Capítulo 3: Fragmentos del Ayer

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El gimnasio de la Academia UA estaba sumido en un silencio casi reverencial. La luz artificial reflejaba los sudores y esfuerzos de incontables estudiantes que habían entrenado en ese lugar, pero ahora, solo dos figuras ocupaban el vasto espacio. Bakugo Katsuki y Shoto Todoroki se encontraban uno frente al otro, en una posición que se sentía tanto familiar como nueva.

—No te contengas —espetó Bakugo, sus ojos ardiendo con esa intensidad feroz que lo caracterizaba. Sus puños comenzaban a chisporrotear con pequeñas explosiones, una señal de su impaciencia y de la energía contenida que estaba a punto de desatar.

—Nunca lo hago —respondió Todoroki con calma, su lado derecho comenzaba a brillar con un calor abrasador mientras que el izquierdo se envolvía en una fría neblina de hielo.

Ambos sabían que este combate no era solo para medir fuerzas o mejorar habilidades. Había algo más en juego, algo que ambos sentían pero que aún no podían articular del todo. Era como si al enfrentarse, pudieran descifrar los fragmentos de un enigma que sus mentes no lograban comprender.

Bakugo fue el primero en moverse, lanzándose hacia adelante con la velocidad de un rayo. Sus explosiones resonaron en la sala mientras cerraba la distancia entre él y Todoroki en un abrir y cerrar de ojos. Todoroki reaccionó de inmediato, levantando un muro de hielo que se alzó rápidamente entre ellos, pero Bakugo no se detuvo. Con un rugido, concentró sus explosiones en un solo punto, destrozando el muro con una fuerza bruta que lo impulsó directamente hacia su oponente.

Todoroki esquivó el ataque en el último momento, girando para contraatacar con una ráfaga de llamas que iluminó el gimnasio. Bakugo se deslizó por debajo del fuego, evitando el calor abrasador por un pelo, y aprovechó el impulso para lanzar una explosión dirigida a los pies de Todoroki, tratando de desequilibrarlo.

El combate continuó con una ferocidad que pocos podrían igualar. Ambos se movían con una precisión y un conocimiento del otro que era casi instintivo, como si cada ataque y defensa estuviera coreografiado por algo más grande que ellos mismos. Sin embargo, no eran solo sus cuerpos los que estaban en sintonía; en sus mentes, imágenes y sensaciones comenzaban a surgir de manera más clara.

Bakugo sintió, por un breve momento, el peso de una corona sobre su cabeza, y el eco de rugidos lejanos llenó sus oídos. En otro instante, Todoroki se vio rodeado de nieve y fuego, con una espada en la mano y una sensación de pérdida profunda en su pecho. Ambos vislumbraron rostros conocidos, pero al mismo tiempo extraños, entre los destellos de sus poderes.

Finalmente, después de lo que parecieron horas, ambos se detuvieron, jadeando pero sin estar realmente agotados. Algo en el aire había cambiado. Bakugo miró a Todoroki, su respiración pesada pero sus ojos aún llenos de esa llama inextinguible.

—¿Lo sentiste? —preguntó Bakugo, su tono más serio que nunca.

Todoroki asintió, sin apartar la vista de él.

—Sí. No sé qué es, pero cuando luchamos, es como si algo en mí despertara... como si hubiera una parte de mí que reconociera esto, que reconociera a... ti.

Las palabras de Todoroki resonaron en el aire, y por un momento, Bakugo no supo cómo responder. No estaba acostumbrado a este tipo de conversaciones, ni a admitir que algo estaba más allá de su control o comprensión. Pero no podía ignorar lo que había experimentado.

—Es como si ya hubiéramos hecho esto antes —admitió Bakugo a regañadientes, sus ojos dorados buscaban respuestas en el rostro de Todoroki—. Pero no en esta vida.

El silencio se extendió entre ellos, pesado pero no incómodo. Ambos sabían que estaban tocando algo más profundo, algo que iba más allá de los límites del tiempo y el espacio.

—He estado investigando —dijo Todoroki finalmente, rompiendo el silencio—. Sobre reencarnación, sobre conexiones entre vidas pasadas. No estoy diciendo que sea eso lo que nos está pasando, pero las coincidencias son demasiadas. Y esos sueños...

Bakugo lo observó con atención, evaluando cada palabra. Nunca había sido del tipo que creyera en cosas místicas o esotéricas, pero lo que estaba sintiendo no era algo que pudiera explicarse fácilmente con lógica.

—¿Y qué propones? —preguntó Bakugo, cruzando los brazos.

—Seguir investigando —respondió Todoroki—. Pero no solo eso. Tal vez deberíamos intentar recordar más, buscar lugares o situaciones que puedan desencadenar más recuerdos. Si esto es real, si realmente compartimos algún tipo de pasado, necesitamos saber por qué y para qué.

Bakugo asintió lentamente, aceptando la idea. No le gustaba la incertidumbre, pero odiaba aún más la idea de dejar que algo así se mantuviera sin resolver.

—Está bien —dijo finalmente—. Pero si vamos a hacer esto, lo haremos a mi manera. Sin tonterías, sin perder el tiempo.

Todoroki sonrió ligeramente, un gesto sutil pero sincero.

—Me parece justo.

Con un nuevo objetivo en mente, ambos se prepararon para salir del gimnasio. Pero justo cuando estaban a punto de irse, una voz interrumpió su camino.

—¿Qué están haciendo aquí? —era Midoriya, que había entrado en el gimnasio con la intención de entrenar un poco después de las clases.

Bakugo lo fulminó con la mirada.

—¡Nada que te importe, maldito nerd!

Midoriya, acostumbrado a las explosiones de Bakugo, solo sonrió tímidamente.

—Perdón, no quería interrumpir. Es solo que... bueno, se siente como si hubiera pasado algo importante aquí.

Todoroki y Bakugo intercambiaron una mirada. Ambos sabían que algo había cambiado entre ellos, algo que ni siquiera Midoriya, con su habilidad para percibir las emociones de los demás, podría entender completamente.

—Tranquilo, Midoriya —dijo Todoroki con suavidad—. Solo estamos resolviendo algunas cosas.

Con eso, ambos se dirigieron a la salida, dejando a Midoriya detrás, confundido pero intrigado.

Mientras caminaban por los pasillos, el eco de sus pasos resonaba en sus mentes, mezclándose con las imágenes y sensaciones que aún latían en su interior. Algo se había desbloqueado en sus corazones, un vínculo que trascendía el tiempo, y ambos sabían que este era solo el comienzo de un viaje que los llevaría a descubrir verdades que habían estado ocultas durante siglos.

Pero mientras el presente y el pasado comenzaban a entrelazarse, una nueva pregunta surgía en sus mentes: ¿qué harían cuando finalmente descubrieran quiénes eran realmente?

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