El departamento de una poeta torturada

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- Mis padres legarán de su viaje muy pronto. - Me explicó Margot, mientras me servía un crêpe de esos que solo ella sabe hacer. No estaba preparado para dejar la casa. Ni a ella, siendo sincero. Solo llevaba allí 3 días y prácticamente había olvidado como era despertar solo en mi habitación. Y no me apetecía recordarlo, en absoluto. Aunque es evidente que no volvería a casa, al menos mientras Arthur siguiera allí. - ¿Dónde vas a quedarte?

- No lo sé. Podría llamar a Lucas y quedarme en su casa. Es él único amigo cercano que no haría preguntas si me viera en este estado. Asumiría que me he metido en alguna pelea callejera o que me ha atropellado un camión. - Dije, y acto seguido le di un mordisco al trozo de crêpe que acababa de cortar. Lo único que iba a echar de menos de mi estancia, más que dormir en su habitación, serían sus deliciosos desayunos.

- ¿Te gustan? - Me preguntó, como si hubiera leído mi mente en ese preciso instante.

- ¿Me lo preguntas todos los días solo para aumentar tu ego de chef? - Pregunté, evitando la pregunta.

- No lo sé. Tal vez. - Respondió mientras miraba hacia arriba, dubitativa. - Voy a salir a comprar algunas cosas, y como entenderás no puedo llevarte conmigo. ¿Sobrevivirás si te dejo aquí solo? - Alzó la comisura derecha de su boca, dejando entrever uno de sus pequeños hoyuelos.

- No soy un bebé. Podré con ello. Espero que al menos me compres algo como compensación por abandonarme.

- Está bien. Lo tendré en cuenta.

Sin apenas darse cuenta, al ritmo en el que Margot atravesaba el marco de la cocina, Liam se estaba despidiendo de ella.

Margot

Había estado al menos cuarenta minutos haciendo la compra. Bastante más tiempo de lo que le había prometido a Liam que tardaría. Así que, en el momento en el que entré en casa, me disculpé a gritos por la tardanza, esperando escuchar algún "me iba a morir esperando" o "ya era hora, ¿no te habrás confundido y habrás salido del país, verdad?" Pero, en cambio, obtuve un silencio en respuesta. Después de gritar su nombre irrepetidas veces  y comprobar todas las habitaciones de la casa dos veces seguidas, entendí que no se encontraba allí. Lo confirmó la nota que dejó en la mesa del comedor:


"Han sido los mejores 3 días y 17 horas de mi vida, Margot. Pero entonces he recordado que tendría que irme antes o después, por lo que he decidido no torturarte demasiado mientras lo hacía. Sé que estás enfadada y que después de esta mierda de despedida no vas a querer verme ni en pintura, pero, te prometo que volveré a por ti, algún día. Te quiero, como se le puede llegar a querer a una luciérnaga que, sin esperarlo, alumbró los días y las noches de alguien que creía carecer de luz en su interior"

Bastó únicamente con ese pequeño trozo de papel para que la esperanza que aún albergaba el corazón de Margot se disolviera, junto con su característico brillo. 

<< Tal vez sí sea difícil de querer >>  - pensó.

Una Nueva Vida En Las AfuerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora