La Feria es el lugar favorito de Emilio (después de el estudio de música), le gusta un montón subirse a la montaña rusa o a cualquier clase de juego que lo haga terminar viendo doble. Lleva todo el día esperando que se haga tarde, por que no quiere ir de día, con el sol en todo lo que da. Esta a punto de llevar a Gonzalo, su novio, lo mejor de lo mejor de Guadalajara. El argentino no sabe que le espera, es como un pequeño parque de diversiones fue todo lo que le dijo, y aunque si lo parece... ¿Qué tan seguro es? Emilio se emociona mucho con cada cosa llevándolo de la mano directo hasta un juego ambientado con música variada, o bueno, varias canciones que se mezclan creando un ambiente divertido. —¿Son tazas?— pregunta de forma retórica al observar al juego constar de 6 enormes tazas —Siii— Emilio lo jala después de haber pagado por los dos y lo guía a donde se van a sentar -¿Listo? — pregunta el mexicano justo antes de que la música, que ya vio proviene de de una bocina en el centro del juego, se haga más fuerte y con ello el movimiento empiece.
Gonzálo había experimentado la adrenalina, la rueda de la fortuna y uno que otra casa más arriesgada, pero nunca, nunca le había dado tantas vueltas la cabeza, sentía que el piso se le movía y su punto de apoyo, el brazo de su novio, lo jalonea a no sabe donde.
—¿Veo estrellas o sos vos?— pregunta cuando al fin se sienta, es lindo ver las mejillas del mexicano pintarse de rojo, —¿No que no te mareabas?— responde ignorando su pregunta, —Eso me superó— responde —Dejame comprarte algo dulce, espera aquí— 5 cincos segundos son suficientes para que Emi desaparezca de su vista perdido entre la gente.
Hassan regresa con algo que parece una paleta azul gigante, es algodón de azúcar le dice después, muerde el dulce y siente como se deshace en su boca, ambos terminan con los labios pintados.
Pasan lo que sigue de la noche entre juegos que lo dejan viendo estrellas y pequeños antojos, descubrió que no es bueno con el Basket pero si con el Fut, y ahora lleva un pequeño oso bajo el brazo, estos Juegos y las canicas fueron un descanso para su cabeza y estómago.
Comió una crepa después de eso, y ahora la rueda de la fortuna le permite ver todo el lugar, con su amado recargado en su hombro —me gusta mucho esto— lo escucha decir y no sabe si se refiere a la rueda o a ellos.
Terminan el largo recorrido viendo fuegos artificiales, ambos con un elote en sus manos, Gonzalo no entiendo por qué el de Emi está bañado en Chile, Hassan siente los labios del argentino en un rápido beso, —No sabe nada mal— responde una vez que siente el picor de las salsas juntas. Debía admitir que no era tan fanático del picante como lo era el mexicano, pero quizás así pueda probarlo de vez en cuando.
Cada día que pasaba, México le demostraba que es un país que vale la pena disfrutar. Gonzalo amaba la comida, a su gente y lo colorido que era. Pero sin duda hay algo que amaba mucho más que eso.
Amaba a Hassan y deseaba poder compartir más momentos como ese.
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🇲🇽— recicle el separador de hace un año, esa es la desventaja de tener un bloqueo de edición. Pero mmmmm, migajas.
