PORCHAY THEERAPANYAKUL

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Buen provecho - Le deseo a mi alfa, sirviéndole un poco más de vino.

Kim lucha por sonreír y vuelve su atención a su plato intacto. No sé qué le pasa hoy. No me olvido de ninguna fecha importante, de eso estoy absolutamente seguro, siempre he sido bueno con las citas. Tampoco creo que sea su trabajo. Kim suele dejar los problemas relacionados con su empresa dentro de la oficina. El alfa valora una vida estable, negándose a estresarse fuera del entorno laboral.

¿Todo está bien? - pregunto finalmente, preocupado por su silencio. Kim no es alguien que habla demasiado, ese soy yo en la relación, pero cuando estamos juntos, hace un esfuerzo por seguirme el ritmo. Desde que regresó de la oficina, Kim ni siquiera me ha besado. A Kim le encanta besarme. Al menos un pequeño beso. El alfa siempre está buscando mis labios, el calor de mi cuerpo.

Kim deja los cubiertos, suspirando, mira a nuestro alrededor hasta que nuestras miradas se encuentran. 

- Está tan vacío.- Expreso

 ¿De qué estás hablando, querido? - pregunto poniendo mi mano sobre la suya.

- La casa, Chay, está muy vacía. ¿No lo crees? 

-Despache antes a la sirvienta hoy cuando sabía que volverías temprano. Preparé la cena especialmente para ti. 

Kim sonríe, por fin, con una sonrisa genuina. Él levanta mi mano y le da un beso.

- Gracias amor. Pero eso no es de lo que estaba hablando. 

- Ah, entonces ¿de qué se trata?

Duda como si el tema que está a punto de abordar fuera delicado. Sólo hay un tema del que no hablamos a menudo. - ¿No crees que es hora de que tengamos...?

- No
– lo interrumpí alejando mi mano. 

Kim suspira de nuevo y asiente, volviendo a comer. El silencio vuelve a la mesa, más pesado que antes.

Después de un rato, lo intenta de nuevo. - Chay, sé que tienes tus razones, pero... 

- Kim, por favor– interrumpo, intentando mantener la calma. - Ya hemos discutido esto. No estoy listo para tener otro hijo. No después de lo que pasó. 

Él mira hacia abajo, el dolor evidente en su rostro. Sé que es difícil para él. Kim siempre quiso una gran familia, al principio de nuestra relación, cuando todavía todo era color de rosa, le prometí que le daría cachorros. No uno, sino dos, tal vez tres. Kim era una chico solitario, sus padres eran hijos únicos y sólo lo tenían a él. Diablos, incluso sus abuelos eran hijos únicos. Kim no tiene tíos ni primos. Totalmente a diferencia de mí, que en cada barrio de la ciudad tengo un familiar. 

 Hace tres años di a luz. Sinn era su nombre. El embarazo fue complicado y el parto aún peor. Nuestro cachorro nació con varios problemas y murió a los seis meses de nacer. Fue una experiencia difícil, por no decir traumática. Desde entonces, tomo mis pastillas religiosamente, evitando cualquier posibilidad de otro embarazo. 

Han pasado años, pero todavía duele.

-Me acordé de que tengo que revisar unos documentos - murmura Kim, empujando su silla. - Deja los platos que yo los lavo-dijo se levanto y se fue, sin darme un beso. 

Me siento a la mesa, mirando el plato vacío frente a mí. Mi apetito desapareció junto con la alegría de la noche.

Después de un rato, decido ir al dormitorio. Mi mente está agitada, llena de recuerdos y miedos. Cuando entro al baño para mi rutina nocturna, tomo la caja de pastillas anticonceptivas. La miro fijamente durante un largo momento. 

ESPERO QUE TENGAMOS UN BEBE!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora