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𝐴𝑠𝑡𝑟𝑖𝑑

-Despierten, ya llegamos -logre escuchar una voz, la cual hizo que me despierte de mi sueño profundo.

-Cinco minutos más -le digo al que me desperto, soñolienta.

Mmm.

Que comodo.

¿𝑆𝑒𝑟𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑠 𝑎𝑐𝑜𝑠𝑡𝑎𝑑𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑧𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑖𝑡𝑎?

-Aaah -digo lentamente mientras que me levantaba rapido-. Como que ya se me quitó el sueño.

-¿Ya llegamos? -pregunta un Kevin adormilado.

¿Por qué se ve tan jodidamente bien?

-Vamos levántense -nos dice el Señor Cyrus al salir del auto.

-Wow -observo atravez  de la ventana.

En serio wow.

¿De verdad vamos a vivir en esa casa?

¿𝐶𝑎𝑠𝑎?

𝑀𝑎𝑛𝑠𝑖𝑜𝑛 𝑠𝑒𝑟𝑎.

La mansión es moderna con un diseño limpio y minimalista. La fachada es de color blanco, con detalles en gris oscuro alrededor de las ventanas y las puertas.

Tiene un jardín delantero con un césped verde bien cuidado. Hay un camino de adoquines que lleva a la entrada principal, que está marcada por una puerta de vidrio con un marco de metal.

En el lado derecho de la casa, se observa un garaje adjunto. El garaje tiene una puerta de madera oscura, que está ligeramente abierta.

Tiene un diseño simétrico, con dos ventanas en cada lado de la entrada principal. Las ventanas son grandes y están compuestas por paneles de vidrio de forma rectangular. Las ventanas están rodeadas por marcos de metal, que se integran bien con el diseño moderno de la casa. También ahí  árboles y arbustos alrededor de la casa.

-¿Aquí vamos a vivir? -pregunta Kevin.

Me percato que ahí hombres, que al parecer son guardaespaldas. Están al rededor de la casa

-Si -Responde el Señor Cyrus, sonriente-. Avancen, salgan del auto. El primero que llegue tendrá la habitación más grande.

Kevin me regalo una sonrisa de las que me provocan escalofríos. Sali del auto de un salto y comence a correr lo más rápido que podía.

¿Por qué hay tantas escaleras solo para llegar a una miserable puerta?

-¡Yo voy a tener esa habitación! -exclame.

-Oh no, ni siquiera lo pienses.

Solté un quejido al sentir unas manos las cuales comenzaron a rodearme la cintura, me acercaron al pecho de alguien, haciendo presión para que no me suelte.

-¡Suéltame! -le reclame.

-¿Como se pide? -murmuro con voz ronca en mi oreja.

Se nota que acaba de despertar.

-¡Que me sueltes, idiota! -intente darle un patada, pero tantas veces he hecho ese movimiento que ya se lo aprendió de memoria.

-No hasta que me lo pidas, como se debe, tonta.

-Idiota.

-Tonta.

Me sonrió antes y dijo.

-Mi tonta favorita.

El ritmo de nuestros corazones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora