Capitulo Cuatro: Empezar otra vez

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 (Red Daughter)

Durante todo este tiempo cautiva, siempre he dicho que había visto a una mujer en el bosque cuyas cualidades sobrepasaban lo real. Hable mucho (incluso estando a solas) de lo fascinante que era, pese a que me desagradaba profundamente que jamás regreso a salvarme. No obstante, ahora, que finalmente comienzo mi escape de este burdo lugar, lo único que se mantiene en mi mente es la idea de verla. Empezaré por describirla físicamente: era de estatura mediana, delgada y su rostro tenía formas muy armoniosas. Era pálida, pero al mismo tiempo tenía una tez sonrosada y luminosa. Sus facciones eran pequeñas y correctas. Sus ojos eran verdes y brillantes, sus cabellos oscuros eran realmente espléndidos: no he visto nunca una cabellera tan larga y sedosa como la suya cuando la soltaba sobre sus hombros en aquel breve momento que la vi asesinar a esos hombres.

A menudo soñaba que sumergía mi mano entre sus cabellos y reía tontamente ante lo insólito de sus palabras. Ella me decía, que yo tenía unos cabellos mórbidos y vivos, de color castaño claro con reflejos dorados. Como me hubiera encantado sentir algo así: mi "amiga" y yo, sentadas en un sillón, hablando sin cesar. Sin embargo, es importante señalar que algunas de sus particularidades no me convencían. Puedo decir que la confianza que me había otorgado desde el primer momento me había conquistado. No obstante, todo cuanto hacía referencia a ella misma, a su desaparición o a cualquier aspecto de su vida me despertaba cierta molestia.

Desde luego, no era razonable por mi parte insistir en esos aspectos negativos, cuando su mera ilusión es lo que me mantiene viva, y tal vez, fue culpa mía todo lo sucedido. Talvez no me porte bien cuando la tuve conmigo... Tal vez no fui lo que ella esperaba. Fuera de esto, admito para mí misma que al encontrarme finalmente torciendo el cuello de uno de los guardias más despreciables con los que conviví estos años, me despierta un sentimiento que carece de escrúpulos. Es satisfactorio en más de una forma, y en buen grado no me siento desilusionada por tales acciones.

¿Acaso creen ustedes que existiría alguna otra forma de escapar de aquí? Si la había, realmente quedo opacada por el hecho de que deseaba ver a mi amiga nuevamente y que esta me contara lo que tan ardientemente deseaba saber. ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué nunca volviste? Parece unos cuestionamientos infantiles que conllevan más tiempo dentro de mi mente de lo que deberían y quizás, ese fue el error que evito detener esas dos balas hechas con esa asquerosa roca verde que impactaron en mi espalda.

Caigo estrepitosamente al suelo, acompañando mi muerte con una sonrisa. Una de las balas debió llegar hasta mi pulmón, pues siento el sabor a hierro en la boca y me cuesta respirar. No puedo decir que este hecho fuera inevitable, muy por el contrario, era la opción más razonable para mi final, además, ahora que lo pienso mejor, de llegar a volver a ver a esta joven, no creo que hubiera llegado a haber discusiones entre nosotras, porque resultaba imposible enfadarse con alguien como ella. Tal vez lo inconveniente, e incluso descortés, fuera mi insistencia de verla y exigirle explicaciones, cuando ella desde un inicio hizo mucho para salvarme sin saber quien era yo o sin solicitar nada a cambio.

Mas allá de todo el asunto, me hubiera gustado al menos saber su nombre... Al menos eso me hubiera quedado al final. "Lena" se escuchó como un murmullo sombrío en respuesta a una pregunta que no hice en voz alta. A continuación, sentí que sus brazos se echaban sobre mi cuello, estrechándome de forma fraternal contra su pecho, al mismo tiempo que apoyaba su mejilla en la mía, murmurándome nuevamente al oído:

- Querida mía, sé que tu corazón se siente herido. No me juzgues cruel: me limito a obedecer una ley ineludible que constituye mi fuerza y mi debilidad. Si tu corazón está herido, juro que el mío sangra con el tuyo.

En medio de todo ese drama, una gran tristeza invadió mi vida. ¿Por qué regresa cuando estoy muriendo? ¿Qué no ve que ya no tengo fuerzas? Es mi fin algo inevitable cuando se trata de este veneno, sin embargo, ella después de haberme hablado con esa voz tan suave, me estrecha más fuerte entre sus brazos, y sus labios ahora se acercan para dejarme un beso que tiernamente inflama mis mejillas. Aquella excitación que le siguió y aquel lenguaje de vivida fuerza me resultaron incomprensibles. Sus palabras resonaban en mis oídos como una canción de cuna y dominaban toda mi resistencia sumergiéndome en una especie de sopor, del cual desperté cuando me libró de sus brazos.

Sombras de TerciopeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora