Siento que estoy congelada,
no tengo adónde correr
No tengo adónde correr desde aquí
Estos muros se están cerrando
Me están envolviendo,
Me están agotando con el miedo
Despiértame,
¿No me despertarás?
Estoy atrapada en una pesadilla...
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Si vas conmigo a la iglesia este domingo, ¿no?— preguntó Numa, sosteniendo las manos de Adrian en el aire para admirar cada detalle de la misma, poniendo especial atención al anillo de compromiso que descansaba en su dedo, ese que con tanto esfuerzo había podido comprarle.
La castaña soltó una risita nasal. Ya era la tercera vez que le preguntaba esa semana.
—Que sí, Nunu. Vos sos un terco, mi vida— respondió Adrian, mirando como sus manos y las de Numa eran iluminadas por los rayos solares que entraban por la ventana.
Ambos disfrutaban de las primeras horas del día ahí en su habitación, permitiéndoles olvidar todas las responsabilidades que les esperaba al salir por la puerta. Ambos estaban en la recta final de sus carreras universitarias, por fin podrían tener ingresos estables para mantenerse en Montevideo.
Adrian ya podía ver a Numa como un famoso abogado, defendiendo a los inocentes a diestra y siniestra. Con su voz profunda y grandes convicciones delante de los juzgados.
Ella por otro lado, también planeaba ayudar a inocentes. Con la ligera diferencia de que estaría encargada de sanar los de sus dolencias. Ser enfermera había sido su sueño desde que era niña, sus padres siempre creyeron que ella tenía un don para relacionarse con las personas. O en otras palabras, hablar como cacatúa para distraerlos y así curar sus heridas.
En varias ocasiones, fue su primo Nando, el paciente estrella al que tuvo que atender; raspones profundos más que nada, todos gracias a sus entrenamientos y juegos con los "Old Christians". Incluso, a varios del equipo les brindó de sus habilidades curanderas; esos chicos eran su debilidad, todos diferentes pero igual de testarudos a la hora de no obedecer sus instrucciones de cuidado para sus heridas. Roberto Cannesa era uno de esos, incluso teniendo los conocimientos que estudiar medicina le estaba dando, Adrian había tenido que atender 2 raspones infectados.
—Ya, perdón. Esque como tenés el partido de los chicos este sábado...después me salís con que estás cansada para levantarte el domingo— argumentó Numa con una sonrisa, volteando su rostro para mirarla hacer un mohín.
—Y de todas formas me despertás el domingo en la mañana— le recordó con un puchero. —Ni si quiera sé por qué me preguntás, si sabés que siempre te acompaño.
—Pero es lindo saber que te esforzas por ir, aún cuando no te gusta mucho.
Para nadie era secreto que Adrian tenía una pequeña resistencia en asistir a la iglesia. Después de la muerte de sus padres, sus creencias quedaron en un limbo, sin poder creer que sus tiempos habían llegado tan abruptamente. Pero Turcatti no se rendía, su fé y su amor por Adrian le impedían dejarla durmiendo los domingos para ir solo a misa.
—Sentite especial, Nunu. Que no cualquiera me lleva a la iglesia— bromeó subiendo y bajando las cejas por el transfondo de sus palabras.
Numa carcajeó al entender, tomó su mano y besó el anillo de compromiso en la mano de Adrian.
—Soy muy afortunado, estoy consciente de eso, Adri— asintió sin poder ocultar la emoción en su voz.
—Mhm y...¿Sabés que podes darme como regalo de bodas?
—¿Una milanesa con papas fritas?— preguntó haciéndose el desentendido, él sabía bien a donde quería llegar Adri con esa pregunta.
—Eso también, pero...¿Un viaje a Chilito con el mejor equipo de rugby no te gustaría?— cuestionó con inocencia, acariciando el cabello oscuro de Numa con excesiva ternura.
—¡Mirá la hora, el desayuno espera!— Turcatti fingió leer la hora en su muñeca desnuda para luego levantarse a la velocidad de un rayo y salir de la habitación. A él no le convencía mucho ese viaje a Santiago de Chile, estaban a punto de titularse en sus carreras, se supone que no deberían distraerse.
—¡Pero si siquiera tenés un reloj puesto, Numa!— gritó Adri con frustración.
Era momento de utilizar su último recurso de convencimiento... Gastón Costemalle y Pancho Delgado.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Bienvenidos sean todos a "Bad Dream"!🫀🍃🫀🍃🫀🍃✨
¡Estoy muy emocionada por empezar esta nueva historia con Numa Turcatti!✨🍃🫀✨🫀
Les aviso que yo no tengo acento uruguayo, pero haré mi mayor esfuerzo para campurar la esencia de los personajes con sus acentos originarios!🍃✨🍃🫀🍃🫀🍃
