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— Así que... ¿Este es tu cuarto? — pregunté.
— Mhm — asintió ella.
Cait y yo nos refugiamos en su casa después de la pelea con Jinx. Entramos a su cuarto por la ventana, ya que sus padres estaban en casa y yo era de la ciudad subterránea, algo no muy agradable para los Kiramman.
— ¿Lo has hecho tú? — pregunté, al ver las pistas sobre los atentados de Jinx, colocadas en orden y unidas por un hilo en el suelo.
— Sí, aunque ya no me sirve — contestó mientras se tumbaba en su cama.
— Bueno, la hemos encontrado. Eso es un avance — dijo, intentando convencerla mientras me acercaba al otro lado de la cama. Caitlyn se incorporó y yo me senté a su lado.
— Ya, pero sigue suelta. No hemos conseguido atraparla y Silco seguirá haciendo de las suyas — suspiró.
— Tal vez deberías tomarte un descanso — aconsejé.
Caitlyn se acercó a mí hasta quedar tan cerca que podía notar el aire saliendo de su nariz. Mi respiración se aceleró al máximo y esperé que Caitlyn no lo hubiese notado.
— Tienes razón. Tal vez debería tomarme un descanso... — dijo, colocando sus manos en mi nuca.
Después de un segundo, sus labios se encontraron con los míos y me quedé estática por unos segundos, pero luego agarré la confianza y puse mis manos en sus mejillas para disfrutarlo.
Mientras nos besábamos la tiré hacia atrás, haciendo que se tumbara. Pero después de unos segundos, Caitlyn paró.
— ¿Estás loca? Mis padres están en casa — dijo, con la respiración acelerada.
— ¿Y qué? — contesté sin importancia, aún cerca de ella —. Además, has empezado tú.
Caitlyn rio y me volvió a acercar a ella. Seguimos así un rato más hasta que nos centramos en lo importante y seguimos con la investigación, aunque ahora menos serias que antes.