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Cuando el amor amenaza con perderse, su recuperación se convierte en inmensa gratitud, porque en el instante en el que Simone creyó haber perdido a Novak, todo su cuerpo se vio atravesado por un anhelo imposible de ignorar, por una necesidad de volver a sentir sus manos, de volver a oír su voz, de volver a amarlo con total entrega.

Y luego de ese anhelo irrefrenable había llegado el lamento. El arrepentimiento por cada no, por cada silencio, por cada falta de valor. El desdén de los que saben que no hay nada más por hacer. El dolor de un corazón que ya no sabe por quien latir y junto con todo aquello, la destrucción de un sueño por cumplir, de un destino feliz, de un futuro sin soledad.

Muy pocos tienen la dicha y el infortunio de perder algo para luego recuperarlo, pero todo el que logra sobrevivir, sólo puede renacer más fuerte.

Por eso ese abrazo se hizo perpetuo y las lágrimas brotaron imposibles de controlar, mientras las manos presurosas buscaban confirmar que todo era real.

Simone y Novak estaban juntos, se habían vuelto a encontrar en un galpón abandonado de las lejanías de la ruidosa ciudad, con la noche a punto de desaparecer y la alegría desbordando por cada poro de su piel. Porque saber que podes perder algo valioso es atemorizante, pero haberlo perdido es desgarrador.

-Tenía tanto miedo.- le confesó Novak, acariciando sus mejillas mojadas mientras sonreía como si fuera un loco.

-Y yo.. Y yo.. Perdón por no haberte dicho que si antes, perdon por no haber valorado tu amor, perdon por mi obstinada culpa que no hacía más que paralizarme, cuando todo lo que deseaba era esto.- respondió ella entre lágrimas sin atreverse a soltarlo, por miedo a que aquello fuera un sueño.

-Te dije que iba a esperarte.- le dijo Novak repasando el contorno de sus mejillas con dulzura

-Pero fui tan tonta, como no podía verlo, cuando vi tu casa.. Cuando me dijeron que ya no... si ni siquiera puedo decirlo, mi amor, mi único amor, mi salvación.- le dijo besando por fin sus labios como si de esa manera pudiera borrar su cobardía.

-Eso ya no importa, mi amor, mi único amor, mi salvación.- respondió imitando la forma en la que ella lo había dicho y logrando que Simone por fin volviera a sonreír, justo cuando sus rodillas se aflojaban y Novak debía sostenerla para evitar que se caiga.

-¿Estás bien?- le preguntó preocupado y ella asintió con su cabeza.

-El médico dijo que era normal, que podía pasarme por las próximas 24 horas.- le aclaró mientras Novak la ayudaba a sentarse en la única silla que había allí.

-¡Ay, Monita! No debí mandarte eso, no debía exponerte a esto. Todavía no sé como las tomaste.- le dijo Novak arrepentido mientras chequeaba su pulso, como si de esa manera pudiera sentirse más tranquilo.

Entonces Simone tomó sus mejillas para que la mirara a los ojos.

-Es simple, mi vida solo era vida si estabas en ella y aquella medicación sólo podía conducirme a dos opciones, un final que terminaría con ese dolor inaudito por haberte perdido o un final con vos y como vos me dijiste cuando nos conocimos, quería elegir mi opción. Quería elegirte a vos, porque te amo.- le dijo haciendo que Novak olvidara su preocupación y solo quisiera centrarse en amarla.

Por eso se apresuró a besarla, recorriendo su boca, su piel, sus curvas con ese roce desesperado que erizaba cada centímetro encendiendo ese deseo profundo que empujaba con ahínco volviendo imposible cualquier tipo de control.

Y los besos marcaron el camino para que sus manos se deshicieran de cualquier tela que quisiera interponerse, para que sus cuerpos se unieran sin pausa y sus manos presionaran sin descanso, con la imperiosa necesidad de volverse uno.

Los gemidos reemplazaron su respiración y el roce se convirtió en desesperación. Simone enredó sus largas piernas en la cintura de Novak que la había alzado para comenzar a moverse acelerando el ritmo con premura, mientras los dedos de ella se hundían en su cabello y sus pechos exuberantes golpeaban contra su torso.

La unión se deshizo en sudor, mientras el deseo desbordaba insaciable, con la impertinencia de no querer detenerse, palpitando, resonando, hechizando la atmósfera de un galpón olvidado, en medio de una zona fabril de una zona alejada de la ciudad, donde el amor había encontrado un rumbo impensado, difícil y valiente con la promesa de que elegirlo, siempre valía la pena.

Por eso varios minutos después, con el deseo aplacado, pero nunca dormido, ambos estaban recostados sobre una manta mullida, sin lograr que sus manos se separaran. Novak había cerrado sus ojos y respiraba con dificultad aún, mientras su mente intentaba convencerse de que todo lo ocurrido había sido real.

-¿Cómo sigue tu plan ahora?- le preguntó Simone disfrutando de su rostro relajado.

Había confiado ciegamente en él, no había hecho preguntas, había despertado en una camilla fría, sin su ropa, con un hombre de canas y rostro arrugado analizando su saturación y le había creído cuando le había dicho que todo estaría bien. No había vuelto a hablar, se había vestido con la ropa que el hombre le había dado y había subido al baúl de su auto, sin hacer preguntas.

Sabía que el libro lo había enviado Novak, sabía que no había muerto porque su corazón nunca había dejado de creer esa posibilidad, sabía que Florencia nunca la abandonaría de esa manera y por eso se había dejado llevar.

Entonces el médico la había ayudado a bajar y al partir le había entregado un collar que la habia llevado a por fin liberar todas sus lágrimas.

Aquel hombre era el mismo que había realizado la autopsia de Luna, le había contado que su hermana no había sufrido, que el monóxido de carbono la había llevado antes de que pudiera sentir siquiera el calor de las llamas, confirmando que lo que Florencia le había contado acerca del incendio era cierto. Ella no había tenido la culpa, ella no había descuidado a su hermana, ella no merecía todo lo que había devenido luego de aquel día.

-Todavía falta el golpe final.- respondió Novak devolviendola al presente y ella lo miró curiosa.

-No me sorprendería que Moro fuera detenido esta misma noche.- le dijo con satisfacción mientras ella volvía a abrazarlo.

-Aunque no podamos ver las noticias y sus amiguitos poderosos intenten hacerlo zafar de las causas, los videos que fueron enviados a la prensa por un aficionado anónimo no le harán fácil su futuro. Pero, a decir verdad, eso ya no me quita el sueño, porque hay algo más importante para completar el plan- le dijo mientras se incorporaba para buscar en el bolsillo de su campera desparramada en el suelo algo que le entregó con una nueva sonrisa.

-Si no te molesta convertirte en mi Julieta, me encantaría ser tu Romeo desde ahora y para siempre.- sugirió entregándole unos pasaportes con sus nuevas identidades, mientras ella volvía lanzarse a sus brazos para devorarlo con ese amor que él mismo le había hecho conocer y del que no pensaba alejarse nunca más

Arráncame el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora