Capítulo.2

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Basta ya, ni una palabra más — exige con voz aguda

Pero papá no puedes cerrarte así — mi voz se vuelve fuerte.

— Ya basta te dije,eso lo hablaremos cuando llegue a Brooklyn — cuelga.

Odio esa fase terca de él, me hierve la sangre de pensar en las frías y duras palabras que dirán al llegar, su machismo llega al límite cuando se entera de cosas ocultadas por mi.

Termino el desayuno con medio vaso de jugo atragantado por tal llamada, es que siempre jode mis planes más brillantes y eso me da impotencia.

Pero vamos a calmar  para no cometer una locura que me lleva al error, debo aprovecharme que hoy la mañana empezó bonita y no tengo que trabajar.

Haré un poco de cardio para retomar mi entrenamiento de dieta, para empezar un buen día siempre es necesario sentirte bien.

El timbre suena incesantemente, medio abro dejando la cadena puesta.

— Buenos días — un chico de uniforme rojo y olor a menta habla — su taxi a llegando.

— Gracias, dígale que ya bajo — cierro la puerta.

Me voy al baño en busca de lavar mi cuerpo y cabello, utilizó todos mi dotes para elegir un buena oufit deportivo, pongo un poco de bálsamo en mis labios y roció un poco de Dior.

Bajo las escaleras en busca del carro, lo veo una calle atrás del hotel y todos mis cabellos se deslizan con el viento cuando corro desperada.

— Buenos días Srta. — se inclina el chico.

— No perdamos el tiempo, lleveme al Gimnasio Artah Abbott — subo antes de que diga nada.

Le pega pie al acelerador por lo cual llegamos en un cianta men, le pago lo devido y entro al lugar. El olor a sudor, maquinaria pesada y proteínas me da la sensación del bienvenida.

Todo por dentro es sencillo, ordenado, bonito y reglamentario. La mayoría son hombres hombres maduros haciendo cardio, viejas pellejudas queriendo levantar pechos, adolescentes buscando autoestima y yo para despejar mi rabia.

— Isabel, tu por aquí

— Si!, necesito despejar — hablo energíaca

— Bueno que harás hoy — el hombre musculoso que tengo como entrenador, me señala las pesas.

— Un poco de cardio y me conformó — sonrío pícaramente.

— Bueno aliste todo, voy dentro de un rato — se pierde entre la gente.

Suelto el bolso, cojo el telmo y me dirijo al aparato. Empiezo lento mientras me deleito con uno que otro personaje.

Después de dos horas de cardio, tomo otro taxi directo al centro comercial. Las calles se abren cuando llega un Lamborghini negro. Varios hombres de traje y lentes hacen un fila para recibir alguien cual no veo por la multitud.

Unos minutos después se despeja todo dándome paso al CAFETERÍA BENGALÍ el mejor local para tomar un café frío. La mañana va tomando forma cuando los primeros rayos de sol entran por el ventanal cerca de mi mesa. Nunca hay mucha gente aquí y el olor a... "canela" nunca eh sentido ese olor en este lugar, es... muy fuerte.

— Srta. ¿desea algo? — la camarera pregunta sonriente.

— Un agua de horchata de mango — pongo los ojos en el celular.

Trae lo pedido y yo pago por adelantado, tomo un sorbo y...

Diga — su voz me eriza

— Padre soy yo, tengo algo que decirle — trago grueso.

La flor de canela[Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora