Capítulo 4

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Kitty estaba acostada en su cama, con la mirada fija en el techo. A pesar de que el dorama seguía reproduciéndose en la televisión, su atención estaba en otra parte, perdida en los remolinos de sus pensamientos. Había estado en Los Ángeles por poco tiempo, pero todo parecía tan diferente, tan fuera de lugar. Aunque intentaba distraerse con el drama romántico en pantalla, su mente seguía regresando a Yuri, a Corea, y a todas las emociones no resueltas que había dejado atrás.

El celular a su lado comenzó a vibrar insistentemente. Kitty soltó un suspiro pesado antes de alargar el brazo y tomar el teléfono. En la pantalla apareció el nombre de Minho.

"Este chico tiene un talento especial para arruinar mis momentos de recarga de energía," pensó con una mezcla de fastidio y afecto.

—¿Qué pasa, Minho? —preguntó, tratando de sonar más animada de lo que se sentía.

—¿Qué haces? —respondió él, con su habitual tono despreocupado.

—Eh... nada, solo viendo un dorama. ¿Por qué?

—Levántate y arréglate. Vamos a salir —ordenó Minho, sin darle tiempo a protestar.

Kitty frunció el ceño. Aunque no tenía muchas ganas de salir, sabía que Minho no aceptaría un no como respuesta. Además, quizás distraerse un poco no sería tan mala idea. Con un suspiro resignado, se levantó de la cama.

—Está bien, dame unos minutos —dijo, cediendo.

Al colgar el teléfono, Kitty se dirigió al armario. Escogió una camisa blanca de manga larga, unos jeans negros ajustados y unas botas de cuero negras que había comprado recientemente. Se miró al espejo, intentando convencerse de que estaba lista para una noche fuera.

Cuando salió de la casa, encontró a Minho estacionado frente a la entrada, esperándola. Al subir al auto, él le lanzó una sonrisa traviesa.

—¿Lista para una noche épica? —preguntó con entusiasmo.

—Lo que digas, Minho —respondió Kitty, rodando los ojos pero sintiendo cómo una pequeña sonrisa empezaba a asomar en sus labios.

Mientras conducían, ambos cantaban al ritmo de las canciones que sonaban en la radio. La energía de Minho era contagiosa, y Kitty comenzó a sentirse más relajada. Quizás esta noche no sería tan mala después de todo.

Minho estacionó el auto a unos metros del club al que habían decidido ir. Al bajar, el ruido de la música y las luces de neón les dieron la bienvenida.

—Kitty, ¿estás bien? —preguntó Minho, notando su ligera vacilación.

Kitty le sonrió para tranquilizarlo y luego lo empujó juguetonamente hacia la entrada.

—Vamos, no te pongas sentimental. Estoy bien, solo... necesito esta distracción.

El club estaba lleno de gente joven, riendo, bailando y disfrutando de la noche. Kitty y Minho se unieron a la multitud, perdiéndose en el bullicio y el ritmo de la música. Después de un tiempo bailando, un grupo de amigos de Minho sugirió un juego que no había jugado en mucho tiempo: Shot o Beso.

Kitty se sintió un poco incómoda al principio, pero la insistencia de Minho y su frase de motivación la hicieron ceder.

—Deja de pensar tanto y empieza a disfrutar. La vida no espera a nadie, y tú tampoco deberías hacerlo —le dijo, guiñándole un ojo.

Con la botella girando en la mesa, los nervios de Kitty aumentaron. Sabía que era solo un juego, pero había algo en el aire esa noche que la hacía sentir que estaba en el borde de una revelación importante. Cuando la botella se detuvo, señalándola a ella y a Minho, el ambiente se tensó.

That FeelingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora