Al cumplir 18 años, el príncipe Hyunjin descubre que es el portador de una antigua maldición, capaz de sumergirlo en una oscuridad insaciable. Desesperado por ocultar su destino, manipula a la hechicera real para mantener su secreto.
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Desde tiempos antiguos, se ha hablado en susurros de una profecía que predice la llegada de un ser marcado por la Oscuridad.
Este portador, según decían, poseería un poder sin igual, capaz de dominar tanto la mente como las sombras. Sin embargo, ese don traería consigo una maldición terrible: la corrupción lenta del alma, que transformaría al elegido en una entidad cruel y despiadada.
En el resplandeciente Reino de Solis, donde la luz del sol nunca se oculta, esta profecía se consideraba un eco distante, una historia para espantar a los niños.
La noche de la celebración del decimoctavo cumpleaños del príncipe Hyunjin estaba envuelta en opulencia y esplendor.
Los salones del palacio brillaban con luces doradas y la música resonaba en cada rincón. Hyunjin, con su porte lleno de poder y su belleza inigualable, era el centro de admiración y felicitaciones por parte de todos los invitados a la esperada celebración.
Sin embargo, mientras el festejo continuaba, una inquietud creciente se apoderaba de su pecho, como un susurro de presagio que no podía ignorar.
Al caer la noche, el bullicio de la celebración dio paso a una ceremonia más solemne.
Al cumplir la mayoría de edad, todos los jovenes con sangre real corriendo por sus venas, debían someterse a un ritual ancestral conocido como el Rito de Ascensión.
Este rito, celebrado en la más estricta privacidad, tenía como propósito despertar y revelar el verdadero poder que residía en cada heredero real.
Para algunos, este poder se manifestaba en formas comunes y esperadas, mientras que para otros, traía consigo revelaciones que podían cambiar el destino de un reino.
Hyunjin, con su porte noble y la herencia de la Casa Solis reflejada en sus ojos naranjas como el sol poniente, sabía que este momento marcaría el rumbo de su vida.
Aunque había sido preparado para este día desde que tenía memoria, la inquietud en su pecho no desaparecía.
Guiado por dos guardianes vestidos con túnicas doradas, el príncipe atravesó los pasillos del palacio hasta llegar a una cámara oculta, reservada únicamente para los rituales más sagrados.
Allí, lo esperaba la hechicera Elara Thorne, la misma que había sido su mentora y protectora desde su nacimiento.
Elara había servido a la familia real Hwang durante décadas, siendo su guía espiritual y protectora.
La cámara estaba iluminada por una tenue luz de velas dispuestas en un círculo meticulosamente trazado. En el centro, un cáliz dorado contenía una poción de un tono oscuro y misterioso.
La atmósfera estaba cargada de una energía antigua y mágica.
Elara, de cabello plateado y ojos profundos, miró a Hyunjin con una mezcla de cariño y seriedad.
