—Te enseñaré a no meterte conmigo, maldito inútil —gruñó mientras alzaba la mano, listo para borrar de la existencia al joven que temblaba por su vida.
—¡Madre, no! —gritó una voz que se encontraba encima del puente, pero el grito apenas fue un murmullo en el torbellino de rabia que lo dominaba. Sin detenerse, siguió con su plan.
—H-hay testigos, no puedes hacerme nada —intentó detenerlo el joven, desesperado, pero su voz apenas era un susurro quebrado por el miedo.
—Seguro... —alejó su mano, dándole una falsa esperanza—. Pero no habrá evidencia —añadió con una sonrisa cruel, listo para tocarlo y desvanecerlo en el aire.
Justo cuando estaba a punto de cumplir su amenaza, un grito resonó en el aire, uno que nunca olvidaría, pero esta vez, no le gritaban a él.
—¡KORA-CHAN!
Se giró bruscamente y vio cómo una bolsa caía desde arriba del puente, algo dentro de ella se movía. El nombre lo reconoció de inmediato; solo conocía a una criatura con ese nombre: la gata que le había regalado a su amigo.
—¿Kora... Kora-chan? —su corazón se detuvo al comprender la escena.
De repente, la importancia de su víctima desapareció. No le importaba más aquel chico; lo único que importaba era salvar a Kora-chan.
—Déjame ir por ella, por favor... —escuchó la súplica de su amigo, y se detuvo por un momento, sabiendo que si su amigo iba a por Kora-chan, se encontrarían. Y no estaba listo para eso.
Se disponía a volver a su objetivo, pero la mujer habló.
—Esa alimaña era un estorbo para tu futuro.
Kamisama, cómo odiaba a esa mujer.
Sabía que su amigo no sería tan cobarde como para dejar que Kora-chan muriera... ¿O sí?
—Sí, madre...
Bueno, nunca terminas de conocer realmente a las personas.
Aún lleno de rabia, miró con odio a los que estaban encima de él —aunque no podía verlos por el puente en sí—, se lanzó al río sin pensarlo mucho, buscando desesperadamente la bolsa en la que estaba la minina.
El pánico comenzó a consumirlo; el miedo de no encontrarla lo asfixiaba.
—¡Maldita sea, ¿dónde estás?! —gritó desesperado, continuando con su búsqueda.
A lo lejos, divisó la bolsa que, por suerte, había llegado a la orilla, pero algo andaba mal... no se movía.
—¡Kora-chan! —nadó lo más rápido que pudo, con el terror apretando su pecho.
Al llegar a la orilla, rompió la bolsa con sus cuatro dedos útiles, con cuidado de no dañar más la bolsa, temeroso de que su kosei pudiera dañar a la gata. Sabía que era mejor prevenir que lamentar.
Kora-chan no se movía. Un frío aún más profundo lo invadió. Tenía que hacer algo.
—¿Respiración boca a boca? —miró a la gata con ansiedad—. ¿Cómo se hace eso en gatos?
Con la mayor delicadeza que pudo reunir, le aplicó la técnica, rogando con cada fibra de su ser que no fuera demasiado tarde.
—Vamos, Kora-chan... Vamos, pequeña...
Sus súplicas fueron escuchadas, y la gatita se agitó débilmente, abriendo sus ojos poco a poco.
—¡Kora-chan! —exhaló aliviado, una sonrisa que no recordaba haber sentido en años surgiendo en su rostro.
La gata lo miró con curiosidad, algo en él le resultaba familiar. Se acercó para olfatearlo, tratando de recordar de dónde conocía ese aroma. Cuando lo reconoció, su pequeña cola comenzó a moverse de un lado a otro con alegría.
Para Kora-chan, en su inocente lógica felina, todo tenía sentido: Tenko la había llevado a su dueño desde el principio, y ahora Tenko la llevaría de vuelta a casa. Estaba segura de ello.
—Miau —maulló feliz, frotándose contra él.
Sin embargo, la realidad era mucho más amarga. Desde que las pesadillas habían comenzado, la culpa había consumido al peliceleste, y el encuentro que había planeado con su amigo había sido postergado para...
—¡Nunca! —susurró con amargura.
—Miau.
—No me mires así, Kora-chan... No puedo ir a verlo.
—Miau.
—¿Comida? Sí, claro, solo déjame...
Knock, knock.
El sonido lo sobresaltó. Un sudor frío recorrió su espalda al recordar que había traído a la gata sin el permiso de su maestro y sin ocultarlo del humo.
No respondió, pero poco le sirvió, porque el adulto ya lo había visto entrar con algo extraño entre las manos.
—Shigaraki Tomura, ¿está despierto?
—No —se dio cuenta de su error al instante—. Mierda -susurró, maldiciéndose a sí mismo.
El mayor abrió la puerta y lo encontró tratando de ocultar algo detrás de su espalda.
—¿Qué estás haciendo?
—¡Nada que te importe, maldito humo!
—Hay una cola que sobresale de tu espalda.
—No es cierto.
—Shigaraki Tomura...
—No es nada.
—¡Miau! —Kora-chan se sintió incómoda en la posición en la que la estaba sosteniendo, y se liberó de sus manos con un salto ágil.
—Al parecer, "nada" resultó ser "algo".
—Ugh... —Tomura se frustró al ser descubierto, pero el temor de que le quitaran a Kora-chan pesaba mucho más en su corazón—. No me la quitarás, ¿verdad?
El adulto permaneció en silencio, aumentando el terror en Tomura. Si él no se la quedaba, ¿entonces quién lo haría? No podía contar con su amigo, su madre prácticamente había echado a Kora-chan de casa.
¿Dejarla en la calle? Ni en sueños. No había podido hacerlo el primer día que la vio en el parque, y ahora, con un lazo emocional mucho más fuerte, era imposible.
—Debemos ser discretos para que AFO no se entere —comentó el hombre, refiriéndose a su maestro.
Tomura asintió de inmediato, aliviado de que al menos podría quedarse con la gata.
3
Valórenme, escribí todo el cap' en clases pa' que sepan que Kora-chan sigue viva ☝️😔Atte.: Eider.
P.D.: Mejoraré la actu' cuando llegue a casa.
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𝑀𝑎𝑚𝑎'𝑠 𝐵𝑜𝑦 - 𝑆ℎ𝑖𝑔𝑎𝑟𝑎𝑘𝑖 𝑇𝑜𝑚𝑢𝑟𝑎 𝑥 𝑀𝑎𝑙𝑒 𝑅𝑒𝑎𝑑𝑒𝑟
FanficLa aprobación por parte de su madre lo era todo. Su amistad con cierto pelinegro era su escape de todo el peso que lo obligaron a cargar en sus pequeños y frágiles hombros. ¿Qué pasará si pierde su único escape de la realidad? -¿Quien es el niño de...