-Capitulo 69 - Tesoro

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10:40 PM

Melo

Escucho la puerta del baño abrirse y como colocan el seguro, debe haber entrado para asegurarse de que estoy bien, me gusta que sea tan sobre protector, aunque ya debería estar acostumbrado a que todo me levante de repente para ir al baño, hoy ha sido un día especialmente pesado para mi estómago.

— Estoy bien; solo fue un susto, no pasa nada.—

 Escucho como aclaran la garganta y el agua correr en el lavamanos pero no responde. Abro la puerta para encontrarlo y vuelvo a caer sentada en el inodoro cuando me fallan las piernas.

— Hola Tesoro. —

No...

Es mas grande, tiene mas tatuajes; el tatuaje en el cuello es nuevo, viene vestido de negro como siempre y el hoody con gorra gris que sobresale por su cuello es nuevo en él, es demasiado alto, sigue siendo delgado; pero eso nunca ha sido un impedimento, la fuerza que tiene no esta en los músculos, la postura erguida y la mirada intensa, las cejas pobladas y los ojos negros con pestañas largas me aterran; la imagen que alguna vez amé, me causa pavor. 

Me mira mientras seca sus manos despacio y camina hasta encerrarme en el cubiculo con su cuerpo. Se inclina delante de mí y siento como el baño se transforma en un congelador, me duelen los huesos con el frío que me surge de las entrañas, puedo oler su perfume Tuscan Leather; recuerdo lo mucho que me gustaba y ahora me paraliza olerlo tan cerca de mi.

— Se acabó el tiempo tesoro, incluso mi paciencia tiene un límite.—

¿Va a matarme? La pregunta me retumba en la cabeza y si decide hacerlo ahora, al menos sabré que ha terminado, Annett no está cerca, está lejos con Jannett, si me mata aquí tendría que ser rápido, no creo que pueda sacarme de este lugar, así que tendrá que hacerlo aquí, pero si puedo levantarme solo tengo que correr, bastará con salir del baño, gritar y que me escuchen Jeff está afuera, Antonio, Alex, Ray... Solo tengo que gritar y estaré a salvo o salir, si puedo salir y avisar que está aquí estaré a salvo; defenderme no es una opción real, no podría lanzar un golpe aunque quisiera, las manos me tiemblan demasiado, tengo los brazos entumecidos por completo y veo como la puerta se aleja de mí, solo tengo que salir, mover las piernas y salir.

— ¿Viniste a matarme? —

Hablo bajo, con la mirada en el suelo y ríe profundo, siento su mano en mis piernas, las desliza subiendo el ruedo del vestido casi hasta el inicio de mis muslos antes de acercarse tanto que puedo oler la menta en su aliento cuando habla.

— No podría matarte tesoro; aunque te lo has ganado. —

Siento sus manos en mi cintura cuando me toma para levantarme y un escalofríos me recorre la espalda cuando tira de mí; no me está lanzando contra la pared, no me ha golpeado pero nunca anuncia los golpes, me guía de espaldas hasta el lavamanos y pierdo control de mi respiración cuando mi espalda toca la meseta.

— ¿Rojo? Sabes que no me gusta que te pintes los labios. —

Toca mis labios con el pulgar y no puedo explicar el calambre que me recorre el estómago, deja el dedo reposando en mi labio inferior antes de llevar ambas manos a mi rostro; no me da tiempo a moverme o a reaccionar, presiona sus labios contra los míos y tira suavemente apretando con los dientes; el cuerpo me reacciona sin poder controlarlo y correspondo al beso sin entender por qué, tira de mí hacia adelante con las manos en mi trasero e intensifica el beso apretandome contra el. 

Me duele, el beso duele, pero el dolor es tan familiar que ni siquiera me molesta; siento que el corazón se me va a salir del pecho cuando me pega mas a él y siento la erección en su pantalón, desliza la mano por debajo de mi vestido y todas las alarmas vuelven a encenderse; no quiero esto, no quiero esto pero no puedo parar, es como si el cuerpo no me respondiera, no puedo apartar la cabeza aunque quiera, mantengo las manos apretadas en la meseta del lavamanos y no puedo moverlas; puedo sentir como las uñas acrílicas se presionan contra la cerámica, el dolor me reconforta, si logro arrancarme las uñas podré distraerme, no puedo empujarlo, no puedo moverme. 

Eros -BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora