I.

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NOTA DE AUTOR: Termina cuando cierre paréntesis por si te la quieres saltar.

(Se que me desaparecí y algunos si fueron a ver mi otra historia spacedogs, no se preocupen la voy a actualizar a esa parejita. Ahora, este lo estuve escribiendo durante mi bloqueo de escritor, pero aún no lo termino, me gusto tanto que pensé en muchas cosas para esto, espero les guste aunque está un poco larga).


Soy Stephen, pero más ciertamente yo solía ser Sherlock Holmes. Un gran detective genio, sociópata altamente funcional. Mi vida era lo más amena que podía serlo.

Resolvía casos para que mi mente no perdiera el hilo, me ensimismaba tanto y no fue hasta que conocí a John Watson, un antiguo miembro de la milicia que todos y cada uno de mis conceptos en la mente cambiaron. Mientras más conviviamos más nos adaptabamos, yo sabia perfectamente desde la primera vez que lo vi que podiamos llevarnos bien.

No falle en mi conjetura, nunca lo hacia.

John fue mi más preciada razón de existencia, en un lugar donde todo es lo que se esperaba que fuese, John se volvió la razón por la que estaba agradecido de que fuera así.

Como, por ejemplo, si él se despertaba yo esperaba que todas las mañanas se repitiera un beso matutino, no quería otra cosa más que pasara. Aunque todos y cada uno de los días John tenía los mismos hábitos (salvo cuando resolvíamos casos) mi cuerpo esperaba con una emoción enorme que sucedieran sus repeticiones, beso en la mañana, en la tarde sale a trabajar y se despide con otro beso y un abrazo, casi como si no nos quisiéramos soltar, pero él quiere seguir asistiendo, vuelve en la tarde, lo recibo y me ataca efusivamente, me besa como si no me hubiera visto en un largo tiempo y nunca me quejaría de ello. Hacemos algunas actividades casi sin despegarnos uno del otro y luego en la noche pasa lo que debe pasar en la habitación.

Una rutina que me mantiene con emoción, aunque pueda pasar cada bendito día, como repito, menos cuando resolvíamos casos, ya que nos ocupaban en la tarde o directamente llegábamos tan cansados que era imposible hacer otra cosa. Nadie se esperaba que yo llegara a ser de esa manera, ni el detective Lestad, ni mi hermano, aunque él estaba preocupado por estos cambios. El apreciaba de cierta manera a John Watson, así que le decía que podía ser que yo meramente solo experimentaba cosas por mi mente aburrida. Yo tampoco lo entendí, solo supe que la compañía de John era por mucho diferente, me llenaba cada lugar vacío de mi ser. Y cuando el me beso por primera vez, robándome un beso, se llevó consigo todo mí, porque desde ese día nunca pude dejar a John. Nunca lo haría, no por cuenta propia.

Y en parte así fue, el maldito día de la bomba. Sumatra Road, cada detalle sigue vivo en mi mente sobre ese día. Encontramos el hueco, una estación fantasma y sin dudarlo arrastre conmigo a mi John a ese caso.

— Espera, Sherlock.

— ¿Qué pasa?

— Eso... ¿No electrocuta?

— Es totalmente seguro si no tocamos los rieles.

— Claro, solo hay que evitar los rieles. — El sarcasmo y desconfianza de John en la situación no evito que confiara en mí, en seguirme todavía.

Mientras caminábamos por el oscuro lugar, este largo túnel, pude ver los explosivos en el techo, sin embargo, no dije nada, yo lo resolvería. No alteraría los nervios de John por nada. Era obvio que solo era un ataque para que explotara todo arriba, solo debía apagar la bomba.

El problema, sin embargo, fue cuando encontramos el vagón, una sonrisa orgullosa se produjo en mí, resolvería esto rápidamente y camine a paso seguro con John a mi lado hacía él vagón hasta que me adelante un poco para abrir la puerta primero.

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⏰ Última actualización: Sep 15 ⏰

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El límite de mi poder - Rosstrange (One shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora