La boda
El tiempo transcurre hasta que ya solo falta un día para la boda de mi hermana. Desde la última vez que discutió con Elvira la han estado preparando para el altar e igual los preparativos. En las invitaciones no aclara cuál de las hijas de la Marquesa se casará, porque según ella será una sorpresa. <<Una muy tonta a mi parecer>>
Sea como sea Lidxy sigue sin estar de acuerdo... y yo también.
Mamá ordenó la vigilancia del palacio por completo. De esta manera ella no podría escapar con Stephan como solía hacerlo, pero de alguna forma se escabulle sin que nadie lo note y regresa casi de inmediato, quizás se despide de él y le pide que la olvide. Yo qué sé.
En todo caso, siempre vuelve con una expresión melancólica.
—¿Nerviosa por tu matrimonio de mañana? —le pregunto, pero sé muy bien que no es así.
Es una tarde preciosa y aprovecho la privacidad para hablar con ella. Nos encontramos en el kiosco del jardín tomando té mientras Elvira está dentro del castillo pendiente de las decoraciones.
—Más que nerviosa, arruinada. —suspira llevándose la taza a los labios mientras sostiene el pequeño plato en su otra mano. —No quiero irme, hermana. —sus ojos se cristalizan dejando el set sobre la mesa. —No quiero dejarte.
La contemplo con una mirada llena de aflicción.
—Voy a estar bien. —la consuelo acunando sus manos entre las mías.
—Prométeme que no vais a dejar que ella te case con alguien que tú no quieras. —me dice.
—Lo prometo. —exclamo entristecida.
De todas las conversaciones que hemos tenido ninguna ha sido tan vacía como ésta. Realmente no quiero que se vaya. ¿Ahora con quién voy a hablar? ¿Con quién haré bromas a los sirvientes? ¿A quién le contaré mis penas? ¿A los patos?
Miro hacia el estanque y allí están nadando mientras sacuden sus colas de un lado a otro. Uno de los polluelos hunde la cabecita en el agua y otro lo imita. Por último, terminan sacándola para luego volver a repetir lo mismo.
La noche cae y el día de la boda llega.
Me despierto muy temprano para comenzar a organizarme. La mañana es tan prematura que el sol apenas se asoma por el horizonte y la servidumbre se encuentra ajetreada llevando y trayendo cosas como si nos estuviesen atacando.
Como siempre en los amaneceres me posiciono en una de las torres del castillo para divisar mejor el sol naciente gracias al privilegio de tener el palacio a orilla del mar. Desde allí observo cantidades de barcos anclados al muelle y a numerosas personas recibiendo cajas y provisiones. Algunos de ellos vienen de otros continentes, de otras provincias, de otros países.
Todos vienen a comercializar aquí cada día con la autorización de Elvira, por supuesto, porque a ella más que a nadie le conviene.
Al cabo de unos minutos me dirijo a la habitación de Lidxy. Ya debe de estar en la tina dándose su baño matutino antes de que llegue mamá a recordárselo.
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UN TOQUE DE FELICIDAD
FantasyDescubrid ahora la magia que os brinda el mundo, los misterios que posee y lo dispuesto/a que estáis por descubrirlos todos. Los secretos escondidos en estas páginas son un pase para aventuraros a un mundo lleno de fantasía y un poco de detonación i...