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Taehyung y Jungkook caminaban apresuradamente entre las sombras del campamento, sus corazones latiendo con fuerza. Taehyung llevaba la pijama de rayas, tratando de mezclarse con los demás prisioneros, pero no podía evitar sentirse observado, como si cada mirada pudiera desvelar su identidad. Sin embargo, su determinación no vacilaba. Tenía que encontrar al padre de Jungkook antes de que fuera demasiado tarde.

"¿Lo ves en algún lugar?" susurró Taehyung, su voz temblando levemente.

Jungkook negó con la cabeza, sus ojos escaneando frenéticamente cada rostro, cada figura encorvada bajo el peso del miedo y la desesperanza. "No... no lo veo. ¿Y si ya...?"

"¡No pienses eso!" interrumpió Taehyung con más fuerza de la que pretendía. Luego, suavizó su tono. "Lo encontraremos, Jungkook. No nos rendiremos."

Se adentraron más en el campamento, pasando por filas de barracones y grupos de prisioneros que los miraban con expresiones vacías, demasiado acostumbrados al horror que los rodeaba. Jungkook apenas podía contener el terror que sentía, pero la presencia de Taehyung a su lado lo mantenía en pie.

De repente, unos guardias aparecieron al final del pasillo, sus rostros duros y despiadados. Jungkook sintió que el estómago se le encogía de miedo, pero antes de que pudieran reaccionar, los guardias comenzaron a gritar órdenes.

"¡Formen filas!" ordenó uno de los guardias, empujando a los prisioneros para que se alinearan.

Taehyung y Jungkook intercambiaron una mirada aterrorizada, pero sabían que cualquier resistencia podría ser fatal. Se unieron a la fila de prisioneros, intentando parecer tan desapercibidos como fuera posible. Sin embargo, el miedo en los ojos de Jungkook y el sudor que goteaba de la frente de Taehyung eran signos claros de su angustia.

Los guardias comenzaron a marchar a la fila hacia un edificio grande y oscuro. Ninguno de los prisioneros hablaba; todos caminaban en silencio, como si ya supieran lo que les esperaba. Taehyung intentó pensar en alguna manera de escapar, pero la multitud que los rodeaba y los guardias armados hacían que cualquier intento fuera imposible.

Finalmente, los hicieron entrar en un gran cuarto sin ventanas. Las paredes estaban desnudas y el techo parecía anormalmente alto. Taehyung notó una extraña rejilla en el techo, pero antes de poder pensar en lo que significaba, la puerta detrás de ellos se cerró con un fuerte golpe, sumiéndolos en la oscuridad.

"¿Qué está pasando, Tae?" preguntó Jungkook en un susurro desesperado, aferrándose al brazo de Taehyung.

"No lo sé..." respondió Taehyung, pero un horrible presentimiento comenzó a llenarle el pecho.

De repente, escucharon un sonido metálico proveniente de la rejilla. Algo empezó a caer desde arriba, un polvo fino y blanco. Taehyung y Jungkook se miraron, sus ojos llenos de terror. Sabían que algo estaba terriblemente mal.

Mientras tanto, en la casa de Taehyung, su madre estaba empezando a entrar en pánico. No había visto a su hijo desde esa mañana, y nadie parecía saber dónde estaba. Buscó en cada habitación, en cada rincón, llamando su nombre con creciente desesperación.

"¡Taehyung! ¿Dónde estás?" gritaba, pero solo el silencio respondía.

Finalmente, corrió hacia el despacho de su esposo, con lágrimas en los ojos. "¡No lo encuentro! ¡Taehyung no está en ninguna parte!"

El comandante, siempre tan calmado y en control, sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Se levantó de inmediato y salió de la casa, organizando a los soldados para que comenzaran una búsqueda en los alrededores.

No pasó mucho tiempo antes de que encontraran algo: una pijama de rayas tirada cerca de la cerca que separaba su casa del campamento. La ropa de su hijo, tirada en el suelo, fue suficiente para que el comandante comprendiera lo que había sucedido. Su hijo, su Taehyung, había cruzado la cerca.

"¡Llamen a todos los guardias! ¡Cierren el campamento! ¡Encuentren a mi hijo!" rugió el comandante, su voz llena de pánico.

Pero aunque los soldados corrieron en todas direcciones, buscando frenéticamente, el destino de Taehyung y Jungkook ya estaba sellado.

De vuelta en el cuarto, Jungkook empezó a toser, el polvo llenando sus pulmones. Taehyung lo agarró con fuerza, sus propios ojos empezando a cerrarse por el gas que llenaba el cuarto.

"Lo siento, Jungkook..." murmuró Taehyung, sintiendo cómo sus fuerzas lo abandonaban. "No pude... protegerte..."

Jungkook, apenas consciente, se aferró a la mano de Taehyung, una última vez. "Está bien, Tae... estás aquí..."

Y mientras los dos se desvanecían, en el exterior, el comandante llegó al cuarto, rodeado de soldados. Pero cuando abrió la puerta, todo lo que encontró fue el silencio y los cuerpos sin vida de aquellos que una vez habían sido su hijo y su amigo.

El comandante cayó de rodillas, la realización golpeándolo con toda su fuerza. Su hijo, su Taehyung, estaba muerto, y él había sido incapaz de salvarlo.

Las lágrimas corrieron por su rostro mientras el campamento permanecía en silencio, el precio del odio y la guerra cobrándose una vez más la vida de dos jóvenes inocentes que solo querían estar juntos.

El niño de la pijama de rayas. (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora