El teléfono de Scott cayó de sus manos y golpeó el suelo con un crujido, pero el sonido de la voz siniestra aún resonaba en el aire. Antes de que Rachel y Marilyn pudieran reaccionar, un grito ahogado escapó de la garganta de Scott. Su cuerpo se tensó, y sus ojos se abrieron de par en par, como si estuviera viendo algo horrible justo frente a él.
—¡Scott! —gritó Marilyn, extendiendo la mano hacia él.
Pero en un abrir y cerrar de ojos, Scott se desvaneció. No fue un simple paso atrás o una caída; literalmente desapareció ante sus ojos, como si nunca hubiera estado allí. Marilyn se quedó paralizada, mirando el vacío donde había estado su novio solo un segundo antes.
—¡No! ¡Scott! —gritó desesperada, sus lágrimas fluyendo sin control.
Rachel corrió hacia Marilyn, temblando de miedo.
—Marilyn, tenemos que movernos... ¡algo lo ha llevado!
Marilyn giró hacia Rachel, sus ojos llenos de pánico.
—¿Qué significa esto? ¿Qué fue eso? —preguntó, su voz temblorosa.
Rachel sintió su estómago revolverse. Sabía lo que había visto en su visión: el mismo lugar oscuro, la misma criatura, y ahora... Scott estaba allí, atrapado con Mike.
—Tengo que contarte algo —dijo Rachel, su voz apenas un susurro.
—¿Qué viste? —Marilyn preguntó, aferrándose a los brazos de Rachel, desesperada por respuestas.
Rachel respiró hondo, intentando calmarse, y relató su visión: cómo había visto a Mike en ese lugar oscuro, la criatura aterradora, y cómo ahora Scott también estaba allí. Marilyn escuchó en silencio, su rostro volviéndose más pálido con cada palabra.
—Tenemos que hacer algo, Rachel... —dijo Marilyn, con una mezcla de miedo y determinación—. No podemos quedarnos aquí esperando.
Las dos chicas se miraron, ambas sabiendo que necesitaban ayuda, alguien que pudiera explicar lo que estaba sucediendo.
Decidieron correr por las calles desiertas, buscando a alguien, a cualquiera que pudiera ayudarlas. Finalmente, doblaron una esquina y vieron a un hombre mayor, de aspecto desaliñado, con una larga barba gris y una mirada profunda. Estaba sentado en un banco, fumando un cigarro y mirando a lo lejos, como si las estuviera esperando.
—¡Ayúdanos, por favor! —gritó Marilyn, casi desesperada.
El hombre levantó la vista lentamente, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de compasión y algo más... algo que parecía miedo.
—Sé por lo que están pasando... —dijo el hombre, su voz ronca y gastada por los años—. Yo pasé por lo mismo.
Rachel y Marilyn intercambiaron una mirada de incredulidad.
—¿Cómo... cómo es posible? —preguntó Rachel, dudando en acercarse más—. ¿Quién eres tú?
El hombre se puso de pie, apagó su cigarro y las miró con intensidad.
—No importa quién soy —respondió—. Lo que importa es que sé cómo vencer a esa criatura. Pero primero, deben saber que esto es una maldición... alguien que les tiene odio la ha pasado a ustedes.
—¿Una maldición? —repitió Marilyn, aún sin creer del todo.
—Sí, una maldición que solo se puede romper de una manera —explicó el hombre—. Deben resistir y cantar un canto antiguo en el mismo lugar oscuro que ves en tus visiones, chica —dijo, señalando a Rachel.
Rachel sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—¿Cómo sabes que tengo visiones? —preguntó, aún más asustada.
El hombre sonrió de manera sombría.
—Porque yo también las tuve... cuando era joven... antes de que lograra escapar.
Antes de que pudieran seguir interrogándolo, el teléfono del hombre comenzó a sonar. La misma melodía inquietante, el mismo número desconocido en la pantalla.
El hombre miró el teléfono con una mezcla de resignación y miedo, y de repente, su rostro cambió. Sus ojos se oscurecieron, como si algo lo estuviera tomando.
—¡Salgan de aquí! —gritó de repente con una voz que ya no parecía la suya—. ¡Ahora!
Rachel y Marilyn se miraron, sin saber qué hacer, pero el hombre continuó gritando, sus manos temblando mientras sostenía el teléfono.
—¡Corran, antes de que sea tarde!
El hombre, con una mirada aterradora, llevó el teléfono a su oído, y de repente, su cuerpo se tensó como si estuviera poseído. Su expresión se volvió vacía, y un leve susurro comenzó a emanar de sus labios mientras contestaba la llamada.
Rachel y Marilyn, sin pensarlo dos veces, giraron y comenzaron a correr, sus corazones latiendo con fuerza en sus pechos, sus respiraciones entrecortadas por el miedo. Podían escuchar el eco de la voz del hombre a sus espaldas, cada vez más lejos, pero el tono siniestro de sus palabras aún retumbaba en sus oídos.
Corrían sin mirar atrás, con la certeza de que algo más oscuro las seguía. El aire era denso, y el silencio de la noche parecía contener la respiración, como si la misma ciudad estuviera conteniendo el aliento.
Finalmente, llegaron a un callejón, jadeando, tratando de calmarse. Marilyn se giró hacia Rachel, su rostro una mezcla de terror y desesperación.
—¿Qué hacemos ahora? —preguntó, casi en un susurro—. ¿Qué hacemos?
Rachel, aún sintiendo la tensión en su pecho, trató de recuperar el aliento. Sabía que no tenían muchas opciones, pero también sabía que no podían dejar que el miedo las venciera.
—Tenemos que encontrar ese lugar oscuro... —dijo, recordando las palabras del hombre—. Tenemos que intentarlo, por Mike, por Scott... y por nosotras.
Marilyn asintió, tragando saliva, y las dos comenzaron a caminar lentamente, con la sensación de que la oscuridad las observaba desde cada esquina.
Entonces, el teléfono de Rachel vibró en su mano.
Ambas chicas se detuvieron, sus corazones congelándose en sus pechos.
—No... —murmuró Rachel, mirando la pantalla.
El mismo número desconocido.
—Rachel, no lo contestes... —dijo Marilyn, con lágrimas en los ojos.
Rachel sintió que su mano temblaba. Sabía que debía hacer algo, que el tiempo se estaba acabando. Pero también sabía que la llamada traía consigo más de lo que podrían soportar.
Con un profundo suspiro, se preparó para decidir...
ESTÁS LEYENDO
"Ring Ring es tu fin"
Детектив / ТриллерUn libro de "terror" que lo ise por aburrimiento