Constelaciones Invisibles

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Todo el mundo tiene una persona favorita; yo tenía una... pero ahora se convirtió en mi estrella favorita, la estrella que sigue iluminando mi vida.


No diré que es mi culpa, pero yo pude haber hecho algo para evitarlo. Cuando eres un adolescente no puedes saber quién en verdad está sufriendo y quién solamente quiere llamar la atención. Solo diré algo: la gente más rota es la que más sonríe.


Tener 17 años es increíble, o al menos eso pensamos cuando somos niños. Pero el peso de la balanza se inclina más hacia el lado adulto, y todo es un caos al pensar eso, y Annaka lo sabía muy bien. Esa sonrisa de todos los días estaba tan bien actuada... 


—¡Annaka, nos haremos tarde!—No encuentro mi libro.—Compartiré el mío, pero vamos.


Nos tocó correr para poder llegar a tiempo; la profesora Dania no perdona nada. Al llegar, tuvimos que recibir un sermón de la profesora.


—Además de que llegas tarde, ¿no has traído el libro? Únete con Alex.Annaka juntó su silla con la mía, pero comenzó a reírse.—¡Te dije que te unas para que revises el libro, no para que estén con las risitas!Al sentarse y girarse para abrir su mochila, su manga se levantó.—Annaka...— Se dio la vuelta y se bajó la manga, y siguió buscando.—¿Qué es esto? —Annaka me miró y sacó post-its de su mochila, entregándome uno con el dibujo de un gato.—El señor Mostacho me arañó, sabes que es bastante arisco —la profesora nos miró y ella bajó la voz—. Tú sabes que yo no soy como ellos.


Fue mala idea creerle. Al llegar el recreo, tomé mi cartuchera y me senté junto a ella.


—El señor Mostacho te dejó unas marcas muy feas, y como tu piel es muy blanca, se nota mucho —tomé mis marcadores y dibujé estrellas en todas las cortadas para cubrirlas, pues a ella le encantaban las estrellas.—Se parece a la constelación de Acuario, me encanta.


Pero a aquella constelación se le iban sumando las estrellas; todos los días tenía una estrella nueva. Annaka no fue a clases durante toda una semana y tampoco me escribía.


—Disculpe, ¿se encuentra Annaka?—Está en sus terapias, hemos pedido permiso al colegio, ya que descubrimos que Annaka se corta. ¿Tú sabías algo?


Desde ahí supe que nada estaba bien, y me sentí tan idiota al no ver algo que era tan claro: ella no estaba bien.Esperé una semana más a que Annaka regresara. Cuando lo hizo, pude ver que por fuera era otra persona, pero tras esos ojos se podía ver lo rota que estaba. Esos ojitos tristes lo decían todo, pero nada a la vez.


—Annaka, ¿por qué no me contaste nada?—...—Tu madre me contó todo. No le he contado a nadie más; puedes confiar en mí... soy tu novio.—¿Por qué no paras de mirar mis ojos?—Porque me gustan tus ojos.—¿Cómo te pueden gustar unos ojos tan tristes?—Porque son tuyos, y todo lo que tenga que ver contigo me gusta.—Pero yo ya no estoy aquí...


Todo fue un sueño. Lástima que Annaka nunca regresó al colegio.

Mi estrella favoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora