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—Debemos tener todo listo, no quiero más retrasos, suficiente tengo con Lysandro. —espeto Raham mirando a uno de sus hombres.

Rasco su barba, estaba a horas de irse, después de todo su sobrino se salió con las suyas, tampoco se había ido Hanson, se quedó en espera de su amiga, después de todo sobreviviría.

Su hubiera pasado otra cosa, lo sabrían.

En cuanto Kenia no sabía que haría con ella, aunque su verdadero nombre era hermoso, se había apoderado de ese nombre la hembra.

Ella desvió la mirada intento ver lo que sea, no tenía una conversación con Raham, mucho menos sabía que diría o hará.

El oscuro se acercó a ella, y acaricio su cabello cobrizo, que hacia reflejos rojizos con el sol.

—Te cuestas aceptar lo que eres.

—Solo quiero una vida normal. —el oscuro chasqueo la lengua.

—Porque insiste con eso, es aburrido al principio me pareció divertido burlarme de ti, que soñaras con eso, pero ahora empieza irritarme un poco.

—Solo busco una vida tranquila, lo que he visto contigo, es suficiente para no quererlo.

—Y a mí me quieres en tu vida—se inclinó cerca de tu rostro—Deberías agradecer tener mi suerte, viste a mi hermano, créeme que no te hubiera agrado, su mujer sabe controlarlo, pero apuesto que cuando el hace una estupidez ella lo desea muerto, lo mira y hasta lo piensa, luego recuerda que no puede hacerlo, o se muere—espeto reacción que Kenia se tocó la marca—Ahora lo entiendes, estamos marcados debe ser una bendición pero a la vez un maldición es así como lo vemos nosotros, te atan a una vida y si esa termina mueres, asi de sencillo.

—Yo no quiero morir.

—Claro que no, ¿Quién desea la muerte? Solo nosotros, porque un paso sobre ella, el simple roce nos vuelve importables.

—Puedo notar que eres atrabancado, me has condenado.

—Apuesto que no sabes porque, tienes un don especial, jamás conocerás la muerte, tienes el poder de regenerarte así quedes hecha mierda. —ella hizo una cara de espanto, una que Raham la tomo detrás de la nuca—Aun tienes miedo, y eso es normal sentirlo, pero una vez que seas como nosotros, nuestro clan oscuro, nada importara veras a todos diferente.

—Escape de mi madre, no sabes lo que ella puede hacer.

—¿Qué podría? Succionar mi alma, solo hay un demonio devorador de ellas, y créeme que tu madre quedara tablas con él, debe deberle muchas—ella frunció el ceño. —Luego lo conocerás, no tengo ninguna visita necesaria con él, pero tranquila no debes tenerle miedo, tiene similitud como nosotros, salvo cuando están en labores infernales.

—Como pude decir todo eso y suene tan normal, solo creí que mi madre era única, y yo no sabía si será como ella, me conto tantas historias, tantos seres escondidos, algunos con descaro y otros con temor, me conto la guerra de dioses, pero solo podía tener un equilibrio el bien y el mal, el padre expulso a su hijo cayendo en la oscuridad, encargándose de lo más nefasto mientras la luz permanecía con destellos dorados.

—Algo así, aunque no se puede destruir al padre eterno, solo se reduce, en este momento no hay dios, solo guardianes tomando turnos.

—¿No lo hay?

—No, debe existir uno digno uno tan puro que no sea corruptible, se admite el placer carnal para producirse, pero me refiero que su corazón no debe tener manchas y eso mi hermosa Kenia, ni en un millón de años veremos uno.

Clan loboWhere stories live. Discover now