Capítulo 37

41 13 2
                                    

«¿Sabes cuántos nutrientes contiene la pasta de dientes? Cero. Así que, nunca, nunca de los nuncas que nunca ha habido te tragues la pasta de dientes. ¡Nunca, ¿me oyes, Hongjoong?! ¡Nunca vuelvas a tragarte la maldita pasta de dientes! ¡Ni siquiera cuando oigas los inesperados “Buenos días, Hongjoong” de Mingi! ¿Está claro?», me chilla mi propia conciencia mientras yo intento no morir ahogado en mi propio baño por ingesta de pasta de dientes.

—¿Estás… estás bien? ¿Llamo a urgencias? —pregunta él. Yo sigo escupiendo en el lavamanos la pasta que me he tragado—. Pensé que ya te habrías acostumbrado. No sé, llevamos con esto siglos.

Abro el grifo y me enjuago la boca.

—Quizá… —Toso—. Quizá a las nueve en punto de la noche, no a las seis de la mañana mientras me lavo los dientes.

Se ríe.

—¿Eso que noto es… enfado? Porque, sinceramente, me encantaría saber por qué estás enfadado, yo no fui quien te echó antes de ayer de mi casa deprisa y corriendo.

Me quedo callado y me miro al espejo sin dejar de pensar en la forma apresurada en que decidí irme de su casa. Después de llegar a la mía, me bebí el café de la compasión y me despedí del sueño; solo pude revisar y revisar el trabajo acumulado que tenía. Y, bueno, ¿para qué negarlo? También pensé en que los ojos de Mingi eran tan hermosos y atrayentes...

—No, no estoy enfadado. Esta es mi voz por las mañanas —miento un poquito.

No es que esté enfadado con él, sino conmigo mismo por haber hecho caso de mis impulsos y haberme ido de esa forma tan repentina, que no era para nada necesaria.

Con voz muy baja le escucho decir: «Ya, claro».

—Ya, ¿y la voz de enfadado cuál es?

—Oye, ¿tú no tenías que viajar hoy? ¿Por qué no intentas prepararte para el viaje y descansar un poco?

—Solo fue una excusa para que vinieras antes de ayer. —Se ríe—. No tengo ningún viaje.

Me quedo callado, negando con la cabeza y apretándome el puente de la nariz.

—Menudo cabrón estás hecho, Mingi.

—¿Cómo se supone que me tengo que tomar eso?

Inspiro fuerte por la nariz y luego libero el aire por la boca.

—Hey, tengo que ir a trabajar. Que tengas un buen día —digo, más cortante de lo que esperaba sonar.

—Hongjoong, solo una pregunta.

—Dime.

—¿No te da la sensación de estar actuando de una manera un poco cobarde e infantil?

Me miro al espejo y dejo caer los hombros.
Sí, yo también me he dado cuenta de que he estado evitándolo ilógicamente.

Resoplo.

—¿Siempre has sido así o esto solo te ha pasado conmigo? —añade.

—No, no… No sé por qué he actuado así, y lo siento, de verdad. No es algo habitual en mí…

Quiero seguir disculpándome, pero él se adelanta.

—Bien, no pasa nada, hay mil formas de volver a empezar. ¿Te apetece volver a salir hoy, después de trabajar?

Anteayer hice caso a mis impulsos y, sin pensármelo dos veces, decidí que tenía que irme de su casa cuando las cosas estaban muy animadas, cuando estábamos manteniendo una conversación superficial que por momentos se volvía profunda, pero que en ningún momento llegó a ser incómoda. Lo cierto es que me intimidó la posibilidad de que pudiéramos llevar aquello a algo más, así que decidí prevenir.

En ese momento solo pensé en que acabábamos de iniciar una buena amistad y que ambos hacía un tiempo habíamos terminado dos relaciones de años. Dar un paso en falso, crear malentendidos, me pareció una malísima idea. Era tarde y yo hice bien en volver a casa.

Mi primera respuesta ante su pregunta es un sonoro sí, de modo que no espero más y acepto.

—Me parece un buen plan, sí.

—Genial. ¿Conoces el bar Las carnitas de Maddox? Está a…

—A dos manzanas, sí.

—Ok, ¿te parece bien ahí?

—Sí, estaré allí a las siete.

—Por mí, fantástico.

—Bueno, ahora sí tengo que irme o llegaré tarde.

—Claro, ¡ten un buen día!

Sonrío tan exageradamente que parece que mis labios amenazan con salirse de mi cara.

—Gracias. Igualmente, Mingi.

El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora