Al día siguiente Simone era una pila de nervios, no había logrado dormir, ni siquiera luego de aquella labor que cada vez despreciaba más. Era como si toda la indiferencia que había construido con los años se hubiera fracturado y a través de la grieta que había quedado hubieran comenzado a ingresar risas de niños, canciones alegres y ojos grises, esos ojos que no podía sacar de su mente.No entendía lo que buscaba, no entendía su rechazo primero y su mirada profunda despues, no tenian porque había caminado junto a ella, que era lo que le proponía, pero sobretodo no se entendía a sí misma, porque aunque quería convencerse de que debía olvidarlo, solo podía pensar razones para aceptar lo que fuera que él estuviera pensando.
Llegó al jardín en la tarde y la voz de Florencia sonaba mucho más estridente que de costumbre, de seguro su falta de sueño tenía que ver con eso pensó y sin embargo al oír lo que le decía supo que había algo más.
-¡Ay, no sabes lo emocionada que estoy! Compre estas gomitas, ¿decis que son estas las que le gustan?- le decía como si fuera una alumna de escuela que estaba a punto de tener una cita.
Simone sonrió y comenzó a negar con su cabeza, no quería lastimarla, pero tampoco quería que se ilusionara con algo imposible.
-Mirá Flor, yo no sé cómo decirte esto pero mi hermano...- comenzó a hablar mientras tomaba sus manos y tomaba asiento en una de las pequeñas sillitas.
La mirada de Florencia cambió de forma repentina, de inmediato supo que todo lo que había fantaseado la noche anterior solo sería eso, un sueño. Era lógico que no se fijaran en ella, de hecho era lo que siempre le había ocurrido. Si bien siempre había subsanado su soledad con sonrisas y alegría, con su mundo imaginario en el que tenía valor y determinación y lograba conquistar al que fuera, luego la realidad le demostraba que solo sería eso: una joven simpática, una buena cómplice de pequeñas tareas, pero nada más.
-Ya se...- le dijo con resignación a Simone y ella no pudo evitar tomarle las manos.
-No le gusto.- agregó y Simone presionó más sus manos con cariño y comenzó a negar con su cabeza.
-No, no, no es eso. Es más, nunca lo vi tan nervioso frente a una mujer.- le dijo sin saber porque necesitaba alimentar aquella ilusión, no le había gustado verla decepcionada.
Florencia volvió a mirarla con curiosidad, ¿no era eso? ¿Podía ser eso posible?
-¿Qué es entonces?- se animó a preguntarle, justo cuando el timbre anunciaba que los niños estaban próximos a regresar.
Simone le regaló una sonrisa de labios apretados y negó con su cabeza.
-Nada, esas gomitas le van a encantar.- le dijo y ambas debieron volver a centrarse en su tarea, aunque en su mente lo que podría ocurrir al finalizar el día, prácticamente no las dejaba concentrarse.
Estaban perdidas en los miles de escenarios imaginarios de lo que podría pasar, Florencia fantaseaba, cuando en verdad era solo una caminata, un trayecto que debían recorrer de todas formas, una circunstancia que los llevaría a avanzar uno junto al otro, no era nada más que eso o no debía serlo.
Simone por su parte necesitaba resolver el embrollo en el que se había metido, no sabía cómo iba a reaccionar Rony, no quería que Florencia viera que Novak la buscaba y sobre todo, no quería decepcionar a ninguno de los tres, en un sentimiento tan nuevo como molesto.
Luego de darle vueltas al asunto, creyó que podría resolverlo. Se escabulló hacia la salida unos minutos antes del final de la clase y agradeció que Rony ya estuviera en la esquina, le entregó un papel con prisa y sus ojos suplicantes le indicaron que esperaba obtener la respuesta que deseaba. Regresó sin que Florencia lo notara y mientras comenzaban a caminar en dirección a la esquina fingió haber olvidado algo.
-Seguí que mi hermano debe estar ahí.- le dijo con seguridad y cuando la vio avanzar cruzó de vereda hacia la esquina en la que Novak la había sorprendido la tarde anterior.
Rony apretó aquel pedazo de papel volviéndolo imposible de leer.
Necesito que distraigas a Flor, creo que tus deseos de buscar
un escape en todo esto, pueden hacerse realidad.
Si aceptas, nos vemos en la esquina del club
en cuarenta minutos, si preguntan diremos
que me retrase con una reunión.
Déjate llevar.
Tu Monita
-¿Querés?- le preguntó Florencia sacándolo de sus pensamientos y Rony sonrió de lado. El hecho de que hubiera fingido que no sabía que le gustaban, comenzaba a sentirse adorable.
-Si, gracias. Podemos ir yendo si queres, creo que La monita se va a retrasar..- le dijo y Florencia lo miró curiosa.
-SImone, quise decir SImone.- se corrigió Rony moviendo sus brazos con torpeza mientras intentaba recordarse que, en adelante, debía pensar cada cosa que decía.
-¿Monita? Ya quiero conocer esa historia, porque no creo que sea por su aspecto, Simo, es realmente muy hermosa. - le dijo arrugando sus labios y llevando su mirada al piso, como si el contraste con ella le doliera.
Rony tomó una nueva gomita y la introdujo en su boca, ganando tiempo. Le hubiera dicho que no era la única hermosa, que esos hoyuelos que se marcaban en sus mejillas habían aparecido en sus sueños, que caminar junto a ella, era el mejor momento de su vida. Pero no podía, no debía. Él no era alguien para ella.
-Cuando eramos chicos se trepaba a todos los árboles.- le dijo intentado dar una versión que no era completa, pero tampoco era mentira.
Florencia volvió a sonreír.
-Me la imagino.- le dijo sonriendo mientras le ofrecía una nueva gomita y él la aceptaba.
Podía no decirle lo que pensaba, pero eso no quería decir que no podía mirarla.
La sonrisa fue contagiosa y continuaron avanzando sin perderla. Se miraban de reojo, se estudiaban, hablaban de cosas intrascendentes, pero lanzaban misiles dirigidos a confirmar que ambos lo estaban disfrutando.
Unas cuadras más atrás, Simone tenía sus labios apretados , mientras pasaba el peso de su cuerpo de una pierna a la otra, sobre esos zapatos horrorosos que debía usar cada día.
Él no estaba.
Había ofrecido una opción y se había marchado antes de oír su respuesta o había asumido que le diría que no. No importaba, ya no.
Se asomó para ver que Rony y Florencia se habían alejado juntos y decidió regresar al club.
-Decime que estas esperando a mi. -oyó cuando había avanzados pocos metros y esa voz le regaló una nueva sensación, una que nunca antes había sentido, una que intentaba comenzar a rellenar el hueco de su pecho. Una que la llevó a sonreír y girar con entusiasmo en sus ojos.
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Arráncame el amor
RomanceSimone es una víctima de un pasado demasiado injusto. Cuando su madre la abandonó en manos del dueño de un club nocturno, no tuvo más opción que crecer en ese mundo y adaptarse. Sus días son casi calcados, con algunos más oscuros que otros, hasta qu...