Sirius

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La chimenea crepitaba, proyectando sombras danzantes sobre las paredes de la pequeña habitación. El aire estaba cargado de un silencio casi tangible, roto solo por el suave arrullo de un bebé dormido. Severus Snape, con una expresión de profunda ternura, sostenía a Kyomi, de apenas un mes de nacida, en sus brazos. Su cuerpo delgado se encorvaba ligeramente bajo el peso de la pequeña, pero sus dedos se movían con una delicadeza casi maternal, acunando su rostro delicado.

Sirius Black, con una sonrisa melancólica, abrazaba a Severus por detrás. Su mano, grande y áspera, descansaba sobre el hombro de su amigo, transmitiendo un calor reconfortante. Su mirada se posaba en la pequeña Kyomi, una mezcla de asombro y nostalgia reflejada en sus ojos.  Sin embargo, algo no estaba del todo bien. La habitación tenía un ligero tono azulado, como si estuviera envuelta en una bruma tenue.

"Es hermosa," murmuró Sirius, su voz apenas un susurro. "Es como una pequeña estrella, brillando en la oscuridad."

Severus asintió, sin apartar la mirada de Kyomi. "Sí," dijo, su voz ronca, "es una parte de ti, Sirius. Una parte de ambos."

Un silencio se instaló de nuevo, pero esta vez, no era un silencio incómodo. Era un silencio lleno de amor, de recuerdos y de una profunda tristeza.  Sirius se inclinó hacia adelante, sus dedos rozando la mejilla de Kyomi.

"Le contaré historias para que pueda dormir," prometió, su voz llena de emoción. "Así le gustaran los libros."

Severus frunció el ceño, una sonrisa cruzando su rostro. "Pero también dejaras que vuele en escoba," dijo, su voz apenas audible. "Para que sea una jugadora como yo."

"Lo sé," respondió Sirius, su voz llena de una diversión profunda. "Pero por ahora esta pequeñadebe descansar."

La escena se congeló en ese momento, un instante cargado de emociones contradictorias. Amor y pérdida, esperanza y desesperación, se entrelazaban en un nudo complejo.  La chimenea seguía crepitando, y las sombras danzantes parecían susurrar un secreto que solo ellos podían comprender.  De repente, la habitación comenzó a girar, las sombras se distorsionaron y la imagen de Severus y Kyomi se desvaneció. Sirius se despertó sobresaltado, el sudor frío empapando su frente.  La imagen de su familia, tan real en su sueño, aún persistía en su mente, dejando una sensación de vacío y anhelo.

El frío de la celda de Azkaban lo envolvió como una manta gélida, recordándole con crueldad su realidad.

La habitación, un espacio gris y sin vida, parecía aún más sombría tras el resplandor del sueño. La única luz provenía de una pequeña rendija en la pared, que apenas permitía distinguir las sombras que se movían en el pasillo.

Sirius se levantó, su cuerpo rígido por el dolor y la inactividad. Los años en Azkaban habían dejado su huella, pero no habían logrado extinguir la esperanza que ardía en su corazón. La imagen de Kyomi, con su rostro de ángel, se había convertido en su faro, su razón para seguir adelante.

"Kyomi," susurró, su voz apenas audible. "Te volveré a ver, pequeña. Te prometo que te vere."

Su voz, por lo general fuerte y llena de vida, sonaba ahora débil y frágil.  La desesperación amenazaba con engullirlo, pero la imagen de Kyomi, con su sonrisa inocente, lo impulsaba a seguir luchando.

Pero la imagen de Kyomi no estaba sola en su mente. Junto a ella, como un eco en su corazón, se encontraba la figura de Severus.  La imagen de Severus con Kyomi en sus brazos despertó una punzada de nostalgia en su pecho.  Severus, su pareja, su confidente, su familia.

"Severus," susurró, su voz llena de una tristeza profunda.  "Espero que estés bien. Espero que le estés dando a Kyomi todo el amor que necesita."

La habitación parecía aún más fría, la soledad más profunda.  Sirius se aferró a la imagen de Severus y Kyomi,  a la esperanza de que algún día,  volvería a verlos,  a sentir su calor,  a compartir su vida.

En la oscuridad de la celda, Sirius se aferró a esos sueños, a esas imágenes de felicidad y amor, como si fueran una cuerda salvavidas en un mar de desesperación.  Sabía que la realidad era cruel, que su situación era desesperada, pero no podía dejar que la esperanza se apagara.  Kyomi y Severus eran sus únicas razones para seguir adelante, sus únicos motivos para luchar por la libertad.

Con la mirada fija en la rendija de luz, Sirius se prometió a sí mismo que no se rendiría.  Que lucharía con todas sus fuerzas para volver a ver a Kyomi y a Severus, para abrazarlos y protegerlos.

"Lograre salir de aquí," repitió, su voz llena de determinación. "No sé cómo pero lo lograre, iré a buscarlos y nunca más los dejaré."

《FAMILIA》//Sirius X Severus// Omegaverse//Fanfic//Familia Black Snape//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora