Mi mirada se perdía en el vasto infinito mientras mi cuerpo seguía inerte sentado sobre una silla, jugaba con un medallón en mi mano cuyo medallón contenía el sello de la familia, pero había una razón que me mantenía así, tan distraído y lejos de todo.... Irina.
Se volvió muy evidente que últimamente mi cabeza estaba en otra parte tratando de tenerla en todos y en cada uno de mis pensamientos, sin embargo, ella parecía lucir con la misma expresión todos los días cuando me ve, como si el único que se esforzara fuese yo, eso me abruma y me cuestiono... ¿Ella se siente atraída por mi como yo por ella? Pues bien parece que lo que se ve, no se pregunta.
No quiero que mi comportamiento y mis distracciones arruinen mi reputación ante los demás. ¿Será que me siento así porque es la única joven en el castillo? Me temo que no, ya que han llegado vampiresas que lucen de su edad y no tienen aquello que no sé nombrar para atraer mi atención.
Creo que la culpa es mi lado humano, si bien es cierto que mis comportamientos no son de la misma manera que el resto de mi especie. No soy tan arrogante y soberbio como algunos.... pero eso sería otra mentira que me estaría haciendo a mi mismo.Estos pensamientos tan ambiguos no me conducen a ningún lado, trato de encontrar la razón por la que me siento tan atraído por Irina que a pesar de su desdén, sigo pensando en ella y agradezco cada momento en que nos encontramos por "accidente" en los pasillos.
Finalmente deduje lo que me está sucediendo..... Me enamoré de Irina. Me enamoré de sus ideas, de sus sueños.... de su esencia.
En eso, tocaron a mi puerta sacándome de mis pensamientos obsesivos. —Su majestad, he traído su copa— era Apostol.
—Adelante, pasa— respondí.
El viejo entró y en una charola de plata llevaba una copa de cristal que en su interior había sangre.
—¿Se encuentra bien, señor?—
—ah?... Sí, solo estaba pensando en algunas cosas— dije tomando la copa.
—No me imagino que será— habló con sarcasmo y solo volteé a verlo. —¿Sucede algo, señor?—
—Sabes exactamente en quien pensaba—
—Lo lamento, señor, pero me es imposible adivinar— dijo sosteniendo la charola con ambas manos y con una seriedad en su rostro que me causó risa.
—Apostol, ¿desde cuando empezaste con este comportamiento tan pueril cuyo objetivo es azuzar mi paciencia?—
—Me temo a que no sé qué comportamiento se refiere—
—Por favor, Apostol. ¿A caso quiere que te diga que estuve pensando en Irina?—
—¿Y por qué pensaba en ella, señor?—
—¿A dónde quieres llegar?— pregunté curioso.
—A donde usted quiera conducirme, señor. Acaba de decirme que pensaba en la joven Irina, pero ¿por qué?—
Comenzaba a abrumarme su cuestionario y bebía sin cesar la sangre de mi copa.
—Porque creo que ella es especial— respondí tras beber la última gota.
—¿Y por qué considera ella es especial, señor?—
—Porque es diferente....—
—¿Y por qué cree que ella es diferente?—
—¡Por favor, Apostol!— estallé. —¿A caso eres un niño?.... Es porque estoy enamorado de ella, lo admito ¿bien?— confesé y él sonrió.
—Lo sabía. Solo quería que usted se diera cuenta de ello, también— hizo reverencia y salió de la oficina.Procesé las palabras de Apostol y él tenía razón, solo hacía falta aceptarlo. Comparto con ella ciertos gustos y atracciones, como la medicina y la mecánica, las estrellas y el arte. Pero mi experiencia en Transilvania me hacía detenerme y negarme de cualquier posibilidad.
A los poco minutos de que él se fue, me levanté decidido de mi silla y salí con prisa de la oficina. Iba en busca de Irina y confesar lo que siento por ella.Al llegar al taller la encontré vendando la rodilla de una de las brujas, que al verme rápidamente inclinó su cabeza en reverencia.
—Mi señor— dijo e Irina volteó a verme con sorpresa.
—Su majestad, ¿qué hace aquí?— preguntó con extrañeza. —Ya puedes bajar tus faldas, Anna— le indicó a la mujer.
—Pensé que estaba sola, madame— dije desviando mi mirada a los libros.
Ella le dio indicaciones de medicamento a la mujer y después nos dejó solos.
—Ahora si puedo atenderlo, su majestad— me sonrió.
Caminé hasta ella y tomé una silla, había algo que quería preguntarle antes de confesarle lo que siento.
—Hay algo quiero saber acerca de usted—
—Dígame—
—¿Por qué aceptó venir a este lugar? Donde sabe que nunca podrá dejarlo y aquí pasará hasta el último de sus días—
Ella estaba atónita por mi pregunta tan profunda y luego sonrió tras un suspiro.—Verá...— tomó una silla y supe que esto llevaría tiempo, y estoy completamente dispuesto a escucharla. —Yo fui criada por mi abuela, mi madre murió cuando yo tenía 12 años y mi padre fue un hombre al que nunca conocí. Mi abuela fue quien me enseñó cualidades de la brujería y me impulsó a que practicara la medicina, de eso le estoy profundamente agradecida. Antes de que ella viniera a este lugar, yo me encontraba en una relación poco convencional con un joven carnicero— eso me llegó al corazón.
Fue una mentira para mi convencerme de que ella nunca pasó por una relación y que siempre se encontró en el celibato, fue la imagen que yo creé de ella tras no saber su pasado.... pensando que siempre fuer hecha para mí y que esperó hasta mi llegada.
—¿Y qué pasó?— pregunté con un nudo en la garganta. Quizá fue egoísta de mi parte pensar en aquello, pero solo dependerá de mi y de ella que esté a mi lado.
—Bueno, no fue la mejor opción pero era lo que había— respondió borrando sus sonrisa y volteó a ver su diario de investigación. —Debo admitir que me alegra mucho estar aquí, es difícil estar con alguien que no entienda tus ideas y no sea leal a sus palabras—Comprendí lo que le sucedió. Sé que fue algo difícil y me alegra que haya terminado ahí su relación y no en un matrimonio fracasado, o que ella se viera cohibida tras una estufa.
—Por esa razón decidí aceptar este trabajo.... sabía que siempre habrá algo nuevo que aprender—
Respiré hondo armándome de valor y finalmente hablé. —Irina, hay algo que quiero decirte— dije con voz baja y solemne entrelazando mis dedos, ella se sonrojó como si ya supiera lo que voy a decir. —Desde que llegaste a este reino hace meses, algo en mi ha cambiado.... Aunque en mi naturaleza no hay lugar para la luz, cuando te miro, siento aquello que me fue negado—
Ella me mira confundida pero con curiosidad.
—Eres tan delicada como una flor en primavera, pero resistente al frío invierno.... y eso te hace tan distinta. Cada vez que estás cercas de mí, cada palabra tuya, cada sonrisa.... siento como mi corazón que hace tiempo dejó de latir, quisiera volver a hacerlo— dije. Irina bajó la mirada, incómoda pero interesada.
Me levanté de la silla y la tomé de sus cálidas y suaves manos que provocaron recuperar su mirada en mí.
—Sé que no debo... no puedo, pero lo que siento por ti es genuino— sus ojos brillaron resaltando el azul de ellos. —Eres la alegría del bien, la maravilla de los sabios... el asombro de los dioses. Eres todo el amor que siento, Irina. Te pido por favor que me des la dicha de estar a tu lado, de ser tu compañero y compartir junto a ti cada aventura, porqué eres el ser sagrado que late dentro del ser querido—Ella se mantenía callada, impresionada le costaba decir alguna palabra. —Habla, para que yo pueda verte con los ojos del alma— volví a decir.
—Yo... no sé qué decir, me dejó sin habla— respondió perpleja. Desahuciado solté con gentileza sus manos y volví a sentarme.
—No tienes que responderme, acepto la experiencia— dije y ella tomó mis manos; con una sublime sonrisa y un brillo sin igual en sus ojos me miró.
—Todas aquellas lindas palabras que pronunció de sus labios, me cautivaron— dijo con melifluo. —Admito que me sentía atraída por usted, pero siempre recordé mi papel en este castillo, por eso nunca fui capaz de decirle algo tan bello como usted lo hizo. Sin embargo, me siento muy contenta de que me haya dicho todo esto, indirectamente me liberó del peso que yacía sobre mis hombros, y le estoy muy agradecida—
Sonreí y por primera vez sentí algo diferente en mi interior, era pesado y palpitaba, pero a su vez cálido y veraz....
—¿Qué me está sucediendo? siento algo insólito dentro de mí— dije levantándome espantado. Ella también se asustó pero se acercó a mi sin importar mi reacción.—¿Qué sucede?— preguntó confundida.
—No tengo idea, algo en mi se siente extraño— dije retrocediendo mis pasos.
—Espera, siéntate un minuto— indicó y le hice caso, me senté sobre el escritorio.
Me lamentaba de que mi comportamiento volátil haya arruinado este romántico momento, pero era verdad que sentía algo muy extraño en mi interior.
Ella se tomó su estetoscopio y caminó de vuelta a mi.
—Supongo que es en tu pecho, por favor retira la mano— dijo.
Dudoso retiré la mano y dejé que se acercara. Tras revisar ella sonrió y volteó a verme.
—Es tu corazón—
—¡¿Mi corazón?!— exclamé impresionado. —Siempre creí que jamás latiría— entonces la miré a los ojos. —Pero supongo que se debe a ti— volví a decir sonriendo.
—El corazón es una carga y una gran responsabilidad, debes cuidarlo mucho—
Me bajé del escritorio y di unos pasos hacia ella.
—Entonces quiero que tu lo cuides por mi— se sonrojó inmediatamente y sonrió penosa desviando su mirada.
—Lo cuidaré con mucho gusto— respondió volviendo a verme a los ojos.
La tomé entre mis brazos y poco a poco me acercaba a sus labios hasta que..... finalmente pude sentirlos.
Eran cálidos y suaves, rosados y carnosos. Eran el elixir de mi eternidad, la ruina de mi existencia y el objetivos de todos mis deseos. Me sentía pleno y maravillado, asustado y glorioso, pero sobre todo.... completo.
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Susurros de los inmortales
RomanceEn un castillo antiguo y oscuro, un príncipe vampiro vivía una existencia solitaria. Una noche, en sus sueños, vio a una mujer humana, su esencia irradiando luz en su mundo de sombras. Al despertar, supo que su vida había cambiado para siempre. Ell...