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RINA
|UNFORGETTABLE|

El zumbido constante de la aguja llenaba la habitación mientras el dolor punzante se extendía por mi piel. No era la primera vez que me tatuaba, pero esta vez era diferente. Victoria estaba concentrada, con su mirada fija en cada línea que trazaba sobre mi piel. Había tenido que rogarle un buen rato antes de que finalmente aceptara tatuarme, y ahora estábamos aquí, en un pequeño estudio improvisado en la casa.

—Vale más y no la ibas a tatuar, Vicky—dijo Ally, recostada en el sofá, observándonos con una sonrisa.

—Ella me manipuló—respondió Victoria sin apartar la vista del tatuaje, su tono era serio, pero sabía que estaba bromeando. Le saqué el dedo en señal de protesta, y ella solo levantó una ceja antes de continuar con su trabajo.

—Deja el drama, platinada—dije, intentando mantener la voz tranquila a pesar de las punzadas de dolor—. Sabes que confío en ti más que en cualquier otro tatuador.

Victoria hizo una pausa, levantó la mirada y me sonrió. Había algo en esa sonrisa que siempre me desarmaba, algo que hacía que todo el mundo desapareciera a nuestro alrededor.

—Es tu culpa por saber cómo convencerme—murmuró antes de volver a concentrarse en el tatuaje.

Ally soltó una carcajada desde su rincón, disfrutando del intercambio. Yo cerré los ojos por un momento, tratando de ignorar la creciente tensión en el ambiente. Había algo en la forma en que Victoria me tocaba, algo que iba más allá del simple acto de tatuar. Era una conexión, una intimidad que habíamos compartido durante años y que, a pesar de todo, seguía ahí.

—¿Qué piensas hacer cuando terminemos?—pregunté, intentando romper el silencio.

Victoria no respondió de inmediato, lo que me dio la sensación de que estaba considerando cuidadosamente su respuesta. Finalmente, levantó la vista y me miró directamente a los ojos.

—Pensaba en quedarme aquí contigo un rato más—dijo suavemente, sus palabras cargadas de un doble sentido que no se molestó en disimular.

Sentí un escalofrío recorrerme, y no por el dolor del tatuaje. Había algo en su tono que me decía que esta conversación no era solo sobre tatuajes. Los recuerdos de lo que habíamos sido, de lo que habíamos compartido, seguían presentes, tan vivos como siempre.

—Termina esto primero, y luego vemos—respondí, intentando mantener la voz firme, aunque por dentro mi mente era un torbellino de pensamientos.

El silencio volvió a reinar en la habitación, roto solo por el zumbido de la aguja. Cada trazo en mi piel era una mezcla de dolor y placer, pero sobre todo, era un recordatorio de lo que Victoria y yo habíamos sido, y de lo que, tal vez, aún éramos.

Cuando finalmente terminó, la platinada limpió el área con cuidado, observando su obra con una satisfacción silenciosa. Me levanté despacio, sintiendo el ardor en mi piel mientras me dirigía al espejo. El tatuaje era perfecto, como todo lo que ella hacía.

—¿Te gusta?—preguntó, sus ojos fijos en mí a través del reflejo.

—Me encanta—respondí, girándome para enfrentarla, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho—. Sabes que siempre me ha encantado todo lo que haces.

Ella se acercó, acortando la distancia entre nosotras, y en ese momento, supe que no había vuelta atrás. Había algo en sus ojos que me atraía, algo que había estado allí desde el primer día y que aún no se había desvanecido.

Pero antes de que pudiera decir algo, Ally interrumpió el momento, riendo.

—Parece que tendremos que dejar el romance para después—dijo, levantándose del sofá—. Ustedes dos necesitan una habitación o algo.

THE STORY OF US (YOUNG MIKO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora