Canción: My tears ricochet; Taylor Swift.
✭˚・゚✧Maia Recalt.
Miro la hora en mi celular. Se marcan las doce de la noche en punto. Todos los invitados se desparraman por el living, hablando en grupitos separados o preparando algún que otro trago en la barra de la cocina. Parecen estar contentos, riéndose a carcajadas limpias por chistes malos. Por otro lado, yo estoy sentada en el sillón del living mientras miro la puerta, esperando que quien toque timbre sea mi novio. Dijo que iba a estar en casa a las diez, pero pasaron dos horas y todavía no da señales de vida. Ignora mis llamadas y también mis mensajes. No voy a decir que estoy contenta y feliz, porque todo rastro de felicidad y emoción se borró hace rato. Tengo una mala sensación, no sé cómo explicarla, pero asumo, en parte, que es por el enojo de que Jerónimo todavía no haya llegado. Su ausencia me ridiculiza. No hay persona que no haya preguntado por qué tarda tanto. Me siento un poco ridícula hasta con la ropa que tengo puesta. Miro las botas que me puse y arrugo la nariz, convencida de que quizás es demasiado.
Me sobresalto cuando Matías se deja caer a mi lado. Parece mucho más animado que yo con un vaso de fernet en la mano y una sonrisa enorme plasmada en sus labios —Cambia esa cara, Maiarita, que se nos viene un nochón... No tomaste nada todavía ¿no querés?
Me río por el pedo que tiene encima y rechazo su vaso —No, gracias. Quiero estar bien despierta cuando llegue Jero.
Mi tono firme lo aviva. Se sienta derecho en el sillón y hace una mueca rara con la boca, dennotando incomodidad por mi enojo —Ah, digamos que estás bastante enojada ¿no?
Lo miro incrédula —¿Y a vos qué te parece? Desapareció. No sé qué mierda está haciendo que no me responde.
Agustín Pardella, que poco lejos nuestro se encuentra, se da vuelta al escucharme. Me observa detenidamente, leyéndome sin mucho esfuerzo —¿Y eso? ¿Pasó algo?
Me cruzo de brazos y me dejo caer sobre el respaldo del mueble —Nada, no importa. No es para tanto. Capaz le pasó algo y yo me enojo por una pavada.
Decirlo así solo es un intento para convencerme de que de verdad no pasa nada.
—Tranqui, Mai. Él es así de colgado.
Insegura, me mordisqueo el interior de la mejilla —¿Ustedes dicen que está haciendo otra cosa con alguien más?
—¿Por qué pensas eso? —inquiere el mayor— No pienses mal, ya va a llegar.
—Él nunca tarda conmigo, Agustín. Si yo le digo algo, lo cumple.
Matías y Agustín se miran, cómplices, pero ninguno replica nada al respecto. Mi hermano me palmea la espalda, divertido —Mira, Mai, con o sin Jerónimo yo me voy a bailar. Si venis o no, queda en vos. Todos queremos salir, pero tenes que empezar a entonarte. Divertite un poco.
Pardella me extiende un vaso lleno de alcohol y hielo. La bebida transparente me llama con ese característico olor fuerte y dulce. Poco lo dudo. Agarro el vaso y lo acerco a mis labios, vaciandolo en mi garganta de un solo trago. Los amigos festejan mi hazaña cuando golpeo el vaso vacío contra la mesa. Pardella se agarra la cabeza y Matias me abraza con fuerza, exagerado.
—Te enseñé bien, Mai —exclama entre risas.
Me encojo de hombros, presumida —Igual no voy a tomar más. De verdad quiero estar bien despierta cuando llegue.
—¿Por qué te haces tanta mala sangre? —me recrimina el mayor, sentándose del lado contrario en el que está sentado mi hermano— Tranquila, chiquita. No pasa nada. Ya va a venir.
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Fugitivos; Felipe Otaño.
FanficDonde Maia Recalt no puede dejar de pensar en Felipe Otaño, el ex-novio de su mejor amiga, Alma Figueroa.