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                                              † Qué puede ser peor; ¿No ser aceptado y comprendido por tu familia? O ¿No ser aceptado y comprendido por tí mismo?


                                                     -Un mar no azul; 18 años.

Has tenido esa horrible sensación de no poder respirar, qué cada segundo más y es un trabajo imposible, qué las voces de las personas pasan a ser molestas, cómo un ruino que estorba tus oídos y, tanta es tu desesperación en el momento que quieres salir corriendo del lugar, pero a la vez se te complica mover tus pies. Quieres golpear todo, a diestra y siniestra, y que al mas no haber, a ti mismo.

Pero no reaccionas.

No sabes qué controlar.

La menta sigue en blanco.

Empiezas a sentir como si en cualquier momento todo va estallar dentro de ti y vas a morir, la necesidad de hacerte daño aumenta cada segundo más, al cabo que lo terminas haciendo, porque ya comerte las uñas, sangrar tus manos por la presión que haces al apretar tus dedos causa que te lastimes las palmas de tus manos con las uñas. El morderte los labios, mover imperativamente tus pies en automático, sin precaución, sin freno, sin previó aviso, y sentir preocupación. Bueno, eso me sucede cada que mi cuerpo no sabe reaccionar, cuando algo me incomoda, cuando estoy pasando una crisis de estrés crónico, cuando la presión de todo puede más conmigo, cuando la depresión abarca mi vida una vez más, los ataques de pánico no se miden y tampoco tienen piedad por más que los odie.

«Tal vez debas respirar para no morir»

Es posible que sólo sean pequeños momentos en los cuales el ataque de pánico se apodere de mí, sin embargo, es un momento largo, un momento en el cual no ves la salida, un momento en el que lo único que quieres es morir, sabes que luego te vas a sentir más mierda que antes.

«Quizá exageras tanto»

Pero, mientras tanto solo me toca seguir con lo único que puedo. Son algunos que otros momentos que odio realmente, nunca sabes lo que va a pasar, solo tienes que acoplarte y esperar. Y entonces odio con todo mi ser mi propia existencia. Odio no tener el control en mi misma, y que existan personas capaces de dominar mis emociones y hacerme dudar.

Intenté tomar antidepresivos, hice una que otra búsqueda, pero si mamá se daba cuenta de eso, sería peor aún. A veces es mejor saber sufrir en silencio, a que otros lo sepan y no puedan entender, solo juzgar.

                                                ***

–¡Qué wattpad!

Había tratado de resumir el pequeño relato del chico misterioso del autobús.

– ¡Lo sé!

Las horas se pasaban y nunca veía la hora de poder irme a mi casa. Soy muy quejosa, ¿verdad?

¡Ahg!

Mientras tanto, nos pasábamos papelitos. Así se nos pasaba el tiempo mientras la clase del profesor Velan se pasaba sin aburrirnos tanto.

Me paso un papelito doblado en el que ponía:

     “¡Pero es qué sus labios!”

Me reí bajito y aproveché que el profesor no estaba viendo para responderle:

                                        “¡Pero es que sus patas!”


Le respondí y se lo pasé. No tardó en responderme.

El chico del autobúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora