𝐂𝐘𝐒𝐌 | ❛ Las cicatrices emocionales pueden parecer cerradas, pero su sensibilidad persiste, lista para reabrirse cuando se tocan las fibras sensibles del corazón.❜
Escapar de los problemas sin resolverlos por completo nunca es la solución. Elowe...
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08 DE SEPTIEMBRE 2004
El trabajo infantil no es bien visto, ya que la mayoría imagina a los niños en un entorno de estudio, disfrutando de una infancia tranquila y llena de amor familiar. Se les visualiza con comida en cada momento del día, recibiendo del amor y la preocupación que unos padres deben brindarles desde su llegada al mundo; todo eso, en un ambiente de cuidado que contrasta con el maltrato.
Sin embargo, no todos los niños gozan de una infancia normal. No todos cuentan con alimento, cuidado, amor y atención de sus familias. Cada experiencia infantil es única y diversa.
En el caso de Yeonjun, su infancia era particularmente complicada.
La adolescencia, en cambio, representó un lujo en comparación. A los quince años, ya se encontraba en otro país, alejado de sus progenitores, emprendiendo su propio camino académico gracias a una beca que recibió en ese entonces.
La beca que le salvo la vida.
Nos remontamos al 2004, en septiembre, el mes de Yeonjun porque era su cumpleaños en este. Sin embargo, había una diferencia entre él y los demás niños. Él no esperaba su fecha de cumpleaños con emoción, porque desde que había nacido siempre había sido todo igual; nunca había tenido un gran cumpleaños en compañía de sus padres, puesto que estos eran muy ausentes gracias al trabajo. Lo que lo hacía sentirse solo constantemente, no observante, ese no era el problema que radicaba en el caso.
Su madre pasaba más tiempo en casa que su padre, pero eso no era necesariamente una buena noticia. A pesar de su presencia, él se sentía dejado y abandonado; una realidad que iba más allá de sus propios sentimientos.
────Te conseguí un empleo.──── Anunció la mujer Choi, sentada en una silla. Se giró para mirar a su hijo, quien estaba en el suelo jugando con unas canicas. Levantó una ceja. ────Ya tienes edad para contribuir a la casa. Eres un hombre, es hora de que aprendas.
El niño de ocho años, con su cabello oscuro, se rascó la nuca y dejó las canicas a un lado, confundido. No era su primer trabajo, ya había colaborado en un taller de mecánica, donde había aprendido de un hombre mayor, pero con una paga miserable.
────¿En serio...?──── La desilusión era palpable en su voz. No era de los que cuestionaban, sabía que eso solo le traería más problemas con su madre, que siempre hallaba la manera de alejarlo de su lado.
────¿Parece que estoy bromeando?
Tenía una caja sobre la mesa, y ella la tomó con esfuerzo, sintiendo el peso. Sin quitarla de la superficie, abrió la caja y extrajo un diario, arrojándolo hacia él casi como si fuera un proyectil. Yeonjun lo atrapó torpemente, mientras sus lentes se deslizaban por su nariz, y alzó la vista hacia su madre, confundido.
