El sol de la tarde proyectaba largas sombras sobre las ruinas del antiguo templo,
mientras Eveling, una adolecente de 16 años con ojos color azul como el mar y una
cabellera rojizo que le llegaba hasta las rodillas, se deslizaba entre las columnas de
mármol desgastadas por el tiempo.Eveling era una joven bastante inquieta, con una
sed insaciable de conocimiento y una mente ágil que la llevaba a cuestionar todo lo
que la rodeaba.
Ella vivió en un pequeño pueblo de Atenas, era tranquila, casi monótona. Sus días
transcurrían entre las tareas del hogar, las clases de escritura con la profesora Gabi
y las largas caminatas por las colinas que rodean la aldea, donde se perdía en la
contemplación de la naturaleza y la lectura de los antiguos textos que encontraba en
las ruinas.
Eveling sentía una profunda conexión con la historia de su pueblo, con los mitos y
leyendas de sus antepasados habían creado alrededor de los dioses griegos.Le
fascinaban las historias de Atenea, la diosa de la sabiduría y la estrategia en batalla,
y de su poder para guiar a los mortales hacia la verdad y la justicia.
Un día, mientras exploraba las antiguas ruinas del templo dedicado a atenea,
Eveling encontró un pequeño cofre de madera tallado con un diseño inusual.Al
abrirlo, descubrió un collar de plata con un dije en forma de búho, el símbolo de la
diosa.Al instante, sintio un escalofrío recorrer todo su cuerpo.
Esa noche, mientras dormía, Eveling soñó con una mujer de ojos penetrantes y
llenos de sabiduría.Era Atenea, la diosa le hablo sobre un destino extraordinario que
le esperaba.Le dijo que era la elegida, que debía cumplir una profecía que
cambiaría el mundo.
Al despertar, Eveling se sintió confundida. ¿Era solo un sueño?¿O era una señal de
algo grande? La duda la estaba carcomiendo,pero la imagen de Atenea se grabó en
su mente, pero había algo que la impulsaba a descubrir la verdad.
En los días siguientes, Eveling comenzó a experimentar cosas extrañas. podía ver
cosas que nadie más veía, escuchar al viento y ver detalles de luz en las noches
oscuras.Una fuerza extraña la guiaba a buscar respuestas.
Un día, mientras caminaba por el bosque cercano de su casa, Eveling se encontró
con un hombre de apariencia algo peculiar.Tenía un sombrero de alas ancha, que
tenía una bolsa en la mano izquierda y en la derecha un caduceo está entrelazado
por dos serpientes de manera que en la parte superior forma un arco y unos ojos
penetrantes que parecían leer sus pensamientos.Era hermes, el mensajero de los
dioses, y él reveló que el sueño de Eveling no era un sueño, sino una profecía.