Capítulo 4: Rastros del Destino

21 2 0
                                    

El crepúsculo envolvía la Academia UA, bañando el campus en una suave luz dorada. Los estudiantes se dispersaban después de otro día de entrenamiento, algunos dirigiéndose a sus dormitorios, otros hacia la biblioteca o la cafetería. Sin embargo, Bakugo Katsuki y Shoto Todoroki caminaban juntos hacia un lugar apartado, un rincón del bosque que rodeaba la academia, lejos de las miradas curiosas y del bullicio cotidiano.

Habían pasado solo unas horas desde su conversación en el gimnasio, pero ambos sentían una urgencia, una necesidad imperiosa de descubrir la verdad que latía en sus corazones. Todoroki, con su rostro sereno pero determinado, caminaba al lado de Bakugo, quien mantenía su expresión habitual de desdén y desafío. Sin embargo, debajo de esa fachada, algo nuevo brillaba en los ojos de Bakugo: una chispa de curiosidad mezclada con incertidumbre.

—¿Por qué aquí? —preguntó Bakugo, su tono más inquisitivo que usual.

—Lo leí en un libro sobre meditación y recuerdos —respondió Todoroki—. A veces, estar en contacto con la naturaleza ayuda a desbloquear recuerdos ocultos. Además, este lugar tiene una atmósfera diferente, como si estuviera cargado de energía antigua.

Bakugo bufó, aunque no con la misma convicción de siempre. A pesar de su escepticismo, no podía negar que algo en ese lugar lo hacía sentir... diferente. Era como si el aire estuviera más pesado, pero no de una manera opresiva, sino como si estuviera cargado de significado, de historia.

Finalmente, llegaron a un claro en el bosque, donde los árboles formaban un círculo casi perfecto alrededor de un pequeño estanque. El agua reflejaba el cielo, que empezaba a teñirse de púrpura y azul a medida que la noche se acercaba.

—Este lugar... —murmuró Bakugo, deteniéndose en seco—. No sé por qué, pero se siente como si hubiera estado aquí antes.

Todoroki lo miró de reojo, notando la misma sensación en su interior. Había algo en ese claro que despertaba una nostalgia que no podía explicar. Era una sensación antigua, profunda, como si sus almas reconocieran el lugar aunque sus mentes no pudieran ponerle un nombre.

—Yo también lo siento —admitió Todoroki, acercándose al estanque—. Es como si este lugar fuera un punto de encuentro, un lugar donde... donde algo importante ocurrió en el pasado.

Bakugo se acercó al borde del agua, mirando su reflejo en la superficie cristalina. Por un momento, sus ojos dorados parecieron volverse más oscuros, como si el agua estuviera reflejando no solo su imagen, sino también los secretos enterrados en lo más profundo de su ser.

De repente, una ola de recuerdos lo golpeó con fuerza. Vio un campo en llamas, escuchó los rugidos de bestias que respondían a su comando, y en medio de todo eso, una figura de cabello bicolor que se acercaba a él con una mezcla de desafío y tristeza en los ojos.

—¡Todoroki! —gritó Bakugo, dándose la vuelta con los ojos desorbitados. La visión fue tan vívida que por un momento perdió el control de sus emociones.

Todoroki también estaba inmerso en sus propios recuerdos. Vio un castillo en ruinas, cubierto de nieve y ceniza, y a sí mismo de pie en el centro de un salón destrozado, con una espada en la mano y una corona rota a sus pies. Frente a él, Bakugo estaba cubierto de sangre, pero no suya, sino de los enemigos caídos a sus pies.

Los ojos de Todoroki se encontraron con los de Bakugo, y ambos supieron, sin necesidad de palabras, que estaban viendo el mismo pasado, compartiendo la misma memoria. Era como si una puerta se hubiera abierto en sus mentes, permitiéndoles vislumbrar fragmentos de una vida que habían olvidado, pero que siempre había estado allí, latente, esperando ser recordada.

—¿Qué... qué está pasando? —murmuró Bakugo, tratando de recuperar el control de sus emociones—. Esto no tiene sentido.

Todoroki respiró hondo, tratando de calmarse. Sabía que no podía permitirse el lujo de entrar en pánico. Lo que estaban experimentando era real, y necesitaban entenderlo antes de que los consumiera.

—Estamos... recordando —dijo Todoroki con voz temblorosa—. Pero no esta vida. Algo que ocurrió antes, en otro tiempo, en otro lugar.

—¡Maldita sea! —Bakugo golpeó el suelo con fuerza, haciendo que pequeñas explosiones salieran de sus manos—. ¿Cómo es posible que recordemos algo así? ¿Qué se supone que somos?

—No lo sé —respondió Todoroki, aunque había algo en su voz que sugería que estaba empezando a entender—. Pero creo que esto es solo el comienzo. Si queremos descubrir la verdad, necesitamos seguir adelante, por más aterrador que sea.

Bakugo se levantó, limpiando el sudor de su frente con el dorso de la mano. A pesar del miedo y la confusión, su instinto de lucha seguía intacto. No era alguien que se echara atrás ante un desafío, y esto, aunque extraño, era solo otro reto que debía superar.

—Está bien —dijo finalmente, su tono firme—. Sigamos adelante. Pero si en algún momento esto empieza a afectarnos en nuestra meta de ser héroes, lo dejamos.

Todoroki asintió. Sabía que para Bakugo, convertirse en el héroe número uno lo era todo, y no pediría más de lo que su compañero estuviera dispuesto a dar.

—De acuerdo —aceptó Todoroki—. Pero no creo que esto sea algo que podamos ignorar, incluso si quisiéramos.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, dejando que las emociones se asentaran mientras la noche caía a su alrededor. El claro del bosque, que antes había parecido tan enigmático, ahora parecía un poco más familiar, como si hubieran dado el primer paso hacia la comprensión de su verdadero significado.

—Deberíamos regresar —dijo Bakugo finalmente, su tono más relajado pero aún con un toque de incomodidad—. No quiero que Deku o los demás se pongan a husmear si notan que estamos actuando raro.

—Sí, tienes razón —respondió Todoroki, aunque no podía evitar mirar una vez más el estanque antes de girarse para irse.

Mientras caminaban de regreso a la academia, ambos sabían que lo que habían experimentado esa noche era solo el principio de algo mucho más grande. Los recuerdos que habían empezado a resurgir eran solo fragmentos de un pasado que no entendían del todo, pero que estaba inextricablemente ligado a sus vidas actuales.

Y mientras las estrellas brillaban sobre ellos, como testigos silenciosos de los secretos del tiempo, tanto Bakugo como Todoroki sabían que el destino los estaba empujando hacia una verdad que cambiaría todo lo que creían saber sobre sí mismos.

¡TE ENCONTRARÉ!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora