Ahora, las tornas de enfrentamiento político se había torcido. Esta vez, estaban en el mismísimo corazón de Nido Profundo. La Sala de Guerra de la ciudad de Komonosu. La guarida... de la bestia.
La mirada de Herrah se posó sobre cada uno de los presentes, uno por uno, antes que ninguna palabra pudiese ser dicha. Como si con una simple impresión fuese capaz de analizar al sujeto en cuestión y descubrir todos sus miedos... Sus falencias... Sus peores pesadillas.
Lo seis ojos de Herrah se posaron sobre Sun Ce. Valiente, temerario. Temeroso del fracaso. Aterrado por defraudar a los suyos. Una mirada que no temblaba al mirar a la bestia a los ojos, pero cuya visión se intercambiaba con la de su hija roja en repetidas ocasiones. Interesante.
Sun Quang tenía una mirada pétrea, pero muy controlada. Algo lo retenía. Algo le impedí desenvainar su arma en ese momento y atacar con toda su rabia. No temía a la muerte. Pero le aterraba perder a sus seres queridos.
Bretta casi se desmalla al sentir el peso de los seis pares de ojos más poderosos de Nido Profundo sobre ella. Su cuerpo apenas podía contemplar las sacudidas, pero dentro de esa cáscara de cristal parecía haber un corazón más duro que la cáscara que la recubría.
Kaede fue un misterio al inicio. Esos ojos Herrah los recordaba de algún lado, pero no sabría decir de donde. La mirada de un depredador natura, escondida tras la fachada de un muchacha que esbozaba una leve sonrisa. La asesina perfecta, que oculta sus intensiones a ojos de todos. Una a la cual sabía no podía ignorar.
Sin embargo, nada causó más duda a la regente de Nido Profundo, que los ojos agotados de Ghost y su mirada muerta. Un alma consumida hasta los cimientos. Una mirada que no dejaba escapar ningún ápice de debilidad... ni fortaleza. Un misterio envuelto en un manto negro.
—Es un gran honor, Matriarca de Nido Profundo, Herrah. Mi nombre es Sun Ce, y estamos aquí como representantes de la corte de Ciudad Concordia.
La voz de Sun Ce se alzó de entre el silencio, ahora que se había percatado que Herrah había concluido con su análisis. Ahora, estaba a punto de comenzar una batalla. Una batalla política de la cual Sendero Verde tenía la ventaja. Pero un paso el falso y sus cabezas rodarían hasta el fondo de la ciudad más profunda de Hallownest. Fue entonces, que la voz de la matriarca se alzó de su silencio.
—Y para nosotras es un placer poder recibirlos. Pero déjense de formalidades... Aquí consideramos esas profesiones bastante aburridas.
Los ojos de los hermanos Sun y de Bretta se abrieron como platos. Los tres se habían preparado para este momento, sobre todo la escarabajo, quien estuvo horas memorizando las etiquetas de conducta para no fallar. Horas y horas desperdiciadas. EN cuyo rostro deprimido podía notarse su desilusión. Kaede y Ghost no se impresionaron en lo absoluto. Una, porque tenía una corazonada. El otro, porque nada le importaba realmente.
—Bueno... En tal caso... Creo que podríamos hablar entonces acerca del acuerdo comercial. Las tarifas, los pagos, las... —Sun Quang no demoró en tratar de hacer la tarea la cual se le fue asignada, pero la mano de Herrah alzada al frente detuvo su monólogo.
—Si, si, si. Esos asuntos después lo tratas con Hachi y con Uoling.
—Esto... yo... eh... ¿Quién? —Preguntó el hijo Sun confundido.
—Es nuestro ministro de economía. No se preocupe, general. Después podremos llegar a un acuerdo mientras disfrutamos de un buen te.
La voz de Hachi fue como un alivio de esperanza. Ninguno de los presentes jamás imaginarían que estos eventos sucederían con tanta... banalidad. Esperaban que Herrah fuera alguien que exigiese respeto. Y aunque era intimidante, el hecho que rechazara los protocolos de tal forma los dejó bastante confusos. Al parecer, el apodo de ¨la bestia¨ también tenía un significado en otros puntos. Tal vez algún noble imperial que la llamó bestia, cuando irrumpió con su brusquedad en el palacio imperial. ¿Quien sabe?
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Hollow Knight Fanficción - Honor y Sangre
FanficUn era de conflictos se extiende por Hallownest. Las seis grandes naciones han establecido sus fronteras, y las dispustas por el control de las tierra son cada vez más frecuentes. Los grandes señores de la guerra no cederán terreno bajo ningún conce...