Rhaenys Lannister-Targaryen

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La vida de la princesa Daenys Targaryen en Roca Casterly transcurría entre sombras y destellos de esperanza. Un día, mientras se paseaba por los jardines del castillo, comenzó a notar una serie de cambios en su cuerpo que no podía ignorar. Con el tiempo, los mareos matutinos se convirtieron en una constante, y Daenys sintió en su interior el suave latido de una nueva vida.

El embarazo era una montaña rusa de emociones, una mezcla de alegría y preocupación que la mantenía en un constante estado de reflexión. Daenys se llenaba de alegría al imaginar el futuro de su hijo, pero también se sentía abrumada por el peso de su historia familiar. A medida que pasaban los meses, su vientre crecía, y con él, sus esperanzas y temores.

Tywin, por su parte, tenía sus propias ideas sobre el nombre que debía llevar el hijo de la casa Lannister. Un nombre que resonara con el poder de su familia, uno que asegurara la continuidad del linaje Lannister. Sin embargo, Daenys había estado pensando en un nombre muy diferente. En su corazón, sabía que quería honrar a la memoria de la familia Targaryen.

Finalmente, el día del parto llegó. La noche se llenó de inquietud mientras las contracciones comenzaban a manifestarse. Daenys fue rodeada por las mujeres de la corte, quienes se preparaban para ayudarla en el momento culminante. La habitación estaba impregnada de un aire de anticipación, y Daenys se sentía atrapada entre el miedo y la esperanza.

Las horas se alargaron, y el dolor se intensificó. Sin embargo, en cada oleada de sufrimiento, pensaba en el ser que estaba a punto de conocer. Cuando finalmente el llanto del bebé llenó la habitación, Daenys sintió una mezcla abrumadora de alivio y amor. La pequeña fue entregada a sus brazos, y el mundo a su alrededor pareció desvanecerse.

Al mirar a su hija, Daenys sintió que era el símbolo de un nuevo comienzo. En ese momento, supo que debía luchar por su futuro. Decidida, se dirigió a Tywin para hablar sobre el nombre de su hija. "Tywin, quiero que le pongamos Rhaenys," declaró con firmeza. Era un nombre que evocaba la fuerza de la Casa Targaryen, y estaba en honor a la hija de Rhaegar Targaryen y Elia Martell.

Tywin la miró con sorpresa y desdén. "Daenys, deberíamos considerar un nombre Lannister. La fortaleza de nuestra casa debe prevalecer," respondió, pero la princesa ya había tomado su decisión.

"Rhaenys será su nombre. No solo honrará su legado, sino que también unirá nuestras casas en una forma que ninguna otra decisión podría lograr," replicó, con determinación. Daenys se aferró a la pequeña en sus brazos, sintiendo que era un nuevo legado, una oportunidad para redimir el nombre Targaryen.

Finalmente, en una ceremonia celebrada en el gran salón, el Gran Maestre se puso de pie y proclamó: "Que esta niña, Rhaenys, sea conocida no solo como hija de la Casa Lannister, sino como Princesa de Roca Casterly." Con esa proclamación, el título fue otorgado por el rey, consolidando el destino de la niña. La atmósfera era festiva, y Daenys, envuelta en un vestido de seda, sostenía a su hija con orgullo.

La llegada de Rhaenys marcó un nuevo capítulo en la vida de Daenys. La princesa no solo era la continuación de su sangre, sino también un rayo de luz en la oscuridad que había envuelto a su familia. A medida que los días se convertían en meses, Daenys se dedicó a criar a su hija con amor y cuidado, mientras el eco de su propia historia continuaba resonando en cada rincón de Roca Casterly.

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⏰ Última actualización: Oct 04 ⏰

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