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Parte 2

Esa misma mañana, antes de que todo el desastre se desatara, Minji se había sentido de la misma forma que Ploy: con la desesperación haciendo revoltijos en su vientre.

Su Señor le había librado de sus asuntos ese día pues le había contado acerca de que esa noche tenía una cita con el médico Korapat. Incluso Mabel se dio un pequeño tiempo libre para irle a ayudar con las ropas y el maquillaje.

―Lo odio mucho ―le dijo Minji con aspecto deprimido.

―Lo sé. Es desagradable ―suspiró Mabel, acomodándole una horquilla en sus cabellos―, pero ya sabes lo que ha dicho nuestro Señor, Minji... Si esta noche no ocurre algo, puedes dejarlo. Creo que él ya se está rindiendo con esto, Minji.

―¡Pero no es justo! ―se quejó ella con ojos tristes y voz temblorosa―. Él ha hecho tantas cosas... Ha sido tan bueno con el pueblo... La gente lo quiere mucho...

―A veces, la vida no es tan justa, hermosa ―suspiró Mabel.

Sólo asintió con la cabeza, más triste que antes. Sin embargo, trató de cambiar su expresión cuando fue donde Nanon Korapat, que ya le esperaba con el carruaje listo. La había invitado a ir a la ciudad a pasear y comer, y luego, de regreso en el palacio, iban a cenar juntos. Minji tenía mucho miedo por lo que fuera a ocurrir más tarde, pero sólo trató de contenerse.

Para su fortuna, en general, se portó bien y de manera decente con ella en general. Ella no solía pensarlo demasiado, sin embargo, ese hombre parecía realmente enamorado de Minji. Aquel pensamiento sólo la hacía sentir más asqueada, pues a pesar de que era algo normal, no se sentía cómoda con la diferencia de edad entre ellos. Además, a veces era desagradable y miraba con mucho desprecio a la gente más necesitada, y solía decir algunos comentarios acerca de su Señor que la enardecía por dentro.

En general no fue un mal día, pues Nanon creía que los silencios de Minji eran por su timidez e introversión. Al menos, no le presionaba a hablar y estaba dispuesto a comprarle todo lo que quisiera. ¿Era una mala persona si se aprovechaba un poco de eso? Ella creía que no.

Cuando comenzó a atardecer volvieron al palacio. Minji sabía que la familia real de Baekje cenarían con el Emperador y su Señor, por lo tanto, no la iba a necesitar demasiado, así que acompañó a Nanon hacia su habitación, que se unía a la pequeña oficina donde atendía sus asuntos médicos.

―Podríamos pedir vino y la cena ―sugirió Minji cuando vio su oportunidad―, podríamos... comer juntos si lo deseas, Nanon.

―¡Claro que sí! ―dijo el médico con entusiasmo.

Lo segundo que más exasperaba a Minji de estar al lado del médico era fingir que sus temas de conversación le interesaban. Era egocéntrico y ligeramente narcisista, creía ella, pues sólo hablaba de él, de que provenía de una familia importante, que era un prodigio como médico y esperaba ocupar el puesto del médico Han una vez éste se retirara.

―El médico Han es muy cercano al Emperador ―comentó Minji, tratando de no bostezar.

―Claro, pero ya es anciano ―respondió Nanon con cierto desprecio―, una vez llegue el momento, el Sumo Sacerdote hablará a mi favor.

―Oh ―Minji parpadeó y echó un poco más de carne a su plato―, no sabía que eras cercano a él.

―Muy cercano ―afirmó el médico―, él fue quien me dio las recomendaciones para entrar aquí con la guerra.

―Que... bueno... ―eso Minji ya lo sabía, pero se preguntó si podría sacarle un poco más de información, y le llenó la copa de vino otra vez―, me imagino que es de gran confianza para ti.

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