Capítulo Uno: La Amenaza

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Él me abraza muy fuerte y sus ojos se clavan en los míos.

Este hombre...

No se que es lo que tiene, pero parece que no puedo estar lejos de él. Si esto está mal, entonces no quiero estar bien.

- Q-q-quiero...

Se inclina hasta que nuestros labios apenas se rozan, haciendome estremecer.

- ¿Que quieres, nena? - pronuncia con una voz tan masculina.

Lo miro directamente a los ojos y respiro profundo, consciente de que mi respuesta cambiará todo entre nosotros. Pero antes de que pueda admitir lo que he estado sintiendo desde que lo conocí, una voz diferente y familiar me deja helada.

- ¡¿Qué está pasando aquí?! - grita tan fuerte que reaccionamos de una vez.

¿Es mi marido?




Tiempo atrás






Aunque ser la esposa de un senador tiene sus ventajas, las desventajas son mucho mayores. Cada momento de mi vida es planeado y escrutado, cada imperfección es motivo de burla. Y estoy muy cansada de todo esto.

- Buenos días, Jessica - le dirijo una amplia sonrisa a la recepcionista, que parece sorprendida de verme. Se sonroja y permanece boquiabierta hasta que las puertas del ascensor se cierra entre nosotras.

¿Que le pasa?

No es como si no fuera la primera vez que vengo sin avisar.

Tan pronto como llegó al tercer piso, entró directamente a la oficina de Dylan y miró mi reloj.

Se supone que Dylan y yo tenemos una entrevista con National News hoy para hablar de su campaña. Se nos ha hecho un poco tarde, tenemos que apresurarnos si queremos llegar a tiempo.

Abro la boca para anunciar mi llegada, pero lo que veo me detiene en seco.

¿Esa no es su asistente personal? ¿Lora? No un momento, creo que se llama Lexa.

Está medio sentada al borde del escritorio, frente a mi esposo. Cuando noto su mano frotándolo entre las piernas, no tardo en darme cuenta de lo que está pasando.

¿Es en serio? ¿Otra vez?

Lo siento, pero se les acabó la fiesta.

Cierro la puerta de golpe y se escucha un ruido metálico ensordecedor.

- ¡Buenos días, Dylan - doy mi mejor sonrisa finjida. Como si no hubiera visto nada.

- ¡Anastasia! - Dylan se pone de pie inmediatamente, causando que su asistente caiga al suelo.

- ¡Ay! - se queja la chica. No le toma mucho tiempo volver a levantarse, y sus ojos se agrandan cuando me ve. -. ¡ Sra. Nelson! ¡Qué gusto verla de nuevo!

Asiento con la cabeza en su dirección.

- Lexa.

La chica se muerde el labio y trata de disimular descontento.

- Oh, en realidad soy Lana, señora... - responde con un hilo de voz muy disimulado -. ¡ Pero es casi lo mismo! Y guau, ¡se ve muy bien, Sra. Nelson!

Lana se arregla la blusa, luego se pasa la mano por el cabello, dirigiéndome una sonrisa nerviosa.

Cuando veo la amanecer de mi esposo me da lastima.

Pobre chica.

Seguramente no creerá que esta es la primera vez que me tipo con algo como esto, ¿verdad?

Guardaespaldas [EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora