La luz matinal que entraba por la ventana acaricio el rostro de Candy haciéndola abrir los ojos de poco en poco, sonrió al darse cuenta de que el cuarto donde se encontraba era el mismo que ocupaba en aquella época cuando fue acogida por el tío William, se incorporó para quedar sentada sobre la cama, con sus verdes ojos inspecciono la habitación, suspiro, la alcoba seguía casi igual que en su juventud, los recuerdos se arremolinaron en su mente y corazón.
En aquellos años la felicidad reinaba en su vida, los jóvenes Ardlay habían sido como sus ángeles protectores cuando llego a la familia, aunque siempre sintió una gran empatía y atracción por uno de ellos, sin embargo, el destino daría un vuelco abrupto a su vida en los últimos meses, repentinamente se escucharon leves golpecitos en la puerta haciéndola salir de sus recuerdos.
̶ Candy, ¿puedo pasar? ̶ la voz de Annie detrás de la puerta terminó por volverla a la realidad.
̶ Claro que puedes ̶ Candy no se movió de su lugar aún quería disfrutar un poco más del confort que le brindaba su antigua cama.
Annie abrió la puerta y se asomó, miro a Candy quien aún parecía somnolienta.
̶ Buenos días dormilona ̶ dijo Annie mientras cerraba la puerta detrás de ella.
̶ Hola Annie ̶ Candy se tallo los ojos para aclarar su vista, cuando se dio cuenta Annie ya estaba sentada en el borde de la cama, llevaba una rosa roja en la mano.
̶ ¿Y esa flor? ̶ la joven rubia abrió los ojos al ver que Annie ponía la rosa en su regazo.
̶ Es para ti, desperté un poco más temprano y me tomé la libertad de arrancarla del jardín.
̶ ¡Cortaste una flor del rosal de la tía abuela! ̶ Candy abrió más los ojos ̶ desde cuanto eres tan temeraria ̶ sonrió la joven ante su comentario, sabía bien que la señora Elroy era muy quisquillosa cuando de sus rosales se trataba.
̶ Tiene tantas rosas que no se dará cuenta que le hacen una cuantas.
̶ Unas cuantas ¿Pues cuantas cortaste?
Annie no respondió solo le lanzó una risa traviesa a Candy.
̶ Veo que amaneciste de muy buen humor ̶ expresó Candy al ver que la sonrisa de felicidad que se dibuja en el rostro de su amiga.
̶ Lo estoy Candy, como no tienes idea.
̶ Eso me alegra, ayer te mirabas tan tensa, si no tuvieras esa sonrisa en los labios pensaría que pasaste una noche fatal, mírate eses ojeras ̶ dijo Candy, Annie se pudo de pie como queriendo disimular que el comentario de su amiga no le había afectado.
̶ Después de desayunar acompañare a Thom al hospital.
̶ En serio ¿no quiere quedarse aquí? hay habitaciones de sobra ̶ propuso Candy.
̶ Ya sabes cómo es, además el gasto por la residencia ya está pagado.
En ese momento tocaron la puerta, era una empleada que les dijo que se alistaran para bajar al comedor a desayunar.
Annie salió de la habitación y se fue a la propia, a Candy le causó una gran curiosidad saber el motivo por el cual su amiga estaba tan feliz, quiso suponer que un cambio de aires y volver a Chicago la había puesto de tan buen humor.
Candy se aseo y cambio para reunirse con los demás en el comedor, esperaba que la tía abuela estuviera de mejore animo que la noche anterior, no obstante, la tía abuela pido que disculparan su ausencia durante el desayuno ya que la aquejan problemas de salud, para los presentes fue obvia la razón por la que se ausento la señora Elroy.
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Pasión Indomable
FanfictionFanfic Candy Candy En la vida nada está escrito, mucho menos en el amor. Una propuesta de trabajo para el Arq. Terence Grandchester lo hace cambiar de residencia, es así como emprende un viaje desde Inglaterra a los Estados Unidos, sin imaginar que...