Capítulo 27 ― El principio del puzle ―

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Aparentemente James no podía averiguar quiénes eran esas dos personas. Le pregunté y me dijo que sabían muy bien lo que hacían. Y eso fue hace un mes. Estábamos en marzo. En un mes no había podido encontrar nada.

Aunque mi cerebro formulara más preguntas de las que yo podía contestar. Estaba en clase, y mi mente estaba muy lejos de aquí.

Las personas del máster de psicología criminal y los alumnos de último año de psicología nos juntaron a todos en la misma clase. Menos mal que eran grandes, porque la cantidad de alumnos que había sobrepasaba las ciento cincuenta personas seguramente.

Hasta que apareció en la pantalla el rostro de alguien que provocó que mi vida cambiara drásticamente.

El culpable de las pesadillas de mi madre.

El culpable de la desaparición de mi padre.

Mi cuerpo empezó a tensarse, mis pulsaciones a acelerarse, y sentía que poco a poco me faltaba el aire.

― Viktor Maksimov. ― Dijo la profesora. Ese nombre me llevaba retumbando en la cabeza desde que mi padre me habló que estaba haciendo una investigación sobre él. ― Líder de una de las mafias más grandes y peligrosas de Rusia. Aunque en mi opinión, del mundo. ― Iba pasando las diapositivas. ― Tráfico de drogas, armas, personas, y en los últimos diez años, tuvo el plan de fabricar un sistema que inhibe todo tipo de tecnología. Según él, quería crear el caos completo en el mundo.

La profesora Allen pasaba de diapositivas, donde se mostraban diferentes imágenes de él. De alguna manera, en casi todas miraba hacia la cámara. Sabía que le estaban haciendo las fotos, y sabía que nadie iba a poder pararle. Era un psicópata en toda regla.

― La UIC se encargó de la investigación. Estuvieron más de siete años siguiendo sus pasos, buscando maneras, momentos vulnerables, para poder capturarle. Pero nada sirvió. ― Su mirada encontró la mía, y sabía a lo que se refería. ― El agente Martins ... ― Puso una foto de mi padre en la pantalla. ― estaba al mando de la investigación. Sigue en paradero desconocido desde hace cinco años, en la última misión que hubo.

No podía apartar la vista de la pantalla. Sus ojos me devolvían la mirada, aunque fuera solo una foto. Apenas recordaba su voz si no era por algún vídeo que tenía en el móvil. Y su cara se iba desvaneciendo de mis recuerdos porque me negaba a ver nada que me recordara a él.

Pero ahora me estaba mirando fijamente. Sus ojos marrones, el pelo castaño con aparentes canas, culpa de lo que hace el tiempo, y su sonrisa característica de lado.

― Alexander Martins es el padre de vuestra compañera Olivia. ― Dijo mientras me señalaba. Aunque estuviera en primera fila, sentía todos los ojos puestos en mí. ― Uno de los mejores agentes que ha tenido la UIC, y honrado por su servicio.

― ¿No se sabe dónde está? ― Preguntó alguien. Una chica.

― No. Lo único que sabemos es que enviaron a cuatro de los mejores agentes con refuerzos. ― Hubo una breve pausa. ― Pero nadie regresó.

― ¿Y qué fue de Viktor? ― Dijo una voz masculina.

― Tampoco se sabe. No se sabe nada de lo que pasó en esa operación. Podría estar vivo en algún sitio, escondido, o puede que no.

Era raro que una persona como Viktor Maksimov, un completo psicópata narcisista, siendo consciente él mismo del poder que tenía, prácticamente inalcanzable por nadie, se haya escondido por... ningún motivo, en verdad. No era propio. Algo debía de haber pasado. Debía de haber algún motivo oculto.

― ¿Se sigue la investigación? ― Me atreví a preguntar.

― No. ― Me miraba con comprensión. ― Desde esa última operación, cuando vieron que Viktor desapareció del mapa completamente, la dejaron.

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