—Quiero pescado —dice Chenle de la nada, completamente en desacuerdo con el hecho de que está pinchando una papa hirviendo en preparación para los gnocchi que están haciendo—. ¿Podemos comer pescado?
Es tarde por la tarde. El cielo aún no está del todo oscuro —aún está teñido de índigo y fuego, el sol apenas aferrándose—, pero lo suficiente como para que ambos hayan entrado y comenzado a cocinar.
—¿Ahora mismo? —pregunta Jisung. Está ocupado cortando el repollo que compró para hacer kimchi, prestando solo la mitad de su atención a las ocurrencias de Chenle, que principalmente implican buscar en los armarios y lamentar la falta de utensilios de cocina.
—Sí, ahora mismo —dice Chenle, clavando el tenedor en la papa y gruñendo—. Claro que ahora mismo no, tonto. ¿Alguna vez has pescado en el mar?
—Appa solía hacerlo —dice Jisung. El sonido del cuchillo sobre la tabla de cortar es rítmico, y en este punto ya está en una rutina constante, avanzando a través de cada cabeza de repollo con facilidad. Sabe que su madre no aprobaría particularmente este método: el de ella consistía en hacer que todos los niños se sentaran en el suelo y cubrieran cuidadosamente las hojas con sal y luego con pasta de pimiento, hoja por hoja, pero Jisung es solo un hombre, no una mujer sobrehumana con cinco hijos para ayudarla, así que toma el camino fácil.
—¿Y tú no?
Jisung se encoge de hombros.
—A mis hermanos les gusta más pescar. A mi hermana mayor, especialmente. Una de las primeras fotos que le tomaron fue sosteniendo un pececito con la sonrisa más grande en su rostro.
Chenle suelta carcajada.
—Eso es bastante lindo en realidad.
Tac, tac, tac. Jisung barre el repollo hacia un recipiente y toma el siguiente, cortándolo por el tallo y luego separándolo con las manos. Chenle pincha la papa de nuevo y, al parecer decidiendo que está lista, apaga la estufa y arrastra la cacerola hacia el fregadero.
—¿Me ayudas a escurrir esto? —pregunta.
—La tapa debería estar en el armario.
—Vaya —dice Chenle con una risa. Se agacha y abre los armarios, quejándose del desorden hasta que encuentra la tapa rayada y manchada de hollín que encaja en la cacerola, luego escurre la mayor parte del agua de la olla y coloca las papas en un tazón para que se enfríen en la encimera.
—Voy a comprar pescado —dice Chenle, envolviendo sus brazos alrededor del torso de Jisung y apoyando la barbilla en su hombro. Esto lo hace saltar brevemente, lo cual es preocupante considerando que está utilizando un cuchillo grande, pero no pasa a mayores, y Jisung se relaja en el calor de su cuerpo, balanceándose al ritmo de la melodía que él tararea.
—Está bien —responde Jisung—. ¿Y lo vamos a cocinar en tu casa, entonces?
—O podríamos traerlo aquí. Sé que los pescadores suben todas las tardes a vender lo que han capturado. Siempre los escucho gritar en la plaza: «¡Pescado fresco! ¡Pescado fresco!»
—¿Y has comprado algo?
—Sí, mucho bacalao. Algo de lisas. Carne de cangrejo fresca y camarones, y... —se detiene y ríe—. Escucha. Necesito dejar de hablar o voy a empezar a babear. Todo es tan fresco aquí, es increíble. Pensé que no habría diferencia; la mayoría de las cosas en Roma también son frescas, ya que estamos tan cerca de la costa, pero esto realmente es increíble.
—¿Por qué me pides que cocine para ti cuando ya lo has probado?
—Porque sabe mejor cuando lo cocina alguien que te gusta.
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meriggiare ›› chenji
FanfictionDetrás de él, toda la costa está iluminada. Las luces del pueblo, apretadas contra la cuna del valle como luciérnagas; las farolas de la carretera; la luna alta sobre ellos, grande y cerosa en el cielo negro como tinta. Todo el cosmos, todo el cielo...