Capítulo 5

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—¿Quieres contarnos ahora qué te tenía tan distraído? —preguntó Gabo, medio en broma, medio en serio.

Los miré, dudando por un segundo. Podría contarles sobre Alison y lo que estaba pasando, pero algo en mi interior me detuvo. No quería que lo supieran todavía. No hasta que entendiera mejor lo que estaba ocurriendo.

—Nada, solo... un mensaje, ya saben. No es gran cosa —respondí, intentando sonar casual.

Johnny me lanzó una mirada escéptica, pero no insistió. Los tres salimos del salón, y el aire fresco del pasillo fue un alivio después de la clase. Johnny y Gabo se quedaron a mi lado, y aunque trataba de parecer relajado, podía sentir que me estaban observando.

—No me digas que estás empezando a comportarte como Johnny cada vez que Carolina le manda un mensaje —dijo Gabo con una sonrisa burlona, dándome un pequeño golpe en el hombro.

Johnny rió, pero luego se detuvo y me miró con curiosidad.

—Es cierto, Brant. Hoy estás más pendiente al móvil de lo normal. ¿Es Flavia?

Sentí un ligero nudo en el estómago al escuchar su nombre. Sabía que era una pregunta natural, pero, aun así, no pude evitar sentirme incómodo.

—No es eso —respondí, quizás demasiado rápido.

Gabo alzó una ceja, escéptico.

—Entonces, ¿hay otra chica en el horizonte? —preguntó, su tono era una mezcla de broma y genuina curiosidad.

Miré hacia adelante, intentando evitar sus miradas. La imagen de Flavia apareció brevemente en mi mente, pero fue rápidamente reemplazada por la de Alison.

—De verdad, no es nada. Solo... estoy escuchando música nueva —dije, intentando desviar la conversación.

Johnny y Gabo intercambiaron una mirada, pero no insistieron. Aunque podía sentir que no estaban convencidos, decidieron dejarlo pasar por ahora.
Johnny me miró de reojo, como si estuviera analizando cada palabra que decía.

—Bueno, si tú lo dices... Pero igual, cuídate, porque de repente tienes a alguien nuevo rondando por tu cabeza —dijo Johnny con una sonrisa.

Antes de que pudiera responder, Johnny cambió de tema abruptamente, como si hubiera recordado algo importante.

—Oigan, casi lo olvido. Mañana hay una fiesta. Unos chicos de la facultad la están organizando, y están invitando a todo el mundo.

—¿Fiesta? —preguntó Gabo, su tono mostrando interés inmediato.

—Sí, va a ser grande. Y lo mejor... —Johnny hizo una pausa, como si estuviera construyendo suspenso—. Carolina va a ir, y su amiga también.

Mi mente dio un vuelco. Por un momento, el mundo pareció detenerse.

¿Así que mi futura esposa irá a la fiesta?

Traté de mantener una expresión neutral, pero no estaba seguro de haberlo logrado.

—¿Su amiga? —pregunté, intentando que mi voz sonara no tan interesada.

Johnny me lanzó una mirada significativa.

—Sí, ya sabes, la misma de siempre. Así que, Brant, ¿recuerdas lo que acordamos? Tú te encargas de su amiga, y yo me quedo solo con Carolina. Es el plan perfecto.

Gabo se rió, pero su tono fue mitad en broma y mitad resignación.

—Genial, entonces yo seré el que quede solo. ¿Qué más da?

Johnny se encogió de hombros.

—Tienes un carisma natural, Gabo. Seguro encuentras compañía en la fiesta —le dio una palmadita en la espalda antes de mirar de nuevo a Brant—. Entonces, ¿qué dices, Brant? ¿Te apuntas?

Sombras del orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora