~ La tormenta interior ~

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**Capítulo 2: La Tormenta Interior**

La noche había caído sobre Gravity Falls, y la cabaña del misterio se erguía en silencio bajo la luz tenue de la luna. Sin embargo, dentro de sus paredes, la mente de Lilith era un torbellino imparable de pensamientos y emociones. Se levantó de la mecedora y se acercó a la ventana, mirando hacia el oscuro bosque que rodeaba la cabaña. Las sombras parecían cobrar vida, y Lilith no podía evitar sentir una extraña conexión con ellas.

Recordó cómo, cuando era más pequeña, había vagado sola por esos mismos bosques, intentando escapar de la frialdad de su hogar. El silencio de los árboles, el crujir de las hojas bajo sus pies, todo eso le había ofrecido una paz que nunca encontró entre las paredes de la cabaña. Pero ahora, el bosque le parecía diferente, casi como si la llamara, como si conociera su verdadero nombre.

Con un suspiro, se apartó de la ventana y se dirigió hacia un viejo escritorio en la esquina de la habitación. Abrió uno de los cajones y sacó un pequeño cuaderno de cuero, sus páginas llenas de anotaciones, garabatos y dibujos. Había pasado años recopilando todo lo que podía sobre su herencia, sobre los misterios de Gravity Falls y los secretos de su propia existencia. A veces, incluso Stanford se sorprendía de las cosas que Lilith era capaz de descubrir por su cuenta.

Pasó las páginas hasta llegar a una que contenía un símbolo extraño, un ojo en llamas rodeado de intrincadas runas. Lo había encontrado en uno de los diarios de su padre, y había sentido una atracción inmediata hacia él. Había algo en ese símbolo que resonaba con una parte de ella, algo que no podía ignorar.

Con un susurro apenas audible, comenzó a recitar las palabras escritas al pie del símbolo. Mientras lo hacía, sintió una oleada de energía recorrer su cuerpo, un poder que parecía despertar desde lo más profundo de su ser. Las luces de la habitación parpadearon, y el aire se volvió más denso, casi eléctrico.

De repente, la puerta de la habitación se abrió de golpe, interrumpiendo su concentración. Lilith dio un respingo y cerró el cuaderno de un tirón, ocultándolo bajo un montón de papeles. Alzó la vista para encontrarse con la figura de Bill Cipher, apoyado despreocupadamente contra el marco de la puerta, su sonrisa sardónica intacta.

"Bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí?" dijo Bill, su tono burlón como siempre. "¿Jugando con fuego, Lilith? Pensé que te había enseñado a no meterte con cosas que no entiendes."

Lilith lo miró con desafío. "Lo entiendo mejor de lo que crees, padre. Estoy descubriendo mi verdadero potencial, algo que tú y Stanford se han negado a mostrarme."

Bill levantó una ceja y entró en la habitación, observando a su hija con una mezcla de curiosidad y algo más oscuro. "Oh, pequeña, tienes tanto que aprender. Pero debo admitir que estoy impresionado. No muchos pueden manejar ese tipo de poder sin volverse locos."

"Tal vez ya lo estoy", respondió Lilith, su voz cargada de amargura. "Después de todo, no soy más que un experimento fallido, ¿no? Un juego entre tú y Stanford."

Bill la miró en silencio por un momento, su expresión burlona desvaneciéndose ligeramente. "Lilith, eres mucho más que eso. Tienes un poder que ni siquiera yo puedo controlar por completo, y eso te hace... especial. Pero también te hace peligrosa, tanto para ti misma como para los demás."

Lilith sintió una punzada de dolor en el pecho, pero no dejó que se mostrara. En cambio, mantuvo la mirada fija en Bill, desafiante. "Si soy tan peligrosa, ¿por qué no me detienes? ¿Por qué me dejas seguir?"

Bill soltó una carcajada, su sonrisa volviendo a su rostro. "Porque quiero ver hasta dónde puedes llegar, querida. Quiero ver qué tan lejos puedes empujar los límites de lo que es posible. Pero recuerda, todo poder tiene un precio, y tarde o temprano, tendrás que pagarlo."

Antes de que Lilith pudiera responder, Bill se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Lilith se quedó sola una vez más, sus pensamientos girando en espiral mientras las palabras de su padre resonaban en su mente. Sabía que había verdad en lo que Bill decía, pero eso no hacía más que reforzar su determinación.

Volvió al cuaderno y lo abrió de nuevo, fijando la vista en el símbolo. Sentía el poder corriendo por sus venas, más fuerte que nunca, y con él, un creciente deseo de romper las cadenas que la mantenían prisionera en esa vida de indiferencia y abandono.

Pero sabía que no podía hacerlo sola. Necesitaba respuestas, necesitaba saber más sobre su propia naturaleza, sobre los secretos que sus padres le ocultaban. Y si ellos no se los daban, entonces los encontraría por sí misma.

Con esa resolución en mente, Lilith decidió que era hora de actuar. Se dirigió al armario y sacó una mochila vieja, llenándola con lo esencial: su cuaderno, algunas herramientas que había creado en secreto, y las pocas pastillas que le quedaban. Sabía que lo que estaba a punto de hacer era peligroso, pero el peligro era una constante en su vida, y había llegado el momento de enfrentarlo de frente.

Miró una última vez su habitación antes de salir en silencio. La cabaña estaba en silencio, y Stanford y Bill estaban en alguna parte, probablemente demasiado absortos en sus propias preocupaciones para notar su partida.

Lilith salió al frío aire nocturno, el viento helado golpeando su rostro. Con pasos decididos, se adentró en el bosque, siguiendo el llamado de las sombras que la habían estado observando durante tanto tiempo. El sendero ante ella era oscuro e incierto, pero eso no importaba. Lo que importaba era que, por primera vez en su vida, Lilith estaba tomando el control de su propio destino.

Mientras se alejaba de la cabaña, una sonrisa se dibujó en su rostro. Sabía que el camino que había elegido estaba lleno de peligros y desafíos, pero también estaba lleno de posibilidades. Y Lilith estaba lista para enfrentarlos todos.

**Continuará...**

Hija de la Oscuridad y la RazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora