cinco ; natación

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𝒜 𝑛𝑡𝑜𝑛𝑒𝑙𝑙𝑎

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𝒜 𝑛𝑡𝑜𝑛𝑒𝑙𝑙𝑎

Me encuentro en el natatorio del club esperando a que Olivia salga de natación, claramente tendría que estar yo ahí adentro pero ella le pidió por favor a su papá que asista a una de sus clases. Así que acá estamos, ambos adentro de la gran pileta y yo esperandolos ya que luego Enzo iría a entrenar.

— Anto! – Enzo me llama desde el agua.

Lo miro esperando su respuesta y el me hace una seña de que me acerqué, lo hago y me arrodillo con cuidado enfrente a el.

— ¿Que paso? – pregunto.

— Me olvidé el bolso con la ropa de los dos. – me dice y pone una cara rara.

— ¿En el auto? Ahí voy, de paso me compro algo para comer en el buffet. – le digo y me paro.

— Me compras algo a mi porfa, después te pago. – dice mientras mira a su hija.

— Tenés que entrenar vos.

— Daah, ¿Vos te pensas que no me da hambre que todas las mamis me miren? – se alaga y le ruedo los ojos.

— Que tonto, ¿Que querés?. – digo riéndome.

— Lo que haya, Gracias Anto. – dice y me tira una de sus sonrisas. – Eu, no te pongas celosa.

Se la devuelvo y me dirijo al estacionamiento, mientras pienso en lo que Enzo me había dicho hace unos minutos.

‘no te pongas celosa'

Si bien el verlo en cuero, ya varias veces por el hecho de que vivo en su casa y el anda para todos lados con su torso al aire, no me causo absolutamente nada. Pero algo sentí en el estómago, seguramente fueron los mates que tome a apuradas.

Volví con el bolso y las cosas que Enzo me pidió, compré unas galletitas para Olivia también. Me senté dónde anteriormente estaba y a los diez minutos ya estaban saliendo de la pileta.

Me acerque a ambos con sus toallas y la agarre a upa a la más chiquita, los tres fuimos para los cambiadores. Le puse unas calzas y un buzo a Olivia, mientras su padre se cambiaba yo la peine y la alimenté.

— Por fin, hombre. – le digo molestandolo.

Estás últimas semanas ganamos mucha confianza.

— Ni que fuera Antonella que tarda una hora y media para solamente ponerse cremas. – dice guardando sus cosas.

— Ahre, ¿que le pasaba? – le digo y levanto mis cejas.

— Boba que sos. – pone su mano tatuada en mi cara tapándome la vista.

— Dale, la estoy peinando. – le digo corriendo mi rostro. Aunque este parecía no entender. – Cargoso que sos, Enzo.

— Hija, Anto me dijo pesado. – el morocho le habla a su hija y está me mira como si estuviera preguntándome a lo que yo le niego con la cabeza.

can't help falling in love ; e. fernandezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora