Capitulo 34

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Fuertes declaraciones

Narrador:


Las pisadas de Morax resonaban en la habitación, cada paso firme y deliberado llenando el silencio con un eco que parecía burlarse de su víctima. Caminaba despacio, con la mirada evaluadora de quien se encuentra en una galería de arte, contemplando cada detalle de su obra maestra. Azael lo observaba desde el suelo, la ira brillando en sus ojos, aunque su cuerpo traicionaba el dolor que intentaba ocultar. La sangre que goteaba de sus heridas y el temblor en sus manos delataban cuán herido estaba realmente, mucho más de lo que jamás admitiría en voz alta.

—¿Qué diablos estás haciendo, imbécil? —gruñó Azael, su voz quebrada por el dolor y la rabia.

Morax se detuvo, girando lentamente para mirar a su hermano herido. Sus ojos eran fríos, tan vacíos como el abismo. La sombra de una sonrisa curvó sus labios, pero su respuesta fue tan helada como su mirada.

—Admirando mi trabajo —respondió Morax con una calma perturbadora, su voz resonando en la habitación como un eco distante.

Azael apretó los dientes, luchando por no dejar que el dolor y la furia lo dominaran. Pero sabía que estaba perdiendo la batalla, y Morax lo sabía también.

—¿No me digas que en serio te creíste todo eso del hermano ejemplar? —se burla Morax, cruzando los brazos mientras observa a Azael con una mezcla de lástima y diversión—. En serio, creí que eras más inteligente, Azael. Bueno, supongo que hasta yo puedo equivocarme. 

Azael siente cómo se le tensan los músculos de la mandíbula. Su propio hermano, del lado de los traidores. La traición es algo que ni en sus peores pesadillas habría imaginado, incluso en los momentos en que había llegado a detestarlo. 

—¿Estás del lado del traidor...? —dice Azael con voz tensa, más como una declaración que como una pregunta. 

Morax simplemente sonríe, con una arrogancia que solo añade sal a las heridas de Azael. 

—No —responde Morax con un tono de orgullo inconfundible—. No estoy del lado de nadie, porque mi lado lo creo yo. 

Azael levanta la vista, y en sus ojos se acumula toda la ira y la furia que hierven dentro de él en ese momento. No puede creer lo que está escuchando, y esa mezcla de incredulidad y rabia lo consume. 

—Entonces, eso eres… El maldito traidor al que tanto ayudaste a buscar —dice Azael con un hilo de voz, tratando de mantener la compostura a pesar del dolor punzante que le recorre el cuerpo.

—¡Bingo! —exclama Morax con una sonrisa sádica, sus ojos brillando con una oscura satisfacción mientras se acerca lentamente, disfrutando del momento—. Me preguntaba cuánto tiempo te tomaría darte cuenta.

Empieza a caminar alrededor de Azael, como un depredador que acecha a su presa, con una sonrisa cómplice y burlona en el rostro. 

—Fuiste tú... Todo este tiempo —murmura Azael, su voz debilitándose con cada palabra, cada respiración más difícil que la anterior. El dolor de su herida se vuelve más intenso, casi insoportable.

—Sí... Siempre yo, ¿no? —responde Morax con una tranquilidad que roza lo indiferente. Saca un cigarro de su bolsillo y lo enciende con calma, inhalando profundamente antes de continuar.

—Fui yo quien estudió a cada uno de ustedes para crear un veneno capaz de acabarnos a nosotros mismos. Fui yo quien lo probó dejándolo en la habitación de Visha Harcourt. Fui yo quien pagó para que nuestra madre terminara con la vida de nuestro miserable padre. Y soy yo ahora quien está acabando con el portador de la bestia.

REDENCIÓN OSCURA (1# Trilogía Lazos Oscuros) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora