Capítulo 32

40 15 0
                                    

Él no le ha llevado la contraria a mi madre cuando esta lo ha presentado ante todos como mi novio. Es más: está siendo muy amable y simpático con los presentes cuando lo han saludado uno por uno y luego lo han invitado a sentarse a la mesa.

No puedo permitir que siga sufriendo una actuación en la que no ha pedido participar, así que antes de sentarnos a comer, me disculpo con todos y lo conduzco conmigo a la terraza.

—Oye, siento todo esto. —Me lanzo a disculparme—. Mi madre a veces pierde el control de las cosas y… terminan ocurriendo situaciones como esta. Lo siento, de verdad.

—Tranquilo, tienes una familia genial —dice para intentar hacerme sentir mejor.

—No entiendo cómo ha podido pasar esto, que tú acabaras apareciendo en mi casa de repente justo el día que regreso del pueblo.

—Y justo en tu cumpleaños, dirás.

—También —asiento—, ¿por…, por qué has decidido venir?

Abre la boca, boqueando, y se rasca la nuca algo nervioso.

—Bueno, verás… Me dejaste plantado hace un mes, y después de no localizarte nunca en el baño, pensé que te había ocurrido algo, así que he intentado pasarme por aquí en varias ocasiones desde hace una semana. Esta es la tercera vez, aunque las otras dos no había pasado más allá de la portería. Hoy la puerta estaba abierta, así que subí.

—Wow —digo, sin saber qué más decir—. Te debo una larga explicación.

—Sí, eso estaría bien. —Se ríe, aunque no de manera jovial.

—Verás, yo…

El tono de un móvil nos interrumpe y, en cuanto me pongo a buscar de dónde proviene el ruido, él contesta. Es su móvil, lo están llamando.

—Perdona, ¿eh? —se disculpa.

Yo le digo que no pasa nada y me aparto un poco para darle privacidad.
Tal vez sea su novio, que se está preocupando porque tarda demasiado en volver a casa con él.

Mi corazón me traiciona un poco al provocarme ese escalofrío que me recorre entera ante esa posibilidad.

Mingi es bueno, y en verdad muy guapo, una persona estupenda, como ya sabía de antes. Si hace un mes yo hubiera asistido a esa cita…, ¿qué cosas podrían haber pasado entre nosotros dos? Pensar en ello hoy no sirve de nada porque ya no puede pasar nada entre ambos, salvo seguir manteniendo una amistad.

He llegado demasiado tarde a su vida.

—Lo siento, me encantaría quedarme, pero tengo que irme —me informa, metiendo las manos en los bolsillos delanteros del pantalón, como si le supiera mal.

Sonrío tímidamente y niego con la cabeza, restándole importancia, como si mis ilusiones no estuvieran chocando como meteoritos contra el suelo.

—Tranquilo, no te preocupes. No pasa nada.

—Me sigues debiendo una explicación —recuerda.

—Claro, en cuanto tengas tiempo, contacta conmigo y hablaremos.

Sonríe a medias y, asintiendo, comienza a alejarse. Me quedo mirando inmóvil su espalda e, igual que en las películas de amor imposible, él se gira una última vez.

—Feliz cumpleaños, Hongjoong. Disfruta de tu día.

Me lanza un guiño que me derrite internamente, pero por fuera guardo la compostura como un soldado de la Guardia Real Inglesa. Se sigue alejando hasta que ya no lo veo, escucho a mi familia de fondo y decido que necesito unos minutos antes de entrar allí.

Como era de esperar, todos me preguntan por qué Mingi se ha ido tan rápido, y en vez de decirles la verdad, les digo que era porque tiene mucho trabajo pendiente. Ya les contaré la verdad en algún momento, algún día, a lo largo del siglo.

Mi padre me pone cara de incredulidad con la historia que les cuento, pero tampoco dice nada. Comemos, soplo las velas mientras me cantan el cumpleaños feliz, tomamos un café, vemos una película todos juntos en el salón con palomitas que ha preparado Bumjoong y luego se marchan, ya que están cansados por el viaje, cosa que mañana repetirán ya que tienen que volver a casa, excepto Hyung. Él tiene otro destino.

A las nueve y media de la noche, habiendo cenado algo ligero muy temprano, siento la necesidad de darme una ducha. Es una ducha rápida, sin la compañía habitual que tenía antes y sin sorpresas. Debo confesar que esperaba que él entrara en cualquier momento a su baño y que todo fuera como antes, que conversáramos y riéramos como siempre, pero no ha podido ser.

Aunque antes de salir, oigo que alguien presiona un interruptor.

—¿Hongjoong?

Es él.

Tengo el corazón atorado en la garganta, pero antes de que se me salga por la boca, respiro profundamente.

—¿Sí? —respondo con voz débil.

—Sé que te parecerá algo tarde para esto, pero quiero hablar contigo. No debí irme, pero tenía que hacerlo. Lo siento.

—No te disculpes más, ya me lo dijiste —le recuerdo, repasando el borde del lavamanos con un dedo mientras con la otra mano sujeto la toalla al rededor de mi cintura—. Y no pasa nada, ya hablaremos.

—¿Crees que podríamos hablar ahora? —propone de repente.

—¿Ahora? ¿Te refieres a que yo te invite a mi casa para charlar? —pregunto, fuera de lugar.

Con la rapidez con la que se ha marchado de mi casa no me esperaba que ahora quisiera con tanto ahínco hablar conmigo.

—¿Quieres que te explique por qué he desaparecido durante tanto tiempo, no?

—Ajá, pero no hace falta que sea en tu casa si no quieres. Puedes venir a la mía.

Carraspeo casi sin querer, porque sentía que me iba a atragantar con mi propia saliva. ¿Me acaba de invitar a su casa a esta hora? ¿Para charlar? Ay, la virgen. Ni siquiera sé cómo interpretar eso.

—¿A tu casa?

Inmediatamente recuerdo que él ha vuelto con su novio y que por lo tanto él estará en casa con él. No sé si es buena idea conocerlo de esta forma, pero si él me invita, debe de ser porque su novio ya está enterado de nuestra peculiar amistad. Además, si yo lo invito a mi casa a esta hora, su novio podría malinterpretar mis intenciones, y prefiero ahorrármelo.

—¿Cuándo quieres que vaya?

—Mañana salgo de viaje, ¿podría ser ahora mismo?

Ahora mismo. Dios santo. Pensé que no lo diría en serio.

—¿Tantas ganas tienes de saberlo? ¿Realmente es necesario ya?

—Claro que sí, ¿por qué no lo sería? —pregunta.

«¿Porque tú ya tienes novio y debería importarte un pepino la razón por la que yo no tuve esa cita contigo?», digo en mi cabeza.

—Bien, está bien.

—¿Eso es un sí? ¿Te espero? —se asegura.

—Sí. ¿Era bajo primero, no?

—Sí.

—Bien, allí estoy en un rato.

El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora