pasaron y me di cuenta de que no era un sueño. Había reencarnado en el mundo de Naruto, un lugar que solo conocía por los episodios que veía en la televisión. Y lo peor de todo, recordaba cada detalle de mi vida pasada.
Ser un bebé es increíblemente aburrido. No podía hacer nada por mí mismo y dependía completamente de los demás. Pasaba los días mirando el techo, culpando a mi madre por obligarme a ir a ese paseo. Si no hubiera ido, no habría muerto y no estaría atrapado en este cuerpo diminuto.
Con el tiempo, fui adoptado por una pareja amable que me llamó Yuta. Crecí en la aldea de Konoha, rodeado de ninjas y civiles que solo había visto en la serie. Aunque tenía una nueva vida, no podía dejar de pensar en mi pasado y en cómo había llegado hasta aquí.
