Un chico de Westalis y una chica de Ostania se conocieron en un campamento y, sin saberlo, plantaron una semilla que, al principio, no parecía tener importancia. Pero, con el tiempo, lo que habían iniciado creció en algo más profundo: una historia q...
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Diez años atrás.
El viento cortó el aire mientras descendía en la estación de tren. Un hombre de cabello rubio y mirada decidida caminaba hasta su destino, sin destacar, tal como le habían enseñado. Aún recordaba cuando decidió dejar atrás su nombre, su vida anterior, y todo lo que alguna vez había conocido.
Todo comenzó después de volver del campamento, cuando apenas tenía diez años. La chica que había conocido se había esfumado de su mente, siendo reemplazada por crueles palabras de su padre y sus amigos que intentaban animarlo para volverse soldado.
Ser un soldado fue un deseo que comenzó a alimentarse más en él, hasta llegar al punto de mentirle a su padre para conseguir un casco. Mismo casco que lo protegió cuando estalló la guerra y que deseo que protegiera a su madre cuando hubo un bombardeo.
La guerra le había arrebatado todo, dejándolo cómo un huérfano obligado a sobrevivir gracias a lo que lo había condenado: las mentiras. Mentiras que fueron suficientes para que el ejército lo aceptara como soldado, lo que le permitió reencontrarse con algunos amigos, aunque no pasó mucho tiempo antes de perderlos de nuevo.
Sin embargo, esas mismas mentiras también lo llevaron a ser reclutado como espía. Al principio, se negó, pero al contemplar las consecuencias de rechazar la oferta, decidió aceptar.
Después de mucho tiempo, volvió a tener algo que lo identificara: un nombre de espía.
—¿Por qué elegiste ese nombre? —le dijo su superiora una vez, mientras compartían un cigarrillo. La pequeña llama iluminaba sus rostros, creando un contraste con la oscuridad del callejón.
Él la observó en silencio mientras aceptaba el cigarrillo. Después de abandonar el ejército, aquella mujer se había hecho cargo de su entrenamiento. Sus métodos eran cuestionables de muchas formas, pero siendo un novato sin experiencia, obedeció.
—¿Acaso importa?
—A mí me importa, Twilight.
El nombre resonó en su mente. Aunque nunca le había dado demasiada importancia, recordar que había sido elegido por Yor, su amiga del campamento, era algo que lo motivaba a querer llevarlo consigo por el resto de su vida.
Nadie más había notado un detalle así sobre él, ni siquiera sus superiores.
—Me gustan los colores que tiene el crepúsculo —admitió entonces, dando una calada y echando humo—. Hay rojo, amarillo, azul, añil y naranja.
Finalmente, le devolvió el cigarrillo a su superiora, quien casi se lo arrebató de la mano, lo tiró al suelo y lo aplastó.
—Es una elección curiosa, Twilight —señaló ella con una sonrisa extraña en su rostro. Tras asomarse un poco, agregó—. Vamos, podemos continuar.
Desde ese día, el mundo lo conocería por ese nombre: Twilight, un espía dispuesto a hacer lo necesario para asegurar la paz.
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Nota de la autora:El pasado de Twilight sigue bastante similar a lo que nos presentó el manga e iba a mantenerlo así, pero decidí explorar un poco la diferencia a través del nombre de espía.
Al día que actualizó esto, no sabemos por qué Twilight es Twilight en la historia canon.