Next to you {Alanso Villalvarro}

« Prólogo »

"Vamos, no puedes estar enamorado de él. Es más, ni siquiera puede gustarte. ¿Por qué habría de hacerlo? Es un chico común y corriene, no tiene nada en especial. Sobretodo, es un chico. Y tú también lo eres." Era lo que se mantenía en la mente del Navarro distrayéndolo por completo de sus deberes. Tenía la extraña manía de pensar profundamente en temas absurdos cuando estaba aburrido. Pero ni estaba aburrido, ni era un tema absurdo. Digamos, pensaba sobre su amor. ¿Debía hacerle caso a su corazón?

Después de un lapso de tiempo se preguntó a sí mismo: "¿Por qué te cuestionas sobre el amor?" Amor no era lo que él sentía, o al menos el trataba de hacerse creer que lo único que sentía por el chico castaño, era odio. Sí, era eso. Todo lo había confundido, nada más.

***

Por otra parte, Alonso mantenía la vista perdida en el camino. ¿En realidad debía hacerlo? ¿Perdería su dignidad como hombre por un simple capricho?

A diferencia de Alan, Alonso sentía esto serio. Sabía perfectamente que no se trataba de confusión, sabía perfectamente lo que pasaba y no lo negaba. En realidad, ambos lo sabían, pero ninguno quería admitirlo. Todo era por su estúpida dignidad. Pero, cuando dos personas se aman deberían estar dispuestos a perder su dignidad con tal de mantenerse juntos. Pero el problema era que no admitían ni que se gustaban, lo cual era un lío porque en la profundidad de ambos sabían que se necesitaban, sabían que un abrazo del otro los sanaría de cualquier herida que pudieran tener dentro, sin embargo, primero debían aceptarse como lo que eran: un par de homosexuales que se aman.

Alonso seguía con la mirada baja, pero estaba decidido, lo haría. Sólo por él. Sólo por Alan.

***

Alan seguía completamente confundido. Decidió ir a la cama y recostarse, pero por más que intentaba no dejaba de pensar. Habían pasado más de tres horas y no podía eliminar ese único pensamiento de la mente: Alonso Villalpando.

Justo cuando estaba a punto de caer dormido y poder renovar sus pensamientos, a lo lejos se escuchó el timbre de la puerta. «¿Quién carajos estaría aquí a las ¾miró su reloj¾ 12:56 am?» pensó. De mala gana, al ver que nadie abría, adormilado, bajó a abrir la puerta. Con los ojos entrecerrados miró por la ventana. Estaba demasiado oscuro y no lograba percibirse alguien. Con un poco de miedo, abrió la puerta despacio en defensa, podría haber sido algún ladrón o algo por el estilo.

-¿Quién... es?

Calló al ver quién era. Se sobresaltó y abrió los ojos por completo.

-Hola, Alan.

-Diablos, Alonso. ¿Qué haces aquí?

-Sólo quería hablar sobre la..

-Shh, Alonso. - susurró. -Habla más bajo, pueden escucharte.

-¿Y qué tiene que me escu..?

-Ven a mi cuarto. - interrumpió nuevamente Alan.

Alonso accedió y ambos subieron a la habitación del mayor. Al entrar cerraron la puerta con cerrojo y Alan se sentó en su cama, confundido aún y decidió aclarar sus dudas.

-Ahora sí, dime, ¿qué haces aquí?

-Sólo quería decirte que...- y Alonso hizo un silencio. No sabía exactamente qué decir.

-¿Qué...?

Alonso se sentó a un costado de Alan. Ambos voltearon a la par y se miraron. Se miraron de una manera tan hermosa que no hizo falta decir nada más.

Alonso desvió la mirada.

-Basta, no quiero verte a los ojos.

-¿Por qué?-preguntó Navarro.

-Temo perderme en ellos.

Alan supo que debía hacer. Tomó a Alonso del cuello y lo jaló hacia él. No dudó en nada, así que hizo lo que ya los dos deseaban. Rozó sus dulces labios y el ojiazul le respondió con sus labios. Combinaban y se mezclaban de una forma verdaderamente perfecta, un beso que hizo que sintieran algo que no habían sentido jamás. Ninguno quería parar, querían seguir explorando los sentimientos del otro a través de sus labios, en donde el beso expresaba todo lo que habían callado.

Entre el beso, Alonso paró por un segundo y atrevió a decir:

Sólo vine a decirte que te amo, Alan.

¾Yo te amo más, Alonso.

Y así volvieron a perderse en aquel beso que los unía para formar de ambos uno solo.

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