11. Ginebra.

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Ginebra, me cae mal por MAMAGUEVA.

Zaira.

—Zaira, ¿Entonces vas a volver a vender mini donas en el instituto? —preguntó Simón apoyado en el casillero.

Me detuve observando los cuadernos tratando de buscar el que me tocaba —coño, lo estoy pensando y no es mala idea, yo tenía mi platica extra, me alcanzaba y ya se estaba corriendo la voz, si, aún tengo los ingredientes para empezar a hacer, entonces hablo con mi mai, mi pai y empiezo a vender mini donas otra vez.

—Aprovecho para pedir una fiado —adelantó Robert.

—Tú págame es que es, que me quedaste debiendo dos vasitos de mini donas.

—Coño, Zaira pero hace un tiempo fue esa monda, hazme esa vuelta y te pago.

—Lo mismo me dijiste con la hijueputa plata que te presté y mira, no veo ni un dólar —intervino Alexander.

—Nooo, pague, pague —habló Dixon.

—¡Ay ya! —chilló Robert haciéndonos estallar en carcajadas.

—¿De qué se ríen? —intervino James llegandome por detrás rodeándome los hombros con el brazo.

—Aquí hablando que Robert es mala paga —solté.

—¡Que yo te pago luego pero fiame unas mini donas, son sabrosas!

James me observó con una sonrisa —¿Volverá la narcotraficante del instituto?

—"El Tren De Aragua" —soltó Dixon haciéndonos volver a estallar en carcajadas.

—Yo te apoyo —habló el gringo—. Sé que no debo abusar de mis capacidades, pero vender comida no es un delito.

Busqué su rostro antes de abrazarlo con emoción —entonces hablo con mi Pai y mi Mai para ver si empiezo a traer mañana.

—Bueno, entonces estamos hablando —se adelantó Alexander a chocar los puños con todos para irse a su clase seguido de Robert y Thiago y el resto que se fue dispersando.

—¿Qué clase te toca? —habló James.

—Lecciones de Inglés —solté antes de empezar a caminar junto a él mientras él me quitó la mochila y la colocó sobre sus hombros, las pocas miradas estaban en nosotros, pero no era para menos, James era atractivo, de los más atractivos del instituto, osea era todo lo que una chamita que se vió High School Musical de chiquita querría, tremendo pelinegro, esbelto, de mandíbula marcada, nariz recta y ojos bien azules, naguevoná, un Troy Bolton cualquiera pues.

—Sobre eso...

Detuve el paso.

—¿Qué?

James me observó con una expresión seria.

—Ay, coño, habla —hablé exasperada.

La expresión de mi amigo se transformó en una carcajada divertida antes de soltar —Solo unas dos semanas más y este guapo vuelve a ser tu tutor. —informó haciéndome chillar y casi hago que se caiga al lanzarme a abrazarlo con fuerza.

—¡Al fin, coño! Yo ya no aguanto a ese chamo, como que es que de chiquito le daban tetero de ácido y alacranes. —confesé y mi amigo estalló en carcajadas.

Caminamos juntos por el pasillo de el instituto. Entre risas, comencé a sacar todo el veneno del fondo de mi ser.

— ¡Es que no lo soporto! —dije, agitando las manos con exageración—. Siempre está con esa sonrisa de "mírenme, soy perfecto". ¡Y ni hablar de cómo se cree la última Coca-Cola del desierto ¿Te has dado cuenta?

Más Allá De Las Fronteras. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora